Los idiotas no nacen, se hacen.

525 15 0
                                    

Cuando Aiden me abrazo estaba sumamente vulnerable, por haber permitido que un completo desconocido como Jay me afectara de la manera como lo hizo.

Y me sentía estúpida por no poder parar de sollozar.

—¡Madison por amor a dios, háblame! —dijo mientras acariciaba mi cabello suavemente.

—Y-yo... Hoy... Casi... —no sabía cómo explicarle a Aiden que me bese con un extraño.

Trate de controlarme recurriendo a todas mis fuerzas.

—Por poco me atropellan esta tarde —dije finalmente con voz temblorosa.

—Nena me disté un susto terrible, creí que te habían lastimado —tomo mi rostro con ambas manos y me beso.

La culpa me estaba consumiendo. Sus labios quemaban los míos y mis lágrimas se mezclaban con el beso. Sabía que era una persona terrible por lo que sucedió con Jay.

Rodee su cintura con mis brazos, mientras trataba de aferrarme a lo único real que yo poseía. Sus besos eran suaves y tiernos, no tenían punto de comparación con los besos bruscos y posesivos de Jay.

«Quizás me había vuelto loca, pero fingiré que este día no había sucedido»

—Te extrañe mucho —murmure con mis labios pegados a los suyos.

—Ya estoy aquí nena —me abrazo más fuerte.

—Vayamos adentro que estoy muriendo de frio —me tomo de la mano y me dio un beso en el dorso.

Cuando estábamos en la puerta del departamento recordé mi discusión de esa mañana, pero no tenía energías para seguir peleando, además la mentira de Aiden era microscópica en comparación a la que yo debía ocultarle. Entramos y todas las luces estaban apagadas, supongo que no hay nadie.

Me dirigí a la cocina.

—¿Te apetece comer algo? —le pregunté tratando de apartar mi mente del imbécil de Jay.

—¿Me vas a cocinar? —dijo tratando de no reírse.

—¡No! —sonreí— A no ser que quieras morir joven por intoxicación —dije sacándole la lengua—. Sam debió dejar las sobras de algo en la nevera.

Y me dispuse a revisar el refrigerador.

—Pues, preferiría comerte a ti —susurro en mi oído mientras me abrazaba por detrás.

Me sentí incomoda y me aparté deprisa.

—Pueden llegar las chicas en cualquier momento —excuse. Aiden frunció el ceño y se alejó, tomando asiento en un banco de la barra.

En la nevera no había nada preparado, así que tome unas cuantas rebanadas de pan, corte unos tomates, coloque lechuga, jamón, queso y le unte un poco de mostaza. Ese es el único plato que no se me quema y al menos queda decente. Le di a Aiden su sándwich y le serví un poco de jugo de naranja.

Me senté al otro lado de la barra.

Mientras Aiden cenaba, yo en mi mente proyectaba una y otra vez mi beso con Jay, mi corazón latía furiosamente.

Aiden se aclaró la garganta y yo estaba dibujándome los labios con los dedos. Aparte la mano inmediatamente.

—Puedo preguntar a qué se debe tanta distracción —dijo caminando hacia mí, mientras se posicionaba entre mis piernas. Dejándome atrapada entre la barra y su cuerpo.

—No lo sé, supongo que aún no me creo el hecho de que estés acá conmigo —dije tratando de evadir sus preguntas inquisitivas.

—Aquí estoy nena —beso mi cuello y me agarro por el trasero, para acercarme más a su pelvis.

Jayden©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora