Capitulo 8

7.2K 1K 149
                                    

Tam siempre supo lo que se escondía en Hogwarts

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tam siempre supo lo que se escondía en Hogwarts. Fue bastante facil a decir verdad, teniendo en cuenta que Dumbledore intentaba dejar pistas sueltas para que Potter, como buen Gryffindor, intentará descifrarlas y así salvar el mundo. Igual sabía que los profesores estaban encargados de cuidar la piedra. No por nada ella había curado la pierna herida del profesor Snape.

Lo único que no sabía (y porque no quiso investigarlo) era por qué cuidaban tan protectoramente dicha piedra y que o quien iba tras ella. Claramente sabía lo importante que era que no cayera en manos equivocadas, pero para que estuvieran dandole tal protección era porque alguien iba tras ella.

Podría haber investigado, pero ese año había estado tan enfocada en consumir todos los libros de magia oscura que podía que sinceramente no quiso dedicarle tiempo a algo sin sentido.

Pero al parecer alguien si había tenido tiempo y ese alguien fue su querido magos y sus amigos.

—¿A dónde crees que vas?—preguntó Draco al verla caminando hacía la salida de la sala común.—Ya es más de la una de la madrugada, Tammy.

—¿Qué hacen aún despiertos? —pregunto al ver salir a Blaise y Theodore.

—El estúpido de Blaise soltó una bomba fétida y los elfos estan limpiando.—explicó Theodore tallándose los ojos.

—¿Y tú que ibas a hacer?—pregunto Blaise.

—Ire a salvar a mi hermano y a sus estúpidos amigos de una misión suicida, vuelvo en un rato.—dijo y salió por la puerta.

No llevaba ni diez minutos de trayecto cuando sus tres amigos la alcanzaron. Ninguno dijo nada, no era necesario. No entendían bien a donde se dirigía Tam, pero si sabían que irían con ella al fin del mundo.

Tardaron al menos unos veinte minutos en llegar al tercer piso. De pronto, Tam los empujo detrás de una columna. Hermione Granger apareció con Ron Weasley, a quien ayudaba a sostenerse en pie. Ambos estaban llenos de suciedad y con el uniforme desarreglado.

—¡Vamos, Ron! ¡Debemos buscar a Dumbledore! ¡Resiste un poco más!—instó Granger.

A pasos cortos, ambos Gryffindor desaparecieron.

—Santo Merlín.—murmuró Draco, aterrado.

—No tienen que acompañarme si no quieren, tranquilos.

—¡No te dejaremos sola!

Ingresaron al mismo lugar de donde Hermione y Ron habían salido. Frente a ellos estaba un enorme perro de tres cabezas dormitando junto a un piano. Una trampilla estaba abierta y Blaise lanzó un lumos.

—Es el lazo del diablo. Bastará con lanzar un lumos maxima cuando estemos dentro.—dijo Tam.

En cuanto pasaron aquel obstáculo, llegaron a otra habitación donde miles de llaves aladas volaban por el lugar. Draco, haciendo gala de sus habilidades en el vuelo, atrapo la correcta, dejándoles pasar a la siguiente prueba. El trol desmayado le dio una idea a Tam de a quien enfrentaría. Cuando llegaron al último acertijo, que claramente era del profesor Snape, Tam lanzó un hechizo que eliminó el fuego y les permitió a los cuatro pasar.

—Quédense aquí, que no los vean.—susurró y ellos se colocaron detrás de una columna.

Tam camino hasta el centro de lugar, había fuego alrededor y el cuerpo de su hermano y Harry Potter se encontraba inconsciente, con la marca de su frente más brillante que nunca.

—Me da mucho gusto verte, Tammy.—saludó una voz a sus espaldas.

Ella se giró y frunció el ceño. Colocándose en posición de batalla con la varita en alto. Frente a ella se encontraba el profesor Quirrell sin su turbante, mirándola con una sonrisa torcida.

—Déjame verla.—siseo una voz escalofriante.

El profesor se giró y Tam hizo una mueca de asco al ver aquel rostro en la parte trasera de la cabeza de su profesor.

—Hasta aquí puedo oler tu terror, Tammy.—siseo la cabeza.

—Sin ofender, pero...no tienes nariz.

Desde detrás de la columna, Theodore aguanto una carcajada mientras que Draco y Blaise sintieron que el corazón se les saldría del pecho.

—Ahh...—suspiró pesadamente, rodando sus rojos ojos.—eres igualita a mi.—mascullo frustrado.

—¿Tío Voldemort?—pregunto con un hilo de voz y sus amigos ahogaron un jadeo.

—Hola, princesa Tammy.—sonrió ladinamente.—Ahora, tenemos muchas cosas de que...

—¡Incendio!—grito Tam y el cuerpo del profesor Quirrell ardió en llamas.

—¡¿QUÉ CREES QUE HACES?!

—¡No pienso hablar con el asesino de mi madre!

—¡NO SEAS ESTÚPIDA! ¡ESTAMOS DESTINADOS!

—¡Avada Kedavra!

Aún con el cuerpo incendiándose, Tam se encargó de que este muriera. Un fuerte golpe de magia hubo en el lugar y el fuego desapareció. En el piso, a lado de las cenizas del profesor Quirrell, estaba la piedra filosofal. Tam la tomó y camino hasta los cuerpos inconscientes de su hermano y de Harry, colocando la piedra en la mano de este último.

—Tammy—llamó Theodore, apresurado.—Quitando de lado que caminamos treinta minutos hasta acá solo para ver como matabas a...bueno, tu tío, en cuestión de pocos minutos, creo que sería bueno que nos largáramos. ¡Ya!

Zeus sobrevolaba sus cabezas, indicando a Tam que Dumbledore se acercaba. Los cuatro salieron del lugar rapidamente sin mirar atrás. Cuando iban a mitad del camino para llegar a su sala común, se tuvieron que esconder en un armario de escobas, pues Seversu Snape y Albus Dumbledore corrían presurosos hacía el tercer piso. Muy probablemente para "rescatar" a Harry y Regulus.

Consiguieron llegar a la sala común de Slytherin en tiempo récord y Tam optó por irse con los chicos a su cuarto, pues aún era de madrugada y podría despertar a sus compañeras. Se bañaron por turnos y Tam durmió en la cama de Draco, abrazada a este mismo.

No comentaron lo sucedido, pero no fue necesario pues a la mañana siguiente, durante la cena de despedida, Albus Dumbledore regalaba a Gryffindor puntos hasta por haber respirado y tanto Regulus como Harry se alzaban victoriosos entre sus compañeros.

—Maldita sea, Tam, hubieras dicho lo que hiciste.—Se quejo Draco.

—Eso hubiera sido muy Gryffindor de mi parte.—replicó bebiendo de su bebida.

—No valen la pena.—expresó Blaise y Theodore asintió.

—Tammy, ¿quieres venir a mi casa en las vacaciones?—pregunto Draco con una sonrisa.

—¡No! Vendrá conmigo a Italia, ¿cierto?—sonrió Blaise.

—Si vienes conmigo podrías leer toda mi biblioteca familiar de magia negra.—dijo Theodore sin inmutarse.

—La mejor propuesta es de Theo—dijo Tam y los otros dos suspiraron. —pero igual no puedo ir a ningún lado. Estoy obligada a permanecer en el orfanato durante las vacaciones.

—En ese caso te enviare muchas cartas.—aseguró Draco.

—No te dejaremos abandonada.—prometió Blaise.

—Háblame si necesitas ayuda para ocultar un cuerpo.—dijo Theodore sin dejar de leer su libro.

Tam sonrió.

Su primer año en Hogwarts había sido movido, dramático, algo doloroso por la separación con su hermano, pero definitivamente no lo cambiaría por nada.

Había conocido a su familia.

Secrets [D.M.-B.Z.-T.N]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora