Desdicha.

245 10 3
                                    

Capítulo 23

Jayden.

No podría expresar con palabras el cumulo de sentimientos encontrados que tuve desde el instante en el que ese tal «Noah» mencionó que Madison no se encontraba con otro más que el bastardo de Hunter. Podía sentir la ira borboteando dentro de mí; ese escozor en las manos, esas ganas descontroladas de golpear a ese imbécil y de terminar de mandar a Madison a la mierda de una vez por todas; puto hastió que siento hacia ella en este preciso momento.

—¿Estabas con Hunter? —pregunté aun sabiendo la respuesta. La incredulidad de no escucharlo de su boca es lo único que me mantiene al margen de perder la cordura.

—No es lo que tú crees... —se excusó débilmente tratando de acercarse a mí; pero esa aseveración me llevo al límite.

—¡Pero en que mierda piensas! —grité alejándola bruscamente de mí. Los chicos estaban pasmados guardando silencio— ¡Crees que soy tan idiota como para no enterarme que me estas engañando!

—¿Crees que te estoy engañando? —preguntó en un susurro. Su gesto fue doloroso, casi al punto de hacerme doblegar ante mi molestia.

—¡Por favor! Si lo hiciste conmigo que me asegura que no me lo puedes hacer a mí —escupí venenosamente; pero casi al instante quise arrepentirme de aquellas palabras al ver como la desilusión cubrió el brillo de sus ojos.

—Tienes razón Jayden, si te he estado engañando con Hunter —afirmó secándose súbitamente una lagrima que corría por su mejilla.

No sabía si reír o llorar, mi parte lógica sabía que ella lo estaba diciendo para hacerme enojar porque esta dolida por lo que dije, pero mi parte irracional «esa que usualmente termina apoderándose de mi» le creyó.

—No sé quién es más idiota, si tú por dañarme arbitrariamente, o yo por creerte —me froté el rostro frustrado—. Realmente hay cosas que no están destinas a ser; y tú y yo somos una de ellas Madison —me di media vuelta sintiendo como ese nudo tan repugnante se radicaba en mi pecho, los tragos que había ingerido ya estaban surtiendo su efecto.

En ocasiones forzar el destino es estar preparado para en algún momento perderlo todo; y en ocasiones es más fácil aceptar que el destino no jugara a tu favor por mucho que lo desees. Pase por su lado determinado a dejarla ir de una vez por todas, ya estaba agotado de tanto luchar y obtener el mismo resultado una y otra vez; ya estaba agotado de ese amor tan nocivo que nos concedemos.

Había avanzado unos pocos pasos, cuando sentí como una frágil mano se ceñía alrededor de mi muñeca, obligándome a detenerme; no fue necesario levantar la mirada para saber de quien se trataba, su tacto electrizaba todo mi cuerpo y hacía que mi corazón palpitara furibundo, en este momento su tacto me quemaba.

—Suéltame —musité entre dientes.

—Jayden... —su voz sonó rota— ¡Por favor escúchame!

—No quiero escucharte maldita sea —espeté a la defensiva—. Quiero... Realmente quiero que te alejes de mí de una puta vez —su mano perdió el agarre con el que tanto se aferraba a mí, hasta que finalmente pude zafarme alejándome definitivamente de ella. Mi cuerpo se sacudía incontrolable, sentí la asquerosa bilis subiendo por mi esófago, quemando mi garganta; estaba descompuesto, hecho un desastre y ni siquiera he estado lejos de ella por más de diez segundos

«¿Qué tan patético soy?»

Iba tropezando y empujando a todos aquellos que se interponían en mi camino, escuché muchas maldiciones y me gané muchas más miradas de odio, pero no me importaba, lo único que deseaba era salir de allí. Crucé las puertas del club sintiendo como la fresca brisa impactaba contra mi rostro, necesitaba una bocanada de aire, pero mis pulmones se negaban a aspirar el oxígeno que tanto requerían; tuve que detenerme a mitad del estacionamiento para doblegarme; con los escalofríos recorriendo mi espina dorsal me sostuve de mis rodillas para poder hacer llegar aire a mis pulmones. Si no lo hacía sentía que en cualquier instante colapsaría, no sabía en qué momento me había olvidado de respirar.

Jayden©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora