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Me veo en la necesidad de avisar, debido a las normas, que en este capítulo habrá una escena medio subida de tono, y pues, para que sepan por si no la quieren leer o algo. Les recomiendo que si están leyendo cerca de alguien, pues, se alejen, you know why. 

Capítulo 13

Práctica uno: Desastre total

Entré en pánico mientras metía todas las cervezas y el alcohol que trajo Ian en una bolsa y lo tiraba en el interior del sitio donde se guardaban las cosas de limpieza, como el líquido desinfectante y eso. Pero justo ahora no estaba pensando, justo ahora estaba aterrada. 

Recordé a Ian en la piscina y salí corriendo a la parte trasera de la casa que, gracias a Dios, la puerta estaba en la cocina. Lo encontré tirado en el pasto a un lado de la piscina, despatillado y roncando. Fui a la piscina y agarré una lata de cerveza vacía cerca, la llené de agua y se la eché encima a Ian, haciendo que se levantara de inmediato completamente desorientado. 

Isaac vino hasta mí para intentar ayudarme totalmente tranquilo, como si nada hubiese pasado hace un par de minutos, sin embargo, entre tanta adrenalina y movimiento, poco me interesaba lo que hiciera él o cómo se encontrara. Estaba estresada y aterrada de lo que pudiera pasar, eso sí que me importaba. 

—Llévalo a mi habitación y tíralo en la colchoneta que está en el suelo, le pones una cobija encima y ya. La puerta mía tiene un póster de un álbum de Taylor Swift, cuando lo veas te darás cuenta. Anda. —le expliqué y se fue, llevándose consigo al borracho dormilón. 

Corrí al interior de la casa, recogí algunas latas sin cerveza adentro, y las eché donde tiré antes las latas que sí tenían cerveza. Recordé que no tenía ropa interior, sin embargo, lo ignoré porque ya no me quedaba tiempo y mi papá ya estaba tocando el timbre. 

Fui hasta la puerta y le abrí, encontrándomelo en pijama. 

—¿Papá? ¿Qué haces aquí? —pregunté mostrándome confundida y ocultando mi agitación. 

—Tu mamá interrumpió mi descanso de tres horas para pedirme que viniera a vigilarlos porque ella había salido. 

—Ella se fue hace como una hora y por aquí estamos bastante bien, pero pasa, si quieres. 

Le abrí paso y él entró. 

—¿Qué hacías? —indagó abrazando un peluche de felpa. 

Ya ven que los adultos siguen siendo niños. Y no está mal. 

—Jugaba a las cartas con… —justo en ese momento volvió Isaac y me volví hacia mi papá para terminar lo que decía —. Con Isaac. 

Él se puso tras de mí y sentí cómo bajó mi falda para acomodarla disimuladamente. Más tarde le agradecería, aunque me debía terminar lo de hace un rato porque, a pesar de la adrenalina de que mi papá llegara, las ganas no me hacían falta. 

Papá se nos quedó contemplando y, sinceramente, parecía medio dormido. No tengo ni idea de cómo llegó aquí sin estrellarse. Moraleja: No manejen dormidos. 

—¿Qué te pasó en el brazo? —preguntó, señalando mi brazo derecho en donde se admiraba la piel roja, el lugar donde estaba la marca de la mordida de cuando intentaba no gemir, hace unos minutos. 

Mierda. 

—Que hace un rato me caí y me golpeé la rodilla, ya sabes como soy yo de exagerada y dramática y pues, para no gritar, me mordí el brazo. No quería despertar a mis amigos que ya estaban dormidos. —expliqué intentando que suene creíble, rogando para que Isaac no se ría. 

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