El bobo cazador tiene un plan.

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Ya habían pasado dos días enteros, dos días en que la lluvia no había parado de caer, el clima afuera estaba algo violento, no podía salir para nada. Miraba como el suelo y las hojas de los arboles estaban empapados totalmente por la llovizna, las gotas golpeaban contra su ventana al igual que el viento, y solo divagaba en sus pensamientos manteniendo su postura actual.

Wirt miraba hacia su ventana con una expresión de aburrimiento, se encontraba sentado sobre su silla de madera, teniendo los brazos apoyados sobre la mesa, y con una mano sosteniéndole la cabeza.

Durante este tiempo transcurrido ya habría planeado algunas formas de capturar a algunos ciervos, pero la tormenta impedía que saliera, no podía ir y atraparlos, esperaba que el señor Quincy le perdonara este problema...

Pero con el tiempo extra en el que había estado ahí dentro de su casa, sin hacer nada más que pasar un momento de descanso obligatorio por el clima, pudo también aprovechar para poder pensar una forma en la que pudiera averiguar el paradero de la Bestia, tal y como solicitaba el leñador, quien le pedía que encontrara el nido de aquel ser tan misterioso.

Todavía no sabia porque exactamente ese sujeto quería conseguir la ubicación de la Bestia a toda costa, ese hombre tenia una clara obsesión por ese ser, cuando había ido por primera vez a su hogar y visto lo que había dentro de su cabaña, no habría tardado tanto en notar que el hombre se la había pasado años tratando el mismo tema, seguramente sabia algo que él todavía no.

Por la misma razón de que lo había visto tan obsesivo y algo lunático, pensó en un principio no involucrarse más, pero lo había hecho, y se había decidido a ayudar en lo que quería obtener.

Por eso también había pensado en una manera de poder lograr ese objetivo sin tanta dificultad; el bosque era extenso, tanto que necesitarían tener algún invento que les mostrara desde arriba cuanta era la extensión de ese territorio.

También tenia en cuenta que en el bosque no solo ciervos y lobos habitaban, había otros animales más que vivían dentro, uno de ellos eran los osos que seguramente estaban en alguna parte, por suerte nunca se ha encontrado con uno, y seria mejor que no sucediera nunca.

Algo más era que a diferencia del leñador, él estaba limitado por un trabajo donde le servía a alguien con seguimiento, no podía pedir tiempo fuera de su deber, tampoco podía esconderse y huir de ello, tarde o temprano podría estar acorralado entre muchos problemas con su jefe, y tenia que realizar bien su labor si quería evitarse esas consecuencias.

Así que la mejor forma era lograr hallar una manera que le facilitara las cosas, y había pensado en algo que aún no creía que se le había ocurrido...

¡Volverse amigo de la Bestia!

Era un plan altamente loco que solo a él se le había podido ocurrir. Lo que pensaba era en que sí podía de alguna forma conseguir la confianza de la Bestia, él podría darle la ruta hacia su nido, y así evitarse tantos líos. Y cuando obtuviera esa información, la llevaría directo al leñador, aunque antes desearía saber primero cual era la razón verdadera del hombre para querer saber eso, pero imaginaba que ese asunto no le convenía mucho, podría solamente aportarle esa ayuda y dejar que del resto de encargará él, y fuera lo que fuera que pasara, ese asunto ya no estaría en sus manos, podría regresar a como estaba antes de que se creara este tema.

Así que solo era eso, fingir y engañar, ¿pero seria fácil? No, pero no tenia una mejor idea en mente.

Una vez se calmara la llovizna de afuera, esperaría un momento más para poder confirmar que por el día de hoy la tormenta había terminado, se movería de su lugar e iría a prepararse para salir de nuevo con el plan en mente.

El Espíritu En El BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora