Las cosas no son lo que aparentan ser.

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La mañana había empezado de nuevo, Wirt ya se había levantado y preparado para comenzar su rutina de cacería, bajo las reglas de la Bestia.

Ahora la labor se había puesto más difícil esta vez, había ido primero a revisar la zona segura donde cazaba, y como la Bestia ya le había dicho antes, los ciervos volvían al área de nuevo. Aún no eran tantos como antes,  pero al menos la cantidad era buena para poder llevar unos cuantos por semana al señor Quincy...

Se encontraba dentro del bosque ahora, el clima se veía bien ese día, por suerte no habría hecho llovizna, solo el viento fresco lo acompañaba, y un cielo medio nubloso que decoraba el ambiente.

Junto a él estaban su arma y su lámpara encendida, ambas llevadas con la razón de tener precaución por cualquier cosa; ya parecía que llevar la lámpara consigo ahora era su nueva costumbre, además, aunque su arma ya no era llevada con la intensión de matar a algún animal, la mantenía consigo solo en caso de defenderse de algún animal salvaje, en caso de que su vida corriera peligro.

Wirt se encontraba realizando unos nudos a una soga, era una trampa que se conectaba a un árbol. Claro, debía poner trampas inofensivas, y una donde solo tenia que esperar a que el animal fuera atrapado y colgando, o enredado entre la soga era una opción, podía poner algo que dejara de cabeza a su presa, o una red como trampa que se activara al momento de pasar sobre ella.

También había puesto otra trampa más, aquella que era solo de cavar un hueco profundo en el suelo, donde le cubría solo la superficie con hojas y ramas. Estas trampas que había colocado eran de las mejores que se le habían ocurrido, y que se ajustaran a lo que solicitaba la Bestia.

Se había pasado toda la mañana y media tarde en sólo ese trabajo, le había tomado tiempo colocar cada una de esas trampas en toda el área que le correspondía. A cada una le había colocado también una pequeña cadena que le indicara cuando un animal había sido atrapado.

Y se había puesto una nota mental al momento en que empezó a hacerlas, tendría que recordar en donde había colocado cada una y evitar caer accidentalmente en una de ellas, esperaba que no pasara eso...

La trampa que colocaba en estos momentos era la ultima de todas. Una vez había terminado, se sintió satisfecho de ello.

Limpiaba las gotas de sudor que bajaban por su frente, usando las mangas de su camisa. Observo por unos momentos su trabajo realizado, admirándole, cuando escuchó un ruido por detrás suyo.

Se apresuro a mirar hacia atrás y tomar el arma con rapidez, todo resulto ser falsa alarma cuando descubrió que solo era la Bestia que se había aparecido.

Al verlo, bajo el arma que apuntaba hacia este y se calmo un poco, luego tomaría su lámpara en una de sus manos y le miraría para hablarle. -Oh, solo eras tú, pensé que era algún depredador.-

-¿Pensabas usarla sí lo era?- Cuestiono usando un tono atemorizante.

-¡...!- Al darse cuenta de que su reacción había sido por instinto, se apresuro a aclararlo y dar una excusa. -Lo siento, es una reacción instintiva.-

-¿Y por qué la llevas contigo?- Le miro con detenimiento la criatura.

-Solo es por seguridad, no te molesta ¿cierto?- Tomo valentía para poder preguntar aquello.

-Mientras no le dispares a nadie sin razón...- Menciono con cierto tono de advertencia.

-Descuida, no lo haré, solo la usare para distracciones y no para dañar.- Aclaro con rapidez el joven.

-...Bien- Asintió el más alto. Después de mirarlo un momento, giro su cabeza a los lados, podía notar que había leves cambios en el área, siendo las trampas que había colocado el ajeno.

El Espíritu En El BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora