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— Y esto es todo por el día de hoy. 

Suspiré incorporándome de nuevo sobre mi lugar. Estiré mis extremidades provocando que mis huesos tronaran de manera deliciosa. 

— ¿Cómo te sientes? ¿Fue demasiado? — preguntó Sanha, recogiendo un poco las cosas que había utilizado conmigo minutos atrás. 

— No, de hecho, me siento muy bien — por alguna extraña razón, esta sesión fue un poco diferente a todas las demás que había tenido. — ¿Cuándo haremos los ejercicios acuáticos? 

— Oye mujer, tienes que tomarte esto con tranquilidad — me miró, tomando asiento a mi lado. — Primero tenemos que dejar que tu cuerpo vuelva a tener la fuerza que perdió estos años. 

— Pero, ¿eso toma mucho tiempo? 

— Depende del deterioro que tengas — bajé la mirada, siempre había un punto malo en todo. — Hey, no te desanimes Jabami. 

— Lo siento, es solo que quiero volver a ser la misma de hace unos años. 

— Y lo serás, créeme. 

— Lo sé Sanha pero Saeroyi..- me interrumpió. 

—¿Volviste a tocar el tema de trabajar con ella en la empresa? — asentí. — ¡Pero si eres terca, niña! 

— Ya no quiero estar aquí sola necesito salir a tomar aire.

— Tienes un gran jardín aquí, ¿para qué quieres salir? El mundo de allá afuera es cruel y feo. 

Sanha hizo un pequeño puchero con sus labios, eso le daba un toque de ternura, pero aún así sus palabras no cambiarían mi forma de pensar. 

— No importa si el mundo es cruel, ya estoy acostumbrada a que todos me miren de diferente manera por ser..- 

— ¡Ni se te ocurra decirlo, Hwa Jabami! — el dedo de mi amigo me señaló de manera acusatoria. 

— Sabes perfectamente a los que me refiero. Las personas me miran y se alejan, sus miradas llenas de lástima ya me tienen hastiada. 

— Eso no quiere decir que no seas alguien normal..- 

Reí.— Si, claro. 

El frío comenzaba  a hacerse presente y aunque las ventanas de mi habitación estuvieran completamente cerradas aún así la ligera brisa hacía de las suyas. Arropé mi cuerpo con la cobija de mi cama, en unas horas llegaría Saeroyi y no tenía ánimos de cenar con ella. 

— Jabami, tienes que comenzar a ver esta situación con otros ojos — la voz de Sanha era demasiado suave. — Sabes de lo que eres capaz y esto que te sucede será solo temporal, ya lo verás.  

— ¿Lo prometes? — quería llorar, pero sabía que no debía hacerlo. Mi amigo solo asintió, besando mi frente y sonriendo al alejarse. 

— Prometo ayudar a que mi linda Hwa Jabami vuelva a tener confianza en sí misma. 

— ¿Te quedarías a cenar conmigo? — pregunté, limpiando una pequeña lágrima de mi mejilla. 

— ¿No esperarás a Sae? —negué. —Jabami..- 

— Ella de seguro vendrá acompañada, prefiero cenar contigo a ver sus momentos románticos con su prometido. 




















(...) 

El escritorio de la hija mayor de los Hwa estaba repleto de carpetas y papeles importantes. 

La castaña no terminaba de revisar una pila cuando llegaban más en manos de su secretaria. Aunque amaba ser la responsable del manejo y control de la empresa de su madre, había veces en las que solo quería mandar todo al demonio y disfrutar de su tiempo libre en compañía de su hermana y, claro está, su guapo prometido. 

R E M É N Y ; Jeon Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora