Capítulo VI: Una intervención divina

1 0 0
                                    

Capítulo VI: Una intervención divina.

Cuando sonó la alarma y me desperté me asustó la idea de que el alcohol hubiera reducido mis habilidades cognitivas o psicomotoras, porque había tomado mucho para un solo día, además me tropecé con una silla, choque con una pared junto a la puerta del baño y resbalé al salir de la ducha. No sabía si esos errores eran por culpa de estar ebrio o por la velocidad alta con la que pretendía hacer todo, lo cierto es que no era la mejor manera de comenzar la mañana. Cuando me dirigí al trabajo les pregunté a mis acompañantes Sofía y Diana si me notaban intoxicado, me respondieron que no, tal parece que era yo quien estaba exagerando las cosas y eso nos causó muchas risas. Me avisaron que el nuevo integrante del grupo ya estaba listo, pues como todos, había llegado un día antes, pero se le mantenía en su cuarto para que se acostumbrara a él y a su nuevo horario.

Cuando entré a la sala de operaciones lo primero que noté fue a un hombre plantado a un lado de la puerta, era un rubio un poco más alto que Morozov, aunque con menos masa muscular que mi amigo ruso. Lo vi apenas abrí la puerta y me asustó, sólo que como pude lo intenté disimular, estaba observándolo y sin perder tiempo se presentó: "Alessio Matteo Mancini Giordano", ex miembro de la guardia suiza de vaticano, predicador en medio oriente y ahora edecán de un grupo controvertido de investigación poco ortodoxa. Yo también me presenté, aunque mi vida era por su puesto menos interesante, el señor López intervino diciendo que: "en realidad no era nada interesante la vida de un periodista fracasado y un feligrés enajenado", ese comentario sacó de sus cabales a Alessio y en el acto se inició una discusión.

-Me temo que su intervención está fuera de lugar señor, así que debo pedirle que no se meta en conversaciones ajenas y continúe mirando la pantalla de su ordenador. Intervino el señor Alessio, que aunque con modales, había desafiado abiertamente a Pablo con tal petición.

El señor Pablo se quitó los lentes y lo miró directamente, sus ojos solo decían "me las pagará", seguramente no le había caído muy bien que el recién llegado tuviera esa actitud tan segura y valiente. Lo único que sirvió de barrera entre Alessio y Pablo fue el señor Morozov que puso entre los dos y obstaculizó la mirada matadora del señor López, éste no pudo contenerse y dijo:

-¿Quién es este hombre? Y ¿Por qué no entiende quien manda aquí? ¿Será acaso que sus delirios religiosos lo estarán afectando ahora? Semejante insolente.

-Me sorprende que no sepa quién soy porque yo mismo me presenté con usted, además pensé que lo confirmaría ahora al inmiscuirse en mi conversación actual. Quiero recordarle que si estoy aquí es para investigar temas teológicos para demostrar la existencia de Dios, no para soportar ególatra metiche.

-Por si no lo sabe, estamos aquí para investigar los orígenes de muchas religiones y pruebas de la existencia de seres superiores, si llegamos a cumplir nuestros objetivos, demostraremos que no hay evidencias firmes de la existencia de un Dios y sospecho que eso lo hará darse cuenta que le dedicó su vida a algo inexistente.

-Ese puede ser el objetivo, pero también puede ser un objetivo llegar a la luna usando un zapato como nave y es imposible, si usted cree que puede explicar el poder de Dios o probar su existencia con la ciencia déjeme decirle que pierde su tiempo.

-No me diga que tiene miedo de darse cuenta que ha estado rezándole a la nada, si los seres imaginarios y hechos incoherentes que aparecen en la biblia son reales, no tiene entonces nada que temer.

-No le temo a sus inútiles intentos de entender a Dios, le temo a la ira de nuestro padre creador que no soportará insolencias de nadie que quiera desafiarlo. La torre de Babel, las plagas de Egipto,  Sodoma y Gomorra son testigos de la furia de Dios y ahora son sólo parte de un recuerdo muerto por ese inimaginable poder.

Nuestro TesoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora