La felicidad es efímera.

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Madison.

Me desperté muy temprano en la mañana con una sensación extraña en mi pecho; luego de que Jayden se marchara, no pude dormir nuevamente, fingí estar dormida para que no notara como caían las lágrimas por mi rostro, su ausencia dolía más de lo que realmente aparentaba.

Estaba frente al espejo de mi baño, observándome con detenimiento, él me había cambiado por completo, mis ojos tenían un brillo particular, mis labios se veían más rojos y mis mejillas más sonrosadas. Me veía radiante.

Tengo que ir a la universidad y Olivia me está esperando para marcharnos juntas. Elegí unos vaqueros, con un sweater de algodón manga larga color negro, unas zapatillas y me maquillé un poco. Estaba lista.

—Buenos días —saludé a Olivia y Mía que están sentadas en la barra desayunando.

—Buenos días —contestaron al unísono.

—¿Qué tal durmieron? —pregunté mientras me servía una taza de café.

—¡Excelente! —respondieron en coro nuevamente. Se miraron a la cara y estallaron en carcajadas.

Su buen ánimo contagiaba así que me uní a ellas con las risas.

—¿Y Samantha? —estaba secándome las lágrimas, luego de recuperar la compostura.

Olivia me lanzo una mirada traviesa. No entendía a que se debía, así que decidí ignorarla.

—Está durmiendo con Jayden... Aún no han despertado —respondió Mía, llevándose una cucharada de su cereal favorito a la boca.

Sentí ganas de tirar abajo la puerta de la habitación de Samantha y sacar a Jayden arrastras. Suspiré pesadamente y forcé una sonrisa.

—¿Listas?

—Yo si —dijo Olivia.

—Adelántense ustedes, Mason me llevara a la universidad —respondió Mía. Olivia asintió.

Tomamos nuestras pertenencias abandonando el departamento; nos subimos a mi coche, que tenía el perfume de Jayden impregnado en el pequeño espacio, aspiré profundamente y cerré mis ojos, Olivia se aclaró la garganta haciendo que se me cayeran las llaves del coche.

—Te veo diferente estas más contenta —tenía una sonrisa en su rostro.

—¿Por qué lo dices? —pregunté nerviosa.

—No lo sé, simplemente porque a lo lejos se nota la felicidad que irradias.

—Estás loca —bufe.

—¿Estoy loca?... Entonces el motivo de tu felicidad no se debe a que pasaste un día entero encerrada con Jayden —mis ojos se abrieron como platos y me sonrojé inmediatamente.

—¿Cómo sabes eso?

—Intuición —respondió guiñándome un ojo.

— Tú intuición apesta —añadí riendo.

—¡Oh! Entonces supongo que tu felicidad tampoco se debe a que pasaste toda la noche teniendo sexo salvaje y sin control con Jayden... Dentro de tu habitación.

Al ver mi cara completamente roja estallo en carcajadas. Se rio a más no poder.

—Si eres idiota, Jayden me llamo para contarme todo el día que te secuestro.

Me sorprendió, no creí que Jayden habría hecho eso.

—¿Por eso ninguna de las chicas me interrogo cuando aparecí? —pregunté.

Jayden©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora