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La mirada de Saeroyi era incomparable.

Fría y estoica.

Era como si con cada parpadear lanzara pequeñas y filosas dagas al chico que acababa de entrar.

Jeon Jungkook era aún más difícil de leer. Su ropa era totalmente pulcra, incluso llevaba unas pequeñas mancuernillas color plata en los puños de su camisa de vestir negra. Su cabello estaba más peinado que la olivera vez que lo conocí, su frente estaba completamente a la vista y un pequeño mechón caía despreocupado por la misma.

– Señor Jeon, es un honor contar con su presencia el día de hoy – Namjoon se movió incómodo sobre su lugar, sus manos apretaron con más fuerza las agarraderas de mi silla. – A caso, ¿olvido que firmo un contrato laboral con nosotros?

Ers una situación incómoda. Demasiado.

– Tuve unos problemas personales –  habló, huyendo a la mirada de mi hermana.

– ¿Y no pudo avisar?

- Sae...-

– No, Jabami – y entonces entendí que lo mejor es quedarme callada, aunque quisiera ayudar a Jungkook. – El señor Jeon tiene la edad suficiente como para avisar cuando no pueda presentarse a cumplir su jornada laboral. ¿O me equivoco?

El chico frente a nosotros negó con la cabeza agachada.

Sabía que no debo sentirme así por alguien a quien a penas conozco, pero incluso si pusieran en esta situación a la peor persona de este lugar, no podría evitar este sentimiento de pena por él.

— No volverá a pasar — habló, con la voz más áspera de lo normal. Fue ahí cuando levantó la mirada, por instinto o mera coincidencia, ambos nos miramos por unos segundos.

— Eso espero — habló Jabami, saliendo un poco de aquella postura reacia que se habia apoderado de ella. — En el escritorio de mi hermana se encuentran las notas que se tomaron en la junta del día de hoy, agradezca que ella se tomó la molestia de tomar nota por usted.

— Saeroyi, de verdad... - creo que a este punto la mejor opción sería tener la boca cerrada. Era claro que ella no me dejaría entrar en la conversación.

— Espero venga preparado y bastante descansado — el ruido de sus finos tacones sonaron sobre el piso, Saeroyi a cortaba poco a poco la distancia entre Jungkook y ella. — Se quedará hasta tarde organizando las ideas para mañana temprano pasarlas al departamento de diseño y producción.

Los ojos de Jungkook se abrieron de par en par, pero no rechistó. No podía hacerlo.

— Tenga por seguro que tendré todo listo para mañana — dijo.

Miré a Namjoon, el cual también tenía una mueca de pena en su rostro. Agradecía el hecho de que la mayoría de los empleados estuvieran tan sumergidos en sus tareas, de lo contrario, estaríamos rodeados de varios ojos curiosos en espera de saber porque la gran jefa estaba regañando al nuevo.

Crecí con Saeroyi, pero nunca me acostumbraré a ver este cambio de actitud en ella. De niña solía regañarme ya saben, por cosas simples y sin sentido, por dejar mis muñecas cerca de la entrada de su habitación o por tomar sus lindas calcetas rosas sin su autorización. Pero siempre, después de tomar su lugar como la hermana mayor del condado, se acercaba con una charola de galletas y una sonrisa en su rostro.

Era claro que a Jungkook nunca le daría esa charola de galletas.

Saeroyi pasó su mirada por cada detalle del pelo negro, desde la punta de sus cabellos hasta sus pies. Creímos que todo había terminado, pero una risa socarrona que no tenía ni un toque de gracia salió de la garganta de Saeroyi.

— ¿Problemas personales, señor Jeon? — Jungkook asintió. — Para la próxima vez, intente que sus problemas puedan taparse con una buena capa de maquillaje.

Dejé de ver mis manos para encontrarme con aquello que había aumentado el fuego llamado molestia de mi hermana.

De lado izquierdo, un poco escondido pero visible a la vista de cualquier persona que mirara de cerca, yacía una mancha morada con sus límites algo rojizos. No era pequeño, fácilmente tenía la medida de tres dedos juntos y de aspecto, parecía haber sido hecho reciente.

Un pequeño piquete se instaló en mi estómago, podría culpar a la falta de comida por la mañana, pero se sentía diferente.

Esta vez era diferente.

Jungkook estaba callado. Su mano izquierda subió rápidamente a aquella zona de su cuello, como si quisiera ocultar lo que ya todos vimos. El motivo de su ausencia.

Namjoon al parecer notó como mis hombros cayeron haciéndome parecermas pequeña en mi lugar, ¿era tonto sentirme así? Por supuesto.

— Amor, iré saliendo con Jabami — hablo, llamando la atención de mi hermana. — Te esperamos en el auto.

— Los alcanzo — contestó, pero antes de que Namjoon pudiera moverme unos centímetros, Saeroyi tomó mi hombro. — ¿Estás bien?

Asentí, con una pequeña sonrisa de por medio.

— Solo necesito un poco de aire — sentía la mirada de Jungkook sobre mi, y lo único que quería era salir. — Nam, ¿podemos ir adelantandonos?

— Claro que si — contestó.

No hizo falta nada más para ver como. Íbamos alejándonos de las dos personas que seguían aventandose maldiciones por telepatía.

Cuando por fin estuvimos cerca del auto, los fuertes brazos de Namjoon me sujetaron ayudándome a tomar asiento dentro del mismo. Antes de cerrar la puerta, aquel chico de ojos almendrados me tomó del mentón, haciendo que nuestras miradas se enlazaran por unos momentos.

— Sabes mentir muy bien, pulga — sus palabras se vieron teñidas con una pequeña sonrisa de por medio.

¿Qué más podía decirle? Mi corazón palpitaba de manera extraña cada vez que el nombre de Jungkook aparecía en la conversación. Mi lado idealista se imaginó un panorama donde por fin un hombre podía ser diferente conmigo sin tener en cuenta que llevaba cargando una silla de ruedas a todo lugar que iba. Pero supongo que las circunstancias no siempre se dan a como nosotros queremos.

— Nam, de verdad estoy bien – dije. — Solo un poco sorprendida, eso es todo.

— ¿Sorprendida por Saeroyi o por descubrir que Jungkook es sexualmente activo?

Una mezcla de las dos.

— Por Saeroyi — reí, incomoda. — A pesar de ser mi hermana no pensé que pudiera ser tan fría con sus trabajadores.

— Y eso no es nada, deja que pase el tiempo y conocerás a una Saeroyi totalmente diferente — dijo, soltando mi mentón. — Haré como que te creo.

Dicho eso, y antes de cerrar la puerta, guiño un ojo sabiendo a la perfección que Kim Namjoon no me creyó nada de lo que pude decir.


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R E M É N Y ; Jeon Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora