Tempestades.

279 11 7
                                    

Capítulo 26

Madison.

Hay breves instantes en la vida donde todo pareciera haber tomado su cauce, donde la felicidad llega a ti de manera apabullante, donde el destino encaja perfecta y armoniosamente con tu entorno; y como este de a poco está cargado de sosiego. En ese punto sientes que todo lo podrías, que la vida tiene sentido y finalmente puedes estar en paz contigo mismo.

Pero hay otras ocasiones en que el azar no juega a tu favor y en un abrir y cerrar de ojos, puede tirar abajo esa tan anhelada paz que lograste cosechar. Puede tomar todas y cada una de tus emociones y sentimientos y hacerlos mierda; puede estrujar tu alma al grado de sentir como te desangras internamente sin tener noción de cuan vacía te estás.

—Buenos días —murmuran en mi oído logrando que me estremezca completamente. Abrí mis ojos con pereza y un muy radiante y sensual Hunter está sonriéndome afablemente.

«Maldición es imposible que una persona se vea tan bien al despertarse».

—Odio que te veas tan jubiloso recién levantado —gruñí con voz ronca, logrando que él suelte una sonora carcajada.

—Dios me bendijo con esa particularidad —añadió dejándome un beso en los labios para luego ponerse de pie—. Lamento despertarte principesca, pero Helen me iba a volver loco llamando cada diez minutos para saber si ya habíamos despertado, es extremadamente insoportable, casi rayando al acoso —rodó los ojos.

Reí ante su poca tolerancia cuando de Helen se trata, aunque no lo culpo; a veces llego a sentir que mi relación con Hunter es un trio, Helen, él y yo.

Es adorable dado que ella se justifica diciendo que él jamás le había traído una chica oficial a casa así que quiere aprovechar al máximo la sensación de tener una cuñada, casi hermana.

—No seas cruel —negué poniéndome de pie—. Eso es solo el embarazo.

—A veces llego a creer que esta poseída por el diablo, en vez de embarazada —solté una enorme risotada. Hunter tiene una manera peculiar de hacer comparaciones.

—Además si mal no recuerdo —entrelacé su cuello con mis brazos atrayéndolo más cerca de mí—, esa tendencia al acoso creo que viene de familia, porque tú en muchas oportunidades me acosaste.

—Y logre mi objetivo, a la final cediste ante mis artimañas y tretas—me apretó por la cintura pegándome a su pecho desnudo, solo vistiendo un pantalón de algodón que caía seductoramente por debajo de su cadera. Era todo un deleite verlo paseándose semidesnudo con ese trabajado cuerpo.

—¡Demonios! —fingí estar indignada— Como no me pude dar cuenta antes.

—Sucumbiste ante lo extraordinario de mi físico y no te culpo; sabía yo que esta cara bonita me iba a servir de algo algún día —asentí dubitativa.

—¿Cómo lo haces? —pregunté interesada.

—¿El qué? —respondió confuso.

—¿Convivir tú y tu ego dentro de una misma habitación sin que este te aplaste? —soltó otra carcajada.

Hunter siempre irradia un buen humor contagioso, pero cuando interpreta su papel de hombre empresario y de negocios se convierte completamente en otra persona. Se vuelve más intimidante, más frio y calculador; se vuelve jodidamente más sexy.

—Años y años de halagos a mí mismo me enseñaron a tratar con él —guiñó un ojo a tiempo que me daba un pequeño mordisco en mi labio inferior—. Debemos ducharnos antes de que Helen se ponga en plan psicótico y debamos hacerle un exorcismo para que se tranquilice.

Jayden©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora