El mundo siempre ha sido y siempre será el escenario preferido para el conflicto. Donde las personas se identifican por las semejanzas; donde la verdad se da para quien la busca y donde los más retorcidos deseos yacen en lo profundo de la conciencia, anhelos motivados por males tan perversos como para corromper el pensamiento. Una vez que se ha tocado fondo, es difícil recordar el motivo de los desacuerdos, después de todo, el pasado nos marca y nos define. Son aquellas cicatrices a las que de llamamos "recuerdos", ya sea con cariño o arrepentimiento y las personas que llenaron de sentimientos esos momentos, momentos compartidos que unen o separan los corazones. Solo cuando construyamos y luchemos por las bases de nuestros ideales, tendremos la total capacidad para crear un mundo distinto... y con él un final feliz.
...
Sonó la última campana del día, los pequeños estudiantes de la escuela primaria de Connecticut se retiraban de la escuela con sus respectivos padres, algunos en vehículos y automóviles comunes y otros caminando tomados de la mano de sus padres. A diferencia de cierto pequeño que esperaba inocentemente en uno de los banquillos frente la escuela, cuyos representantes aún no venían por él. En una zona muy bien transitada, esto no representaba peligro alguno, mucho menos si se está bajo la supervisión de profesores o maestros presentes.
–Dos por cuatro ocho, ocho y dos son dieciséis; por dos son treinta y dos; por tres noventa y seis– murmuraba el jovencito de pelo y tez blanca mientras anotaba en su cuaderno. Para cierto pequeño, el ejercicio mental es práctico para la memoria y necesario para las señales cognitivas... además, no tenía nada mejor que hacer.
–"¡Hola!"– saludó repentinamente en español la latina a su costado, cosa que sorprendió al pequeño de pelo blanco, haciéndolo caer del banquillo –Oh perdón, no quería asustarte ¿te encuentras bien? – se disculpó tendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse la pequeña de tez morena.
–Ah... okey – comprendió el jovencito aceptando el gesto de buena fe – ¿También esperas a tu mamá?
–Sip, mi mamá está trabajando a esta hora, así que mi papá viene por mí, pero no sé por qué no llega– respondió la jovencita un tanto preocupada por su papá.
–Por cierto, ¿tu mamá no te dice a ti también que no hables con extraños? – preguntó el peli blanco. Era una de muchas cosas que su mamá le decía siempre y le parecía raro que la morena no siguiera tan sabio consejo. Aunque tergiversando un poco las intenciones de dicho consejo, esto no debería aplicar para conocer niños de su edad.
–No creo que seas un extraño– respondió la niña –Vamos a la misma escuela y tienes una estrella dorada de las que da Miss Marnie– señaló la latina a la estrellita dorada que el peli blanco tenía en la camiseta. Si bien no se conocían es porque estudian en salones distintos por la cantidad de alumnos en el mismo año, dividiendo la clase en dos secciones: sección "A" y sección "B".
–Sí, es porque estudié toda la semana, noté que mami se pone feliz cuando estudio, así que quiero estudiar mucho y hacerla muy feliz– expresó contento el pequeño. Aparentemente su madre a estado tosiendo muy seguido y muy fuerte estos últimos días, por lo que verla sonreír al sacar buenas calificaciones en sus exámenes, llenaba al jovencito de dicha.
– ¿En serio? ¡Yo también! –respondió emocionada la pequeña de tez morena. No sonaba tan mala idea, quería hacer lo mismo, además ¿era fácil sacar buenas notas, verdad?
–Te puedo ayudar con tu tarea si quieres– ofreció con inocencia el peli blanco. Buenos modales, eso fue lo que le inculcó su madre.
–Ahora que lo mencionas, mañana tengo que leer una parte de un libro que me guste, pero hay un pequeño, pequeño, pequeño problema
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The Cat Shelter.
FanficÁngel Blanco es un adolescente de quince años de edad, que despierta después de una fuerte contusión en un aterrador mundo de fantasía "Las Islas Hirvientes". Una serie de acontecimientos conducen a Ángel a conocer a Val, una antropomórfica fugitiva...