Hoy acudí a aquella cafetería en la que noches como esta compartíamos una pizza de comal, nuestras bebidas de perlitas, y me acordé del día en que me reventaste una en la mejilla, sonreía en mis adentros, al mismo tiempo en que mi amigo de la cafetería se acercaba a conversar, dejé el móvil a lado mío, pausando mi escrito.
En la tarde del día me habías comentado que tenías que ir a casa de tu hermana, te desea un buen viaje, mintiendo. Todo mi ser deseaba en realidad pasar tiempo junto a ti, deseaba compartir la tarde noche junto a tu compañía; durante el tiempo sentado bebiendo mi café moka, viendo el desfile de las personas con rumbo fijo, me cuestioné.
¿Si todo tiene un principio y un final, siendo nuestro principio increíble cómo sería el final? ¿Tendríamos un final feliz o un final amargo? Y aunque la respuesta es un misterio, aunque quizás tenga un sabor amargo pueda que sea feliz. Y lo digo, porque a pesar de todo el tiempo que dejemos de vernos y hablarnos, puedo asegurar que siempre tendremos un lugar en el inconsciente y en nuestros corazones, es cierto, nunca fuimos algo más que unos simples amigos que solíamos compartir camino y tiempo . Sin embargo, aprendimos mutuamente del uno como del otro. Tal vez, con la separación existan momentos en los que pasen por nuestras mentes que nos debemos disculpas, explicaciones o aclaraciones y un sinfín de cosas más. Me atrevo a decir que no hacen falta, al contrario, me gustaría creer que al final estaremos agradecidos por el tramo compartido.
En mi caso, estoy agradecido por haberme hecho ver la vida de una forma tan distinta a la que creía antes de poder conocerte, tal vez jamás te lo he comentado, pero de igual forma me ayudaste a crecer y madurar aún mucho más, me hiciste aprender, y eso es algo de lo que eternamente podre agradecerte aún sin ti a mi lado. Comprendo que nuestras vidas y actividades son totalmente distintas, tenemos diferentes visiones de un futuro incierto, es verdad.
Al igual sé que mientras nuestros caminos coincidan disfrutaré cada uno de los momentos que pueda compartir a tu lado, y cuando ya no sea así y mi mente proyecte los recuerdos que tenga de ti, sonreiré, puedo asegurarlo. Será imposible borrar de mi memoria aquel día de enero en que estuve esperando en la glorieta de Insurgentes por más de veinte minutos totalmente nervioso hasta el instante de verte de entre la gente. Caminando, vistiendo tu chamarra roja de invierno y, tu cabello suelto ondular por tu caminar, iluminada por aquel letrero de la CDMX a tu espalda. Aun cuando minutos antes había cruzado en mis pensamientos el retirarme a casa si en cinco minutos más no aparecías en el lugar de encuentro, me acerque a ti, para preguntarte si eras a la persona con quien había quedado esa noche respondiendo que sí. El llegar a la cafetería KOTT y escucharte hablar sobre tu viaje a Corea el anterior año. Simplemente fue estupendo, recuerdo que aquella noche mis labios estaban sellados. Hubiera detestado que interfirieran con aquel brillo que tenían tus ojos al relatarme tu visita en ese país. Al final de la estancia en la cafetería, cogí mi mochila para entregarte un retrato de ti, hecho torpemente por mí, he de confesar, que fue el primer retrato que logre hacer más realista, inclusive después de ya casi un año y muchos intentos, no he logrado igualar el resultado como el de aquel primer retrato.
En fin, podría escribir un libro sobre todo cuanto hemos vivido juntos, así como el manuscrito que hace un tiempo te entregue, omitiendo una hoja (la última), desafortunadamente mi mente se llena de logias que tarde o temprano sucederán, sabiendo que el final de una historia siempre llega a su fin, en esa hoja extraída explicaba las razones por las que llevarían a nuestro punto final. Quizá el editor de la novela o el escritor sabía algo que nosotros no entendíamos. Aunque yo plasme sobre folios toda la novela que forjamos será necesario un final, un sabio dijo un día "Tener o no un final feliz depende de donde decidas detener la historia" "Lo peor es cuando has terminado un capitulo y la máquina de escribir no aplaude "Orson Welles. Así que, por mi parte no te culpare y espero que al igual tu no me culpes,
Como bien he dicho, comprendo que nuestras vidas y actividades sean totalmente distintas, ahora después de dos visiones desagradables, me he dado cuenta por cual camino guías la tinta de tu pluma sobre el papel, inclusive puedo confesar que desde el primer día lo deduje, no me atreví a ser más divertido ni ser más travieso, no quise dar ese salto a la cancha de tu juego, no he querido jugarlo, aunque conozca muy bien las reglas, y también sepa jugar. Porque al igual que tú, sé por dónde guío mi pluma sobre mi libro. teniendo en cuenta que nuestras plumas se unen momentáneamente. Al final te recordaré brillante, inteligente, bella, y totalmente plena. No quisiera dibujarme una idea de cómo me puedas llegar a recordar, no lo necesito, conozco perfectamente la visión que plasmo en la gente, aun sabiendo que todo al final es una contradicción absoluta, donde podemos ver malicia, habrá bondad y viceversa.
Desgraciadamente la humanidad pretende ocultar los bellos momentos por los malos, igual podrá suceder, y estará bien. Porque al final en tu versión podría ser el antagonista de la historia, y no hay problema en ello, así como, podré ser excepcional que todo haya hecho bien, y también estará bien el título recibido. He lucido en toda la vida adulta y no tan adulta que he sido una persona totalmente responsable, y sabes no es cierto. Soy tan humano como tú y los demás, también cometo errores sin responsabilizarme de ello, así como me he responsabilizado de los errores ajenos, convirtiéndome en una contradicción. De igual forma tú, y cualquiera a quien conozcamos.
Hoy me enteré en la oficina que, por temporada navideña, las últimas dos semanas del año no serán laborales, lo que entiendo que el final al que tanto temo está cerca de ocurrir. Tú partirás después de cumplir con tu contrato a un nuevo sitio, separando el camino compartido. Seguro estoy de que con el paso de los días y de más tiempo querré volver a verte, ansiaré compartir más tiempo a tu lado, querré volver, me torturaré viendo tus fotos, abriré tu chat, y desearé escribir un mensaje, y tal vez lo haga y no envié, lo borraré y reescribiré una y otra vez, porque soy débil. Porque sentiré la conexión cósmica que un día nos unió.
Evitando crear un sufrimiento mayor hacia alguno de los dos, es momento de decirnos adiós, deseándonos éxitos y grandes esperanzas el uno al otro. Con la esperanza de que el día en que vuelvan a unir nuestros caminos, el fruto cosechado sea fructífero para cada cual. Porque te lo mereces al igual que yo, supongo, sin perder aquella promesa que te realice con la garrita de lobo, ni se olvide con el tiempo. "Contigo hasta el fin del mundo". Sabiendo que voy a estar aquí, y que en mí quedarán grabadas todas las demás promesas que realizamos juntos, tal vez me haya faltado cumplir algunas, como el enseñarte andar en bicicleta, o viajar juntos a un pueblo mágico, bailar contigo en los bailes de los findes en la alameda central. Pero con la seguridad de que las demás las he cumplido, y cumpliré aun no estando cerca.
Y la seguridad de que el día en que vuelva a vibrar mi móvil, mostrando una notificación de algún mensaje tuyo, o una llamada entrante con tu número telefónico, le tomaré alegremente, entregado en cuerpo y alma, sabiendo que tu futuro brilla con la misma intensidad con la que te conocí.
Adiós.