Capitulo 7

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A pesar que se había prometido pedirle ayuda al profesor Snape, Tam se vió incapaz de realizar dicha tarea

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A pesar que se había prometido pedirle ayuda al profesor Snape, Tam se vió incapaz de realizar dicha tarea. Quería mucho a su profesor y la verdad es que el siempre fue muy amable con ella, pero no sentía la suficiente confianza para pedirle tal favor. ¿Y si le contaba a Dumbledore y el anciano tenía más razones para estar contra ella? No, no podía arriesgarse tanto.

El timbre sonó, marcando la hora de la comida y todos comenzaron a guardar sus cosas. Las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras en un principio había emocionado a Tam, quien sabía mucho del tema y aunque era más fanatica de practicar las Artes Oscuras que de defenderse de ellas, pensó que se convertiría en su clase favorita. Nada más alejado de la realidad.

Quirinus Quirrell, el profesor de dicha materia, era el hombre más nervioso, timido e incompetente que Tam había visto jamás. Con frecuencia tartamudeaba, incluso en sus clases, cosa que fastidiaba de sobre manera a la joven Ryddle.

—Señorita Ryddle.—Llamó el profesor y ella lo miró confundida.—¿Podría quedarse un segundo?—pregunto sin tartamudear, sorprendiendola.

Tam miró detrás a sus amigos, quienes no habían notado lo mismo que ella, a excepción de Theodore, pues también miraba curioso al profesor. Ella les pidió adelantarse, prometiendo ir en un rato. En cuanto ambos estuvieron solos, el profesor le sonrió con un extraño brillo en los ojos.

—Señorita Ryddle, he notado que es bastante habilidosa en las clases.—comentó misteriosamente.

—Muchas gracias, profesor. Me esfuerzo mucho.—sonrió dulcemente.

—Mentira.—lo miró con el ceño fruncido y el sonrió más.— Todo te debe resultar demasiado sencillo, ¿no es cierto?

Tam titubeo, cavilando si responder sinceramente o mentir.

—Un poco.—admitió encogiendose de hombros.—me gusta estudiar. Eso es todo.

—Ya veo...me preguntaba, señorita Ryddle, ¿de dónde saco un libro de la Sección Prohibida?—pregunto sacando con magia uno de los libros de su bolso.— Oclumancia y Legeremancia, un arte de poder.—leyó.

—Yo...

—No se preocupe, si gusta aprender Oclumancia, yo mismo puedo enseñarselo. No por nada soy el profesor de Defensa.—sonrió.

—No se sí...

—La espero mañana despues de clases. Aquí mismo. Puede retirarse.—ordenó y se fue ondeando su capa.

Tam se quedo quieta en su lugar y soltó un suspiro. ¿Qué acababa de pasar?

(...)

—¿El profesor Quirrell...

—...el tartamudo...

—...te enseñará oclumancia?

Los tres Slytherin mirarón a su amiga con una ceja arqueada. Tam había llegado frustrada, contandoles de la doble personalidad el profesor y su orden de enseñarle oclumancia.

—Debes tener cuidado Tam. No me fio de él.—dijo Theodore con el ceño fruncido.

—Vamos, Theo, ¿qué podría hacerle Quirrell a nuestra reina? Antes lo calcina. —se burló Blaise.

—Y hasta bien le iría.—añadió Draco.

—Dejen de llamarme reina, Merlín.—rodó los ojos.

Desde que había ingresado a Slytherin, Tam se enteró que esta era una casa muy diferente a las otras tres.

¿Perteneces a la casa de Slytherin y eres premio anual o prefecto? ¡Excelente! Puedes mandar a cualquiera excepto a los monarcas de la casa.

En la casa de Slytherin existía una notable monarquía, estaba el puesto de Rey, Reina, Principe y Princesa y Guardían. El Rey de Slytherin actualmente era Adrian Pucey, el puesto de Principe fue ocupado inmediatamente por Draco y el puesto de Reina, que no había sido ocupado jamás, inmediatamente le fue concedido a Tam. El Guardian era Marcus Flint y el puesto de Princesa estaba vacio.

Tam consideraba estúpido el título y poder que le habían dado únicamente por su enorme poder magico, pero no se iba a quejar.

Tam amaba el poder.

—Sea como sea, Quirrell me enseñará oclumancia. Espero al menos sea bueno.

(...)

Y vaya que lo fue.

Las siguientes tres semanas pasaron rapidamente. Tam estaba genuinamente sorprendida y encantada de las habilidades del profesor Quirrell en la materia de Oclumancia.

Tres semanas fue lo que tardó ella en dominar perfectamente la oclumancia y el profesor Quirrell no podía sentirse más orgulloso. La pequeña Ryddle era inteligente, habil, pero sobre todo muy poderosa.

Y eso le encantaba.

—Felicidades, pequeña Tammy. Haz conseguido convertirte en una perfecta oclumante. Nadie podra invadir tu mente jamás a menos que tu se lo permitas. Ni siquiera yo, y eso es mucho decir.—sonrió con sorna.

—Gracias por enseñarme, profesor Quirrell. He encontrado su enseñanza muy fructifera.—sonrió encantadora.

—Estoy seguro que sí. A partir de hoy no volveremos a reunirnos, tengo cosas que hacer, pero antes...tengo un obsequio para tí.—dijo sacando de su escritorio un grande y grueso libro de pasta negra y dura.—Espero te sirva tanto como me sirvió a mi en su tiempo.

"Secretos de las Artes más Oscuras"

Tam lo miró asombrada, pero antes de siquiera poder cuestionarle su regalo, la saco abruptamente del salón y cerro la puerta en su cara.

Confundida, guardo el libro en su bolso y emprendió camino a su sala común.

—¡Tam!—grito su hermano, quien venía corriendo junto a Hermione, Ron y Harry.

—Oh, ¿ya vuelves a hablarme?—pregunto sarcasticamente rodando los ojos.

—¿Qué sabes sobre Nicolas Flamel?—pregunto ignorando su reproche.

Tam enarcó una ceja en alto y los miró cruzada de brazos. Hermione la miraba con nerviosismo y un brillo de admiración, Ron con desconfianza y asco, Harry con curiosidad y cierto recelo, y Regulus solo la miraba expectante.

—Nicolas Flamel es un conocido alquimista y único fabricante de y poseedor conocido de la piedra filosofal.

—¡¿La piedra filosofal?!—grito Hermione.

—¿Qué es eso?—preguntaron los tres varones, confundidos.

—La piedra filosofal es una sustancia legendaria que puede transformar cualquier metal en oro y con ella se fabrica el elixir de la vida, por lo que cualquiera que la tomé tendra vida eterna.

En ese momento, los rostros de los cuatro Gryffindor se transformaron en unas enormes expresiones de pánico. Antes de que pudieran siquiera decir algo, Tam no pudo evitar leer sus pensamientos, pues sus cabezas practicamente lo gritaban:

¡El profesor Snape ira tras la piedra esta noche! —pensó Hermione.

¡Vamos a morir!—pensó Ron

¡Debo detener a Snape!—pensarón Harry y Regulus

—¡Tam! ¡Cuida al profesor Quirrell! ¡Te veo luego!—exclamo Regulus para despues irse corriendo con sus amigos.

Tam en lo único que pudo pensar era en lo idiotas que eran su hermano y sus amigos, y en lo frustrante que sería tener que desvelarse para salvarles el pellejo.

—Bah, si fuera tan oscura como ellos piensan no tendría que desperdiciar mi valioso tiempo.—suspiró dramaticamente. —Ni modo, alguien debe ser la genial de la familia.

Secrets [D.M.-B.Z.-T.N]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora