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Tan solo un mes había pasado y el coleccionista no sabía mucho de él.

Al día siguiente de regresar de la cabaña, lo había dejado en su casa, y luego fueron al hospital para que un doctor tratara su tobillo. Al parecer no estaba roto como habían pensado, pero se desgastó debido a su caída, por lo que tuvo que estar en reposo durante algunos días. Él por su parte sólo había contraído una terrible gripe.

Luego de que se recuperase exitosamente, Michael lo llevó a comer algo de pizza para celebrar que podrían por fin salir juntos.

Habían sido pocos los días que se vieron después de esto.

El coleccionista se había vuelto algo dependiente a Luke. Le gustaba estar junto a él, y eso era sólo obra de un milagro, ya que se había jurado a sí mismo que jamás confiaría en nadie que no fuese su persona.

Y había terminado confiando en el rubio.

Luego de jurarse que no amaría a nadie que no fuese él mismo, había comenzado a amar a ese chico.

Había olvidado su plan sólo por él.

Aquel viernes, su reloj marcaba las 5:00 pm mientras se encontraba recostado en la cama.
Quería llamarlo.

Pero también llegaba a preguntarse ¿le importaba realmente a ese rubio? Es decir, no le había vuelto a llamar, ni mensajear...

«no debería importarme» se dijo a sí mismo.

Pero la duda le carcomía.

Finalmente se levantó y fue hasta donde se encontraba su teléfono móvil. Seleccionó el contacto del rubio, el cual tenía una foto de él haciendo una mueca graciosa que se veía totalmente encantadora en su rostro.

El sonido pausado comenzó a sonar, mientras el coleccionista esperaba a escuchar su voz.

Mandado al buzón.

«joder»

Luego de hacer un par de llamadas más, se rindió. Lanzó el celular sobre la cama con fastidio y miró por su ventana. Al parecer el día se encontraba del mismo humor que Michael. Las gotas caían suaves por toda la ciudad, algunas personas en las calles se cubrían con paraguas y saltaban los charcos que se presentaban por el concreto.

«debería ir a verlo» pensó.

Entonces tomó su abrigo oscuro y se lo puso. Tomó las llaves de su auto y salió de la casa.

La lluvia había comenzado a intensificarse, pero eso no le importó. Pasó por una florería que aún con ese clima de mierda se encontraba abierta. Compró una rosa que planeaba regalarle al rubio en cuanto lo viera. 

El coleccionista no era un tipo de chico que obsequiara esas cosas a nadie, pero Luke era especial para él, por mucho miedo que le causara admitirlo.

Incluso ese chico no era tan sólo una diversión para él. Al conocerlo, creyó que sería uno mas en aquella lista de muerte que llevaba en su cabeza más que retorcida. Sabía lo que haría con él, y ahora no entendía por qué razón no podía siquiera pensar en matar cada vez que lo veía a los ojos.

Quizá llegaba a pensar que le estaba dando más amor de el que merecía.

Luego de salir finalmente del tráfico de la ciudad, había llegado a la pequeña plaza encontrada al frente de la casa del rubio. Decidió bajarse ahí porque quería que fuese una sorpresa para Luke cuando llegase.

Camino unos cuantos pasos y cuando estuvo a punto de cruzar la calle, se detuvo en seco, observando aquella escena en frente suyo.

Ahí afuera de la casa de Luke, estaban él y el chico rizado llamado Ashton. Ambos charlaban alegremente, sentados sobre uno de los escalones de la entrada.

Estában tomados de las manos.

El coleccionista decidió retroceder algunos pasos para que el rubio no lo viera, escondiéndose detrás de un árbol.

No despegó su mirada de aquellos chicos. Seguían hablando, pero sus dedos entrelazados eran ese pequeño detalle que le destrozaba aquellos sentimientos que había comenzado a experimentar luego de conocer a dicho joven.
Se levantaron de aquel escalón y, lo que vino no se lo esperaba, él no podría ser tan cruel.

Ashton lo tomó de la cintura y besó aquellos labios que antes había considerado suyos.

El rubio le correspondió de inmediato, como si estuviese acostumbrado a eso.

Había sido un beso largo, pero Michael no dejó de observarlos en ningún momento. Se preguntaba cómo Luke podía mover su mundo de una manera tan bella y luego traicionarlo sin remordimiento alguno.

Finalmente los chicos se separaron, Ashton le dio un pequeño beso en la frente y luego lo abrazó fuerte. Luke sonreía enormemente.

Entonces se metieron en la casa del rubio.

Eso definitivamente había jodido a Michael.

Decidió irse, pues no tenía nada más que hacer ahí. La lluvia no cesaba y al parecer se avecinaba pronto una tormenta. El coleccionista despedazó aquella rosa entre sus manos con odio, para luego tirarla en el suelo y dirigirse a su auto.

Manejaba con un semblante serio en el rostro, mientras apretujaba el volante en sus manos.

Su chico le había traicionado.

Haría que se arrepintiera.

×

Suspenso, el mundo se consume en suspenso ♪♪♪♪

Estamos a un segundito del final;)

|E y e s| •Muke• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora