Cap. 5 / Entrega en Persona

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Un par de días habían pasado desde la llegada de Laika, a pesar de aun no estar acostumbrada a su nuevo estilo de vida, consiguió entablar un mejor relación con su "nueva familia", y con la diferencia de que ella prefiera estar en casa en lugar de tener algún trabajo, cosa que Lincoln entendió pues lo que menos quiere hacer es obligarla a trabajar después de todo lo que habrá tenido que hacer en su país de origen.

Por el momento todo se encuetra en orden con nuestro albino y las dos chicas en casa teníendo un momento familiar...o eso es lo que decía Terry.

—Oye Terry, podrías recuerdamen ¿por qué de todas las cosas que podríamos hacer, estamos haciendo yoga?. —dijo Lincoln flexionando su cuerpo al punto de tocar la punta de sus pies.

—Bueno, escuche que esto es bueno para relajarse y quitar el estrés ... además, no me digas que no estas disfrutando la vista eh papá. —dijo Terry en la misma postura que Lincoln, el cual al levantar la mirada no pudo evitar ver trasero de Terry que literalmente lo tenía en frente.

—Ammm, Terry, agradecería que te cambiaras de lugar, esto puede ser algo incómodo. —dijo Lincoln con un fuerte sonrojo, y desviando la mierada.

—Oh vamos papá, no tendrás otra oportunidad como esta. Oh ho, creo que me estoy cayendo para atrás, sería una lastima que te colpeara en la cara ¿no es así? —dijo Terry mientras poco a poco hacia sus posaderas más y más para atrás, cuando de repente sintió un fuerte agarrón en su ropa interior y luego un terrible dolor en sus partes por culpa de un calzón chino que incluso la levantaba del suelo. —¡Ay ay ay ay ay!

—¡A ver si así dejas de actuar como prostituta con papá! —dijo Laika con una ligera expresión de ira mientras sujetaba un pequeño trozo de tela proveniente de la ropa de Terry.

—Wow Laika tranquila, no creo que era necesario eso. Aunque no voy a negar que se lo agradezco. —pensó el albino más aliviado.

—No te preocupes papá, es normal que las personas envidiosas actuen así. —dijo Terry leventandose aun con leves dolores.

—¿Yo?, ¿envídia de tí? ¡JA!, ¿de que te envidiaría? —dijo Laika entre risas.

—Oh vamos, sabes perfectamente el qué, es porque tú no tienes unas como estas. —dijo Terry sujetando sus pechos. —Todas saben que mientras más grande mejor, y para tu mala suerte, no tienes con que competir contra mí. —dijo mientras chocaba su pecho contra el de Laika haciendo que esta rebotara un poco. —Asi que si me disculpan me voy a dar un baño, y de paso me cambio mi ropa interior.

Terry caminaba rumbo al segundo piso con un paso a la vez debido al dolor del calzón chino de hace unos momentos, dejando a Laika y Lincoln solos.

—Oye Laika, no dejes que sus comentarios te afecten, ya sabes como es ella. —dijo Lincoln animando a la pelinaranja.

—No te preocupes por mí, algún día alguien le dará su merecido. Pero me gustaría ser yo. —dijo mientras observaba su pecho.

—Oye, las personas no siempre se fijan en el físico. Aunque si eso es lo que te preocupa, no hay nada que tengas que envidiarle, ya me gustaria a mi tener tus musculos jajaja. 

—Si jajaja, tienes razón, estos bebés no los tienes cualquiera. —dijo mientras le daba un besos a uno de sus conejos con mucho orgullo. —gracias por el ánimo papá

—Ya sabes que mi deber es que se sientan bien. Porque no mejor sigues haciendo un poco de ejercicio en el garaje en lo que Terry se baña.

—Suena bien, ¿y tu que harás?

—Bueno, me quede pensando un poco en lo que hablamos ese día en el auto y decidí intentar llamar a alguna de mis hermanas.

—Eso suena bien, aunque lamento juzgarte antes de tiempo, no sabía que tenías diez hermanas, eso explica porque es más complicado comunicarse con varias personas. 

Padre Por PaqueteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora