XiChen estaba preocupado por Jiang Cheng. Hace un par de días, cuando se quedó a dormir en su casa, se le veía tremendamente agotado. Le preocupaba que tanto cansancio acumulado le pasase factura. Jiang Cheng era una persona bastante independiente, y su relación no era tan estrecha como para que se animase a pedirle ayuda. Bastante claro lo había dejado la vez anterior, que había tenido que insistir para que se dejase cuidar. No había muchas cosas a las que accedería fácilmente, así que decidió simplificarse e invitarlo a cenar. Tal vez una pequeña distracción temporal, apartarlo de sus problemas un par de horas, era suficiente para darle un pequeño alivio.
Había mucho más que quería hacer por él, pero dudaba mucho que se dejase. Le encantaría volver a mimarlo, pero quería conservar sus manos. Tal vez un masaje, como el de la última vez, lograría soltar sus hombros. O un fin de semana en un spa, algo que le encantaría hacer con él, pero a lo que dudaba mucho que accediese. Para empezar porque debía cuidar la tienda, pero también porque dudaba mucho que quisiese pasar con él un fin de semana completo, en el que la mitad del tiempo ambos estarían en bañador y albornoz. Un bonito sueño, irrealizable por ahora. Había rellenado un pequeño bote con el aceite de masaje esencial que tenía en casa, olor sándalo, pero dudaba que le permitiese volver a usarlo con él. Aun así, lo llevaba en el bolsillo, por si acaso.
Calculó la hora, y esperó para ir hasta su casa. Ahora ya se conocía bien el camino, y disfrutaba del pequeño paseo que tenía desde su hogar hasta aquel lugar, en el que ya había aprendido a esperar lo impredecible. Por el camino dudó seriamente. ¿Sería demasiado llevarle flores? ¿Le haría comer el ramo o le gustaría el detalle? Estuvo dudando un buen rato, hasta que decidió llevarse una sola rosa blanca. Suficiente para probar y reducir los posibles daños. Estaba demasiado ansioso por llevar algo como aquello. Alguien tan hermoso como Jiang Cheng debía de recibir flores y regalos constantemente. Tendría que averiguar qué tipo de detalles podían gustarle.
Entró al portal gracias a otra persona, que entraba a la vez que él. Sonrió cálidamente a la señora, que pronto le preguntó a qué piso iba. La señora quedó sorprendida, por lo visto, en el mismo piso que Jiang Cheng no vivían muchas personas que pudieran considerarse un interés amoroso a los ojos de la mujer. XiChen casi suspiró cuando bajó en seguida del ascensor y volvió a tararear aquella melodía que se repetía en su cabeza desde hacía un buen rato. No podía negarlo, estaba feliz de tener una excusa decente para volver a verle. Llamó al timbre y esperó.
La puerta se abrió con un Jiang Cheng totalmente agotado. Todavía vestido con el traje del trabajo, con la camisa desabrochada un par de botones y sin corbata, dejando a la vista su clavícula. Las ojeras estaban marcadas a fuego bajo sus ojos, y parecía levemente demacrado. ¿Había perdido peso? Su pelo estaba revuelto y algo rebelde. Su rostro cansado estaba lleno de irritación y sorpresa a partes iguales.
- ¿Qué haces aquí XiChen?
- Buenas noches. Pasaba por aquí y...
- Esto queda lejos de tu casa, no cuela, así que no te enrolles XiChen ¿A qué has venido? – Se pasó la mano por el pelo, con una expresión de cansancio extremo.
- Pensaba invitarte a cenar, pero veo que estás mucho más agotado de lo que esperaba. – Jiang Cheng suspiró. XiChen acercó su mano hasta su mejilla y la acarició suavemente. – Te ves terrible, ¿Hace cuánto que no duermes Jiang Cheng? – soltó un bufido cansado mientras apartaba su mano.
- No es tu problema XiChen. Y no tengo ganas de ir a cenar a ninguna parte, así que hazme el favor...
- Está bien... - le entregó la rosa sin demasiado entusiasmo. Jiang Cheng se sorprendió. Abrió los ojos como platos y luego miró desconcertado a XiChen, mientras un suave rubor se extendía por su rostro.
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La caricia de Zidian
FanficA pesar de que lo acusen de perro soltero intratable y de ser el hijo consentido de su padre en el trabajo, Jiang Cheng pasa sus días sin preocupaciones al respecto. ¿Pareja? ¿Para qué quiere una? Tiene tantos juguetes a su disposición como agenda l...