~ Capítulo 35 ~

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●DAVID●

Me separé de ella y acaricie su mejilla.

Su piel estaba tan suave como de costumbre, pequeñas gotas de sangre salpicaban su cuello y sus ojos estaban cargados de lágrimas.

No puedo dejarla. No lo haré.

Jamás me lo perdonaría.

Baje mis manos nuevamente al vestido que había envuelto en su cintura y tiré con un poco más de fuerza para ajustarlo.

-Auch!

-Lo siento, pero esto hará que pare un poco la hemorragia. Nos dará más tiempo.

-Me cuesta respirar...

-Lo sé -Beso su frente.

La acomode mejor en el asiento y volví a colocar las manos en el volante. Coloque nuevamente las llaves e intente encender el motor.

Que extraño... no enciende.

Suspire y volví a intentarlo.

-Mierda!

-No enciende?

-No! Mierda!

-David...

-No! No digas nada! Déjame pensar...

Estiro su mano y la puso sobre la mía.

-Respira...

-No! Tu deberías respirar, no yo!

Rosario echó su cabeza hacia atrás y suspiro.

Como si todo no pudiera empeorar escuchó un auto a toda velocidad detrás de nosotros.
Levanto la cabeza y miro por el espejo como una camioneta negra toda rota frena detrás de nuestro auto.

-Carajo...

-Que sucede? -Pregunta casi en un susurro.

Me inclino hacia ella y tomo su rostro con poca delicadeza.

-Escuchame bien, quiero que te quedes aquí, no salgas, no te asomes, no te muevas. Te lo ruego.

-Por que... quien... que esta pasando?

-No salgas.

Agarre mi pistola y la cargue con otras 3 balas para rellenarla.

Sabia perfectamente quién estaba afuera.
Sabia perfectamente que me esperaba si salía.
Pero estoy dispuesto a correr el riesgo.

Volví a mirar por el espejo retrovisor y asegurandome de que era él, baje con mi arma en mano.

-David!

●ROSI●

Mi vista seguía borrosa pero pude notar la tensión que sentía David.

No entendía que era lo que estaban sucediendo. Lo vi salir del auto y algo dentro de mi se removió.

Me incorporé un poco sobre el asiento y levante la vista hasta el espejo retrovisor.

...

Mierda.

Me tomo unos segundos reaccionar y darme cuenta de que esa camioneta que estaba detrás de nosotros era uno de los autos de Álvaro.

La desesperación me invadió, ya no me importaba la herida, mi mente estaba en blanco.

Apenas sentía mis manos y mi cabeza daba demasiadas vueltas.

Aún no oía disparos ni gritos. Eso... eso es extraño dado que Álvaro comenzó a dispararnos anteriormente como un maldito psicópata.

Esto no me olía nada bien.

Abri la puerta del coche con toda la fuerza que me quedaba. Desde cuándo las puertas de los autos son tan pesadas?

Apoye un pie sobre el suelo y mi mundo se vino abajo. Literalmente se vino abajo.

Me desplome sobre la acera. Mi mejilla rozaba el cemento, estoy segura que mi herida ha vuelto a sangrar y mis piernas tiemblan de una manera poco normal.

Intente levantarme de nuevo, pero fue inútil mi cuerpo y mi cabeza no coordinaban.
No me quedo más opción que arrastrarme hacia ellos, me mantuve pegada al auto para que no me vean.

Cuando llegue al final me detuve. Y los vi...

Álvaro estaba parado junto a David. Están... hablando?

Es imposible. Ellos querían matarse, como puede ser?

Preferí quedarme quieta e intentar escuchar.

-Es tu única opción -Supongo que ese era Álvaro, mi vista era cada vez era más borrosa.

Luego de unos segundos el que creo que es David suspiro y dijo:

-Acepto. Salvala...

Uno de los guardaespaldas de Álvaro giro la cabeza y clavo la mirada en mi.

Oh mierda.

-Señor... -Me señalo.

Álvaro giró hacia mi- Mi niña... eres muy escurridiza.

David se mantenía en su lugar mientras que Álvaro se acercó a mi, me levantó y me acono en sus brazos.

No tenía fuerzas para luchar ni defenderme, yo solo quería cerrar los ojos y...

-Ya sabes lo que tienes que hacer.

Fue lo último que oí antes de desvanecerme en sus brazos.

🤍🤍

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