El burdel de la bestia

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Dos semanas después

Emma Cooper

Según Mick, mis condiciones ya estaban mucho mejor. En lo personal, no lo sentía así, es decir, estando secuestrada y con menos comidas a la semana era difícil estar bien. Con trabajo, en la semana tenía una comida completa, dudo que alguien como Gallagher no tenga dinero para al menos un día darme una comida completa.

Justo ahora estaba disfrutando de mi soledad ininterrumpida, jugando con una pelota que había encontrado en la habitación el mismo día que desperté ahí. Estuve jugando cuando ya me aburría por completo.

Toqué mi estómago al sentir como rugia por comida. Me sentía mucho más delgada de lo normal, no era bueno, estaba segura que ahora se me notaban las costillas. Lo cual no debía ser lindo.

—Había una vez... —dije, pérdida en mis pensamientos—. Una chica que tenía la vida perfecta para cualquiera en esta situación. Que trabajaba y ganaba bien, que no necesitaba de nadie y era autosuficiente. —Reí un poco—. ¿Qué le pasó a aquella chica?

—Morirá —la voz de tormento para mí se escuchó por la habitación.

—Carajo... —murmuré.

—No se asuste... Yo no le haré daño, al menos no directamente —dijo con cinismo. Lo pude notar en sus ojos.

La ira que tiene dentro de él. No la soporta, tanto que desea ver a los demás sufrir como él lo hace. Quiere ver el mundo arder para sentirse en paz.

—No entiendo... —empecé a hablar llamando la atención del hombre—. ¿Qué tengo que ver yo en tu plan de venganza? Soy una chica insignificante en una tabla de ajedrez con un juego más complejo, no soy más que un simple peón.

—Se equivoca, Srta. Cooper. Su cooperación hará que tu padre caiga. —Sonrió con malicia.

Conocía perfectamente a su padre. Era o más bien, fue el enemigo más grande de mi padre. Robert Gallagher fue uno de los criminales más grandes en la historia de la S.I.S.N.Y. Hizo ver la suerte de muchos y me llevo a muchos funerales de agentes que murieron en sus manos.

Ahora yo estaba en manos de su hijo. Genial.

—No... No debería querer eso —retrocedí en la cama al sentir sus pasos por la habitación—. Mi padre es un buen hombre.

Con un juicio algo desviado, pero un buen hombre. Nunca le hizo daño a una persona a menos que fuera realmente necesario. Y supongo que todo era un malentendido.

—¿No lo entiende, verdad? Su padre mató al mío a sangre fría.

—Si lo hizo, no debió tener algún tipo de opción. Él no lo haría para satisfacer sus deseos más oscuros —respondo con seguridad en mis palabras. Conozco a mi padre para saber que no lo haría sin una razón válida.

Aparte de ser él el encargado de llevar a cabo muchos casos muy importantes, pensar en los derechos de los demás en momentos cruciales no era una opción.

—Oh mi querida, Srta. Cooper. Su padre es un maldito homicida, y estoy seguro que sufrirá las consecuencias por sus actos —tomó mi mentón con fuerza como la última vez.

Lo permití, ya que no deseaba morir tan rápido. No sería una muerte digna.

—No sabes lo que haces, estas cegado por tu venganza que no ves lo pasa a tu alrededor —la fuerza iba aumentando y siento como nuestros rostros están demasiado cerca—. Déjame ir y deja ir todo esto. No vale realmente la pena.

Secuestro Mortal | Aidan GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora