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Capítulo 06

Solo es alguien más, para nada importante

Salimos del parque y caminamos por la acera sin hablar o darnos una mirada. Se siente extraño, la tensión se puede percibir, pero tampoco puedo esperar una amistad eterna cuando recién nos conocemos. Me puse la mascarilla y ella hizo lo mismo. 

—Hay un restaurante por aquí cerca, tengo hambre así que primero comemos y luego vamos a hacer payasadas por ahí. —dijo, señalando hacia una esquina al otro lado de la calle. 

El semáforo cambió de color, anunciando que ya podíamos avanzar, sin embargo cuando di un paso hacia adelante me obligué a regresar tres hacia atrás, abruptamente, jalando a Isadora conmigo. Mi corazón latía acelerado y mi amiga permanecía inmóvil viendo la calle sin pronunciar palabra alguna. Pude escuchar el suspiro de asombro de las personas que estaban, como también varias se acercaron a ver cómo estábamos. 

Vi el auto un poco más adelante de nosotras y le saqué mi dedo corazón hacia su dirección, esperando que me vieran. 

Abrí mi boca con sorpresa cuando Isadora se giró hacia el auto y gritó barbaridades que no entendí para nada puesto que las dijo en su idioma natal. 

—¡Hijo de puta, cara de verga! ¡¿Acaso no viste el maldito semáforo o estás ciego?! ¡chucha madre!. —exclamó, manoteando al aire aún cuando la persona que iba en el auto no la iba a escuchar debido a los metros de distancia que nos encontrábamos de él. Me miró y su expresión decía lo arrepentida que estaba de haber perdido el control— Lo siento, a veces se me salen las malas palabras. 

Por poco y nos morimos. Si mi mamá hubiese visto esto, me hubiese llevado a rastras hasta la casa y no me dejaría salir más. Pero al final no fue mi culpa, fue culpa de la persona que al parecer no sabe diferenciar las luces de los semáforos. 

Cruzamos la calle con una precaución excesiva y entramos al restaurante que antes mirábamos. Fuimos hasta un hombre que se encontraba detrás de un mostrador, quien nos observaba con una sonrisa desde que entramos en el local. 

—Buenas tardes y bienvenidas, ¿Tienen reservación?. —cuestionó el hombre. 

Miré a Isadora, ya que ella había sido quien recomendó venir a este lugar. 

Nunca salía de casa y las veces que lo hacía era con mi madre, además solo iba hasta el supermercado. 

No tenía idea de qué había que decir. 

—No tengo reservación, pero mi hermano es André Ledezma. —informó con una sonrisa y yo ni sabía quién era ese hombre. 

—André Ledezma hoy no está de turno, así que, no puedo darles una mesa, sin embargo pueden pedirla… —me mantuve expectante a lo siguiente que el hombre diría— carnet de identificación. —pidió. 

Empecé a buscar mi celular y al encontrarlo, le quité el protector de silicón, saqué mi carnet de identificación y cuando estaba por enseñársela al hombre, Isadora me pegó en la mano y me obligó a bajarla. 

Sacó con una lentitud tortuosa su carnet de identificación, pero antes de mostrarla, alguien pasó sus brazos por sobre mis hombros y el de mi amiga. 

—André Ledezma ya está de turno y mis hermanas ya pueden entrar. —informó con un tono de voz muy ególatra. 

El hombre rodó los ojos y nos señaló con su brazo el camino hacia una mesa del segundo piso, al aire libre. Nos sentamos, menos André, él solo se quedó de pie a un lado de Isadora. 

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