¿Quién?
—¡Basta!... ¡Por favor, no más! —
De una polífona armonía se puebla el bosque sombrío, no hay desesperación, solo el dolor y la profunda agonía. La suplica se escapa como la hoja marchita de un cerezo. No hay absolutamente nada que contemplar más que el rio fluyendo de estrellas.
No hay tormento, solo una calma sombría y cargada de tristeza. Quizás habla la eufónica espesura, o solo sea el lamento del bosque que conoce.
—Por favor...—
No sabe si sentirse desesperado ante la mortal presencia del misterio.
La voz no se escucha más, por el contrario, solo se escucha a lo lejos un tararear. Es la misma voz, suave, con notas de dolor y desesperanza. Silencios que perduran en un compás lleno de melancolía y con una angustiante armonía.
Extrañamente su cuerpo se siente pesado y su aliento se escapa mientras la mirada solo recorre la brisa invisible que acompaña el rio. No quiere estar ahí, no quiere seguir escuchando esa melodía. ¡Quiere despertar ya!
La mañana había comenzado con una inquietante sensación. Le había costado levantarse de su cama incluso después de que el sol triunfara en la habitación golpeando su rostro directamente.
Era la tercera vez que un sueño parecido se le presentaba entre los brazos de Morfeo. Los primeros días que había dormido a lado de su pareja bajo el manto nocturno heleno, los sueños se habían disipado entre la dulce sensación de caer en un sueño profundo, sin embargo y ahora una semana después, los sueños volvieron con su extraño misticismo y calaverada razón.
Había aguardado sobre el colchón como un cuerpo inerte, mirando hacia el techo mientras salía de la conmoción provocada por su propia psique. Nada para él tenía lógica y si era sincero, la situación se estaba volviendo desesperante.
Su cabeza era un caos, sobre todo porque aquella melodía no dejaba de retumbar en su cerebro. El desayuno incluso le había sabido amargo, considerando que solo había ingerido una taza de café con rebanadas de pan y miel, y ni se diga de como el silencio afectaba aún más sus sentidos.
Justo en ese preciso instante deseó la compañía de su joven amante.
Era bastante molesto despertar y no ver la hermosa sonrisa como saludo de buenos días por parte de Mu y ahora era mucho más molesto no tener con quien platicar y despejar su mente. Tan solo debía aguardar hasta la noche, cuando llegaba su novio agotado por las investigaciones y entrevistas, y escucharlo un poco.
...
Era más de medio día, había mandado un correo electrónico con la agenda de las reuniones que el vicepresidente financiero debía de llevar en su ausencia, y realizando algunas diligencias y organizando los planes de trabajo que llevaría a cabo en unos meses; realmente no le molestaba adelantarse a su trabajo o seguir en contacto con la empresa minera en la que trabajaba como presidente, sin embargo, ahora eso le parecía tan poca actividad que su día se consternaba en una línea de tiempo paralelo.
Atenas era hermosa e interesante, simplemente creía que su mente cuadrada y analítica no lo llevaba muy lejos, necesitaba de alguno de sus amigos para poder matar el tiempo, pero para su infortunio solo estaba él en ese momento.
Todo ese pensar le hizo asfixiarse dentro de aquellas paredes, más a parte con la extraña sensación que el sueño le dejó, lo abrumaba. El día estaba hermoso con el sol acompañado de curiosas nubes navegantes en un inmenso azul profundo, tal vez era un desperdicio de día si se mantenía encerrado en la casa, así que la mejor opción para él fue salir a dar un paseo nuevamente por el barrio.
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Pedacito de Alma
Fiksi PenggemarTomar su mano confiando de la bondad que resplandece de su mirar, lo lleva por la oscura soledad, anhelando la vida a lado de su amor de la infancia. "Susurrará su nombre una y otra vez, hasta que lo encuentre y lo libere"