Capítulo XII

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"El destino principiante"

—Yo... Discúlpame, Mu, de verdad no quiero molestarte, además no es un problema que necesite darle mucha atención. —

—Shura, no es molestia, tus problemas y preocupaciones pueden ser compartidas, estoy aquí para ayudarte independientemente si es grave o no—

Tomado de la mano y como un niño pequeño, Shura fue guiado a tomar asiento en la mesa del comedor. Tal parecía que su novio no iba a darse por vencido en su intento de ayudarlo, así que con total vergüenza y timidez se decidió hablar.

—Verás, es que... dios, hablar tan abiertamente sobre esto me hace sentir idiota—

—Eres aún más idiota si no lo hablas—

Con una pequeña sonrisa y un suspiro comenzó.

—¿Recuerdas que te hablé sobre un amigo que tuve cuando estuve aquí, en Grecia? —

—Claro ¿qué hay con eso? —

—Bueno, comencé con una especie de búsqueda que, en sí, no tuvo ningún sentido. Solo quería ver si mi amigo aún estaba aquí y ver la posibilidad de platicar con él y disculparme. —

—Y entonces, ¿qué es lo malo? ¿por qué dices que no tuvo sentido? ¿qué te hizo tener ese pensamiento pesimista? —

Mu al ya no escuchar palabra alguna de la boca de su novio, preguntó, esperando que este pudiera decirle algo más con lo que pudiera ayudarle.

—Me engañé pensando que lo buscaba por querer verlo nuevamente, por la amistad que tuvimos, pero, no fue así. Lo buscaba porque me sentía culpable por no cumplir la promesa que hicimos. Creí redimirme con ello, cuando la verdad sentía que ya no tenía caso buscar a una persona que formó parte de mi pasado y que ahora salió totalmente de mi vida. Creo que ese desinterés me hace ser una mala persona...—

—Shura, las personas están para conocerse, pueden quedarse en tu vida o irse, eso dependerá de ti. Eran niños incapaces de entender la profundidad de una promesa, pues hay factores externos a nosotros que pueden cambiarnos y desfigurar las promesas del pasado—

Veía, ciertamente, que aquellos pensamientos mantenían a Shura con la cabeza confundida, pues conocía ese perfil estoico y comprometido del español. Para él cumplir a pie de la letra y mantener su convicción, era su esencia.

—No es tu culpa que las cosas hayan sucedido así. Tú tenías que seguir con tu vida al igual que él—

—Pienso en parte que la culpa se debe a que yo fui su único amigo. Digo, sabía lo difícil que era su vida y aun así lo dejé solo —

Justo en ese momento los recuerdos de los rechazos que sufría su amigo comenzaron a atormentarle aún más.

—Cariño, no es tu responsabilidad cargar con ello. Hiciste cuanto pudiste, fuiste su amigo, lo apoyaste. No podías hacer más. —

—Lo sé...— talló su rostro con las palmas de su mano, mientras soltaba un suspiro — Creo que me costara algo de tiempo convencerme de aquello. Muchas gracias Mu, me alegra poder hablar de esto contigo. —

Ya no quería seguir con el tema pesé que su pareja lo consoló de cierta forma, la inquietud de ello seguía en él.

Con más ánimos, Shura se levantó para acercarse a su pareja y dejar un beso sobre su cabeza. Todas esas acciones lo convencían aún más de que quería pasar el resto de sus días con ese joven.

—No agradezcas, sabes que puedes contar conmigo... Por cierto, qué te parece si para mejorar nuestra mañana salimos a desayunar a ese café al que fuimos la vez pasada—

—Es una buena idea, pero antes tomaré una ducha—

—Te acompaño—

...

La única desventaja de que era un miércoles por la mañana era la cantidad de gente que se acumulaba dentro de aquel acogedor café, de ahí en más todo era perfecto, el ruidillo de las aves en conjunto con los murmullos de las personas, el sol calentando la calle y el olor a café tostado, todo eso era sin duda hacia de esa mañana una buena mañana.

—Estaba tentado a pedirte que nos quedáramos en casa y preparar el desayuno juntos, pero me ha parecido una mejor opción salir a esta hora del día—

—Pudo ser buena idea, pero a mi parecer necesitabas que el sol mañanero calentara tus mejillas, te veo un poco pálido—

—Creo que es porque me falta un poco de ti— La sonrisa coqueta que se dedicaron ambos fue parte del leguaje que solo Shura y Mu conocían.

—¡Uy¡ Creo que debemos esperar a que se desocupe una mesa, hay más gente de lo normal— señaló mientras paraba a un lado de la entrada del lugar — O podemos ir a otro lado, Shura. Quizás podamos a ir al restaurante que está a dos cuadras de aquí. Las galletas y el café no tienen el mismo sabor pero es una buena opción para un desayuno ligero... Shura...¿Shura? —

No había notado como su pareja se había movido unos centímetros de donde estaba él, ni siquiera se dio cuenta cuando este, perdido entre sus pensamientos, miraba fijamente una de las puertas de cristal que daba al patio trasero donde vivía la misma dueña del café.

—Oh, mira Shura, ahí está Marín, vayamos a saludarla—

Shura miraba atentamente a las dos figuras que se abrazaban muy cariñosamente detrás de aquel cristal. Sí, en efecto, una de ellas era Marín, la amable dueña del lugar, pero la otra persona era...

Un joven alto de cabello alborotado, cuyo color castaño le recordaba infinitamente a cuando el caramelo se derretía de forma suave. A esa distancia, Shura podía ver una complexión musculosa, pues dicho joven cargaba en sus brazos a un niño poseedor de un cabello castaño más oscuro. Su perfil, oh, ese perfil se le hacía conocido; lo había visto en algún tiempo y tan solo de pensar a quien podría pertenecer, la saliva en su boca se abandonaba. Fue en cuestión de segundos que se vio arrastrado hacia las dos personas. Mu parecía muy animado, pero él, en cambio parecía asustado.

—Buen día señora Marín. —

—Mu, ¡qué alegría verte por aquí cariño! —

No entendía cuando el tiempo y el espacio lo abandono, pero tan pronto como el buen día había salido de los labios de su novio, su cuerpo se encontraba paralizado frente a la puerta de cristal abierta, en donde ya no solo miraba de lejos al acompañante de la señora Marín, sino que ahora lo tenía frente a él.

—Tú, tú eres...— 

Pedacito de AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora