×2×

1.6K 212 94
                                    

Ahí afuera la lluvia conducía la ciudad a un ambiente melancólico, empapando hasta el último rincón.

El joven coleccionista consumía el embriagante sabor de su café caliente, mientras observaba con atención cada uno de los movimientos de ese chico.

El rubio leía un libro -que al parecer era aquel que compró en la tienda donde Michael trabajaba- mientras consumía una malteada de color pálido y aspecto grumoso. Mantenía esos bellos ojos sobre cada línea escrita allí, moviéndolos de izquierda a derecha en repetidas ocasiones.

Su reloj marcaba las 9:17 am, y su entrada al trabajo ese día sería a las 12:00 pm. Planeaba quedarse postrado ahí todo el tiempo necesario sólo para vigilar al joven que se había convertido en sus pensamientos desde aquel día.

Había buscado su dirección hasta el cansancio, trató de conseguir todos los datos posibles de aquel rubio de los preciosos ojos. Hasta ahora, sabía que vivía con su madre a tres cuadras de la librería, exactamente en Phill Pints. Estudiaba en la preparatoria más cercana, una localizada en el centro de la ciudad. Sabía que cada sábado asistía a sus lecciones de música en un pequeño negocio situado frente a dicha preparatoria y que le gustaba la música Punk de Sex Pistols. De su nombre aún no sabía nada.

Se cuestionó más de una vez si el chico habría leído el pequeño mensaje que puso en su libro.

Había pasado apenas una semana luego de que lo viera por primera vez en el local donde trabajaba, sin embargo, estaba terriblemente obsesionado con obtener aquel par de ojos azules.

Pero éste caso era curioso por la siguiente razón: No sólo sus ojos le llamában la atención, entonces buscaba algo más con ese chico. Le gustaba su huesuda complexión, como sus largas piernas iban de allá para acá con única elegancia, sus brillantes cabellos como el oro peinados hacia arriba, su pequeña nariz perfecta y los hoyuelos que se formaban a ambos lados de sus labios cada que sonreía.

El joven era de aspecto perfecto, y por eso el coleccionista pensaba en todo lo que haría con él una vez que pudiese hablarle.

Vio como éste se paró de su asiento, dejando algunos billetes como propina sobre la mesa y saliendo del local enseguida. Era increíble como ese chico nunca notaba la presencia de Michael siempre cerca de él, como su sombra.

×

Se encontraba sumergido en la lectura durante su jornada de trabajo. Eran como las dos de la tarde y no había parado de llover aún. Debido al tedioso clima, no se paraba mucha gente por la librería, por lo que Michael estaba comenzando a odiar ese día.

Había una increíble combinación entre el silencio ahí presente y el pacífico sonido de las gotas de lluvia siendo impactadas contra el concreto.

Pronto la bendita campana en la puerta se hizo presente con aquel chillón sonido, sacando al joven de su concentración en la lectura.

—Disculpa— Michael despegó la mirada del libro en sus manos al escuchar su voz.

¿Sí?— respondió luego de unos segundos, cuando había caído en cuenta de que el de los hermosos ojos se encontraba frente a él.

—Me preguntaba si esto es tuyo— puso aquel pedazo de papel en el mostrador.

Cómo no reconocerlo.

Michael asintió mientras lo observaba a los ojos, sonriendo levemente. —Veo que lo leíste— dijo enseguida.

—Si, eh... pensaba en venir desde que lo leí ese mismo día pero, soy muy tímido— sonrió levemente, con un pequeño sonrojo en sus mejillas.

El chico de cabellos oscuros se inclinó sobre el mostrador mientras examinaba la mirada del rubio, poniéndolo claramente más nervioso con ello. —¿Cuál es tu nombre?— murmuró.

—Luke— dijo mientras observaba la expresión coqueta que llevaba aquel joven.

Luke. Un nombre tan bello como lo eran sus ojos.

¿Sabías que tienes unos muy hermosos ojos, Luke?

El rubio sonrió ampliamente. —No, pero, gracias— dijo tímido.

—Soy Michael— le tendió su mano como presentación.

Y entonces ambas manos se estrecharon.

—Es un gusto Michael, ah... creo que debo irme— apuntó brevemente a la puerta.

—Igual, bonitos ojos. Nos veremos pronto...

|E y e s| •Muke• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora