CAPITULO 21
El trabajo de Maggie era proteger y servir, y claro investigar, encontrar y llevar ante de la justicia a los criminales, gente que violaba las leyes, gente mala. No era juez para determinar cuánto tiempo ni qué tipo de sentencia o pena tendrían que pagar los criminales que agarraba, pero dependiendo el crimen ella podía ayudar a pedir la pena correspondiente, era consciente de que no siempre eran justos los juicios, de que en muchos casos el dinero era un factor que determinaba con demasiada fuerza el resultado final del veredicto. En todos sus años en el departamento de policía de National City había llevado innumerables criminales a la justicia, y tantos como había llevado se habían salido con la suya, ya sea obteniendo una pena mínima o también detención domiciliaria, incluso otros habían obtenido una fianza ridículamente mínima para el delito cometido y ahora estaban en la calle volviendo a la vida antigua.
Creía en el sistema, al menos eso quería en el fondo de su corazón porque creía que el trabajo que hacía era honesto, ella no buscaba sobornos que llenasen sus bolsillos, no quería poder, quería que su ciudad estuviera libre de crimen, y que la gente que cometía delitos pagasen por ellos como se debía. Aún tenía algo de fe en las segundas oportunidades, tenía algo de fe en que la gente todavía podía cambiar de bando y que podía dejar una vida de crimen y pasar a hacer el bien, al menos llevar una vida sin robar, matar o vender drogas. Fueron veces contadas en las que realmente pudo asegurar que ciertos criminales nunca iban a poder cambiar y peor aún, no merecían siquiera una segunda oportunidad.
Maggie era muy joven todavía cuando un crimen había conmocionado a toda National City. Ella aún podía recordar llegar a su pequeño departamento después de haber salido de la academia, un día demasiado duro y lleno de burlas por parte de sus compañeros varones que no perdían oportunidad para recordarle que una mujer como ella no debería pertenecer al cuerpo policial, nada nuevo en realidad, era simplemente un día más en la vida de Maggie que no era muy diferente a la muchas otras mujeres que deseaban poder ser parte de la policía de National City, mujeres honestas que solo buscaban poder dar su granito de arena para proteger y cuidar la ciudad. Maggie no era más que una oficial que estaba destinada a cuidar cierta zona en el centro, nada interesante para la gran energía que Maggie tenía, ella deseaba a adrenalina de perseguir a un criminal, de una persecución en automóviles, una operación en conjunto con el equipo SWAT, deseaba aquello, no controlar un manzano. Su jefe le había dicho repetidamente que aún no estaba lista, que todo a su debido tiempo, recién estaba comenzando y no podían soltarla a su suerte en medio de los lobos, molesta, aceptó porque no le queda de otra, era eso o renunciar, y Maggie nunca se rendía.
Esa noche de aquel jueves su jefe llamó, ¡al fin confiaban en ella! Pensó emocionada; habían solicitado la presencia de todos los efectivos de la comisaria 12. Maggie solo había seguido las ordenes de su capitán, solo había ido a la dirección en la que habían solicitado su presencia, así que cuando Maggie llego al lugar no había imaginado que se iba a encontrar en una escena de un asesinato. Había visto solo dos veces en su vida un cuerpo, una persona muerta y una de esas había sido en la morgue, y nunca algo como eso. No sabía por qué la habían llamado si su jefe dos días antes le había dicho que aún no estaba lista, pero feliz de poder tener algo de la confianza de su jefe había asistido gustosa. Maggie quería ser detective y consiente de que aún le saltaba mucho estaba dispuesta a aprender de los mejores y eso significaba que tenía que estar junto Gary y Hank, los detectives estrellas de la comisaria 12, los dos hombres machistas, sexistas y discriminadores de todo el cuerpo policial.
La escena era completamente nueva para Maggie porque efectivamente nunca había estado en la escena de un asesinato, y menos uno como ese. Para el Gary y Hank a quienes les brillaba los ojos como si hubieran encontrado un tesoro perdido no era más que una nueva víctima en la larga lista de mujeres y hombres desaparecidos y asesinados víctimas de un nuevo asesino serial que al parecer buscaba hacerse un nombre y llamar la atención de la ciudad. En esta ocasión Maggie pudo escuchar desde cierta distancia las diferencias que habían encontrado a simple vista Gary y Hank en comparación con los otros asesinatos, pero al parecer el patrón seguía ahí. El lugar era un contendor de carga marítima de 40 pies, naranja por fuera y se podía apreciar el óxido que corroía el metal, las puertas estaban abiertas completamente y poco se podía ver adentro por la falta de luz. Cundo Maggie se acercó para llevarle su café a Hank pudo verlo cuando Gary apunto con su linterna hacia el fondo del contendor. Era un hombre que estaba sujeto de las manos y los pies como una estrella, pudo notar que manos y pies estaban clavados con clavos de almos, supuso median diez centímetros. La cabeza estaba inclinada hacia abajo, la barbilla casi chocando contra el pecho, eso hubiera sido posible si el pecho hubiera estado ahí, pero el hombre tenía abierto el torso de par a par, con una incisión que comenzaba bajo la barbilla, acercándose un paso más pudo ver la tráquea que había sido extraía casi por completo y que aun colgaba gracias a la carne que se aferraba, el pecho estaba abierto y las costillas habían sido rotas pero no extraídas, al igual que la tráquea, aún se aferraba al resto del cuerpo. El corazón estaba aún en su lugar, pero con un perfecto clavo plateado incrustado en el medio, los intestinos colgaban mientras que el resto estaba reposando en el frio piso de metal, pudo ver que el hígado y los riñones habían sido prácticamente destrozados.
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Hasta el último día - supercorp AU
FanfictionLa felicidad está subestimada, la vida, el karma o si quisiera dios se encarga de jugar buenas y malas pasadas en el día a día de cada ser viviente sobre la faz de la tierra. Kara Zor-El no esperó que su vida se viera dando sube y bajas en tantas em...