Ambos jóvenes se encontraban en el suelo. El coleccionista reía fuertemente mientras el rubio lo atacaba en cosquillas.
Luego de años, el joven coleccionista había vuelto a experimentar lo que era sonreír ampliamente, lo que era quedarte sin aire como producto de tantas carcajadas. Había vuelto a experimentar lo que era sentir la felicidad.
-¡Para! ¡Luke!- exclamaba con una gran sonrisa en el rostro.
-¡Oblígame!
-¡oh, eso haré!- afirmó con la poca voz que pudo emitir, usó la fuerza que su cuerpo le permitió y puso al rubio debajo suyo. Colocó ambos de sus brazos delgados sobre su cabeza, impidiendo que éste se moviese.
-Eso es trampa- frunció los labios.
-Me estabas haciendo sufrir, lo merecías- le dijo con el aliento agitado.
Una vieja canción country sonaba de fondo, con un volumen algo bajo en el pequeño stereo. El verde examinaba al azúl, ambos jóvenes guardaban aquella conexión entre sí mismos. Como si no hubiera un mañana.
En un segundo, la separación entre sus rostros era milimétrica, su aliento chocaba, y sus ojos se cerraban poco a poco...
De pronto, el coleccionista se levantó, interrumpiendo aquella escena mágica.
Cuando el rubio dejó de sentir su peso sobre él, se levantó con el ceño levemente fruncido. Decidió no tocar más el tema.
Ambos se sentaron sobre el sillón, tomando el humeante y delicioso café entre sus manos. La chimenea se encontraba encendida, regalando calor y un poco de luz. Afuera la lluvia no cesaba.
Comenzaron a escucharse las primeras notas de una canción que extrañamente le gustaba a los dos, tan calmada y perfecta como las melodías de The Neighbourhood. Había un total silencio entre ambos jóvenes, mientras el ambiente se llenaba de los sonidos del piano al inicio de dicha canción.
Luke sonrió ampliamente y se levantó. Dejó el tazón de café sobre la mesa y enseguida tomó una de las manos de Michael, para que se levantase de su lugar.
-Baila conmigo- le dijo como un pequeño niño entusiasmado.
-No sé bailar- respondió mientras daba pasos hacia atrás.
-Yo te enseñaré- dijo el rubio, tomándolo de las manos para que se quedase ahí.
Michael negó, pero Luke hizo caso omiso a aquello. Tomó una de las manos del joven de cabello oscuro y la posicionó en su propia cintura. La otra la juntó con la suya, entrelazando sus cálidos dedos.
El coleccionista observaba los delicados movimientos del rubio, debía admitir que le gustaba cómo sus manos estaban unidas, así como la calidez que se creaba entre ambas.
Luke dio un pequeño paso al frente, haciendo que sus cuerpos se juntasen. Con la única mano que le quedaba libre, levantó la barbilla de Michael. A pesar de que este era más alto de estatura, sus ojos se conectaron.
-Sígueme- murmuró.
Entonces inició aquel baile cambiando la posición de sus pies, a lo que el coleccionista hizo lo mismo.
Difícilmente sería repetida aquella escena. La nítida pero escasa luz que les regalaba aquella chimenea al fondo alumbraba tan solo un poco sus rostros. El sonido de las gotas de lluvia impregnándose a la hojas de los árboles era casi tan hermosa como la canción que sonaba en el viejo stereo.
El rubio sonreía levemente, con un evidente brillo en sus ojos, mientras lo observaba en cada detalle.
En ese momento, el coleccionista había olvidado por completo sus perversos planes. Había olvidado su sed de matar, y el odio que llegaba a sentir por ese chico.
Inclinó su rostro para quedar aún más cerca de el rubio. Sus suaves movimientos se detuvieron.
Finalmente sus labios se juntaron.
Luke posicionó sus manos en la nuca del joven, mientras éste lo abrazaba por la cintura. En ningún momento sus labios dejaron de moverse lentamente.
Y entonces el coleccionista lo supo.
Supo que tal vez, sólo tal vez, podía enamorarse de él.
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|E y e s| •Muke•
FanfictionLo único que llegaba a importarle en ese chico, eran sus ojos. Advertencia: boyxboy + algo creepy