Se acostó en la cama, completamente recto, boca arriba, con las manos apoyadas en el pecho, como hacia siempre que dormía solo. A pesar de que estaba realmente cansado, sobre todo mentalmente, no podía dormir. Las emociones y el fantasma de las sensaciones vividas, no se lo permitían. Su mente seguida enfrascada en intentar averiguar qué había pasado en aquel oscuro lugar. Se palpó el torso. Había conseguido salir con todos los órganos, de eso estaba seguro, pero aún sentía que había dejado una parte muy importante de sí mismo en aquella habitación tan singular.
Consiguió dormirse, para despertarse con una fuerte erección producida por un sueño bastante sugerente. Tenía que quitarse esos pensamientos de la cabeza. No podía desear algo como eso... Y sin embargo, la parte baja de su cuerpo opinaba que en realidad si podía. Que podía excitarse con la voz de su maestro, con el tacto del cuero sintético, el olor almizclado de los lotos de su colonia o su sonrisa maligna. Y esos ojos. Esos ojos simplemente le llevaban a la locura. Antes de darse cuenta de ello, ya estaba masturbándose con el recuerdo. Paró de golpe, con un sudor frio bajándole por la espalda cuando llego a la realización de lo que estaba haciendo. No era cuestión de que pudiese excitarse con ello, la cuestión era, que realmente deseaba ese estímulo.
Hasta el momento solo había logrado excitarse en momentos muy concretos, al menos después de la revolución de hormonas de la adolescencia o cuando simplemente su cuerpo reaccionaba de manera natural. Siempre habían sido detalles concretos, pequeñas cosas o la propia intimidad en curso. Pero ahora, todos esos estímulos se habían congregado en un solo punto, y no sabía cómo reaccionar. No tenía lógica alguna. No había nada de afectivo o de intelectual en todo aquello. No era nada ni lejanamente parecido a lo que sentía con Meng Yao. Y sin embargo, ese desconocido había conseguido que se corriese mucho más fuerte consigo mismo, de lo que nunca lo había hecho.
Se sintió envuelto en toda una maraña de hilos. Como si aquellas manos enguantadas tirasen de cuerdas ocultas, y lo moviesen como una marioneta. Embrujado por esa mirada sin límites palpables, y esos rasgos afilados y hermosos. Casi sin darse cuenta, cayó en la lujuria de una fantasía que acabo por estallar en su mano, y manchando las sábanas. Trato de recuperar el aliento y la conciencia. ¿Qué acababa de hacer exactamente? Se levantó a la ducha casi corriendo, algo lívido. Necesitaba enfriar su cabeza y recuperar su cordura. Tal vez si continuaba su rutina diaria, sería más fácil.
Lo fue, el primer día. La noche, sin embargo, fue otro cantar. Volvió a tener un sueño húmedo extremadamente intenso. Empezó a pensar en que tal vez lo de cumplir algún tipo de fantasía se refería a hacer algo de ese tipo. Si, tal vez ahora si tenía una fantasía o dos que quería probar. No pudo evitar sentirse culpable. Se supone que eran el tipo de cosas que debería querer hacer con su pareja, pero en su caso, no era así. De hecho, estaba completamente seguro de que con Meng Yao aquello no funcionaría. No, él seguiría queriendo que él fuese el dominante, y eso invalidaba por completo la propia fantasía en sí.
El ajetreo del segundo día, le mantuvo con la mente en otra parte el tiempo suficiente, pero la actividad nocturna volvió a ser demasiado intensa. Nuevos sueños húmedos le acecharon, rememorando las sensaciones y las profundas emociones que le generaron. La punta de la fusta, recorriendo cada lugar, incluso los más íntimos. Incluso aquellos que realmente no había recorrido y que solo deseaba que lo hiciera. La sensación de las bolas chinas entrando y saliendo de su cuerpo, quería volver a sentirlo.
La sensación de sentirse realmente subyugado y al mismo tiempo, necesitado. Premiado con la existencia de esa figura a la que podía idolatrar sin reparos, a la que podía adorar sin límites... en realidad límites si había, pero los castigos que provocaba traspasarlos un poquito eran igual de placenteros. Y todo aquello en una versión sin sexo real. Si tan sólo Meng Yao estuviese dispuesto a cumplir esa fantasía y dejarse mimar como realmente deseaba hacerlo... Tendría que planteárselo. Necesitaba probar aquello con él.
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La caricia de Zidian
FanfictionA pesar de que lo acusen de perro soltero intratable y de ser el hijo consentido de su padre en el trabajo, Jiang Cheng pasa sus días sin preocupaciones al respecto. ¿Pareja? ¿Para qué quiere una? Tiene tantos juguetes a su disposición como agenda l...