Si algo le tocaba la moral de practicar en su casa con su hermano, era que este se trajese al imbécil de su novio, para que le viese ensayar una nueva coreografía. Por él podían irse ambos a la reverenda mierda. Y si no fuera porque temía que volverían a ponerse a follar como conejos si se despistaba un solo segundo, los dejaría ahí solos y se largaría a dormir. La amenaza de los Wen todavía no había acabado y él seguía haciendo horas extras hasta la extenuación. Si no le había cerrado la puerta en las narices a WuXian se debía a que, por una vez en su vida, realmente había traído la cena, y porque el idiota de su hermano conseguía distraer su mente del puto problema al menos durante un maldito cuarto de hora.
Ambos habían decidido desaparecer de las clases de Pole Dance por ahora. No querían causarle problemas al gimnasio, y era mejor para ambos si se mantenían en zona segura. Y si, entendía que Lan WangJi recogía a su novio del trabajo para manosearlo un rato y que no volviese sólo a casa, pero tampoco lo quería allí continuamente. Ya bastante era que había accedido a montar una segunda barra en la mazmorra, de las que se podían desmontar fácilmente, para que ambos pudiesen practicar.
Y por supuesto, WuXian era el que se encargaba de la música y las coreografías. No por nada era el experto en eso. Razón de más para que el espectador le sobrase. Las coreografías de WuXian siempre explotaban el lado más sensual de la barra, no por nada prefería el exotic. Jiang Cheng prefería los ejercicios técnicos y difíciles, independientemente de que estos fuesen estéticos o no. Pero WuXian no.
Si no incluía en algún punto una bajada de barra con las piernas abiertas y arqueando la espalda mientras movía la cabeza hacia atrás, para simular un jadeo y que lo estaban follando muy intensamente, no se quedaba tranquilo. Y aunque en el trabajo no los usase mucho, en las prácticas le encantaba usar los taconazos imposibles. Jiang Cheng todavía no se explicaba como conseguía bailar con ellos. A él ya le costaba caminar sin comerse el suelo con aquellos monstruos puestos, como para bailar y subirse a la barra.
Y lo peor era cuando venía hiperactivo y con la imaginación revolucionada, como aquel día. No descansarían hasta que no sacasen al menos la mitad del montaje de una nueva coreografía. Y eso implicaba un montón de figuras de barra, correcciones, repeticiones, ajustes en el ritmo y mucho más contoneo de caderas del necesario. Con la precedente discusión sobre qué canción quedaba mejor, y no, Jiang Cheng no iba a permitir otra canción de la Britney en su repertorio, tenía demasiadas. Si a eso le añadías la ropa apretada con la que ambos solían practicar, y la escasez de la misma en el caso de WuXian, que además raro era el día que no se traía un disfraz o dos para quitarse, ser observado se sentía realmente incómodo.
El triple de incómodo si además, la ropa tendida, era el hermano del tipo que te tiraba los tejos de forma brutal, un compañero de proyecto y alguien capaz de quedarse mirando al infinito durante minutos, como si fuese un gato siguiendo una mota de polvo. Los Lan tenían un jodido problema con la intensidad de las miraditas. No estaba seguro de sí, su supuesto cuñado, estaba tratando de diseccionarlo con la mirada o haciendo el papel de suegra malvada y esperando a que cometiese cualquier fallo. Lo cierto es que el hombre no dijo ni palabra durante toda la sesión de entrenamiento. Era como tener una planta en la misma habitación. Vale, una planta que te miraba muy fijamente.
Cuando el cerdo hiperactivo de su hermano y el repollo gigante, se fueron y le dejaron sólo, comenzó a relajarse. Se sirvió una copa de vino y después, se metió en la bañera. Y a pesar de ser algo que realmente disfrutaba, no era algo que hiciese realmente a menudo. Aunque tuviese una bañera plegable con calentador, que hacía que pudiese aprovechar el agua de la bañera durante varios días, seguía considerándolo un desperdicio de recursos. Pero, aunque le ejercicio le ayudaba a soltar tensiones y el masaje de XiChen de hacía un par de días le había recompuesto la espalda un poco, todavía sentía que estaba acumulando demasiada tensión.
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La caricia de Zidian
FanfictionA pesar de que lo acusen de perro soltero intratable y de ser el hijo consentido de su padre en el trabajo, Jiang Cheng pasa sus días sin preocupaciones al respecto. ¿Pareja? ¿Para qué quiere una? Tiene tantos juguetes a su disposición como agenda l...