Capítulo XI: Festividad científica

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Capítulo XI: Festividad científica.

Llegamos a un hotel con muy pocos huéspedes y con suficiente espacio en su estacionamiento para estacionar la flota de vehículos que nos habían transportado, era un lugar muy bonito, el color blanco de sus paredes reflejaba los rayos solares creando una imagen sacada del mismo cielo. Aquella perla, estaba decorada con hermosas fuentes que recordaban a las costas preciosas que identifican a estas tierras, tierra turismo y disfrute, de placer y descanso, era una verdadera pena que nada de eso fuera de el motivo de encontrarme allí.

Por poco tiempo puede contemplar la belleza de esa estructura que me daría cobijo, pues debíamos ocupar nuestras habitaciones, al parecer no estaríamos allí más de una semana como mucho y lo único que usaríamos serían los uniformes que se nos habían dado, así que no habría mucho que desempacar. Nos dieron un ala completa de hotel para nosotros solos que contaba hasta con una alberca, estaba maravillado, aunque debimos empezar a trabajar, íbamos a ayudar a López pero él nos dijo: "Esta información puede ser tan valiosa que sólo yo la manipularé directamente, ustedes esperen a que yo saque mis conclusiones, para luego ver que sale de sus pequeñas e ignorantes mentes".

Aunque me ofendía un poco, preferí no darle importancia y ver el lado bueno, por lo menos no tenía que soportar a ese imbécil por un tiempo y así aprovecharía mi tiempo para entrenar con Morozov y Mancini, pues Manoel ya estaba sumergido en su trabajo de ingeniería, al parecer un desarrollo de nuevos modelos de exoesquletos de combate. Pasaron unos cuantos días y afortunadamente sólo recordaba la existencia de López cuando intervenía en nuestras reuniones para comer, donde sólo usaba el tiempo para quejarse, como era de esperarse. Todo su material provenía de los museos de estas y todas las islas cercanas y siempre daba su opinión sobre lo que tenía a su disposición, al museo de antropología lo denominó como un bonito lugar, al que seguramente algún día honraría con su presencia, pero que ahora era poco útil para su trabajo. A los museos de Cha Domitila y de artesanía Iberoaricana  los consideró como "importantes fuentes de estudio", otros lugares los tuvo en muy alta estima como las pirámides de Güimar y el museo de naturaleza y el hombre, únicos lugares a los que consideró de importancia vital y a los que le dedicó muchos halagos.

Morozov, Alessio y yo nos decidimos a entrenar aprovechando el magnífico lugar donde nos encontrábamos, entrenamos combate submarino, hicimos rutinas de entrenamiento en la costa, practicamos natación, rescatismo, incluso rutina de pesas bajo el agua. Durante ese tiempo nuestro entrenamiento estaba sorprendiendo tanto que se nos pidió que lo continuáramos, al parecer, les encantaba que entrenáramos en el agua, cosa que era todo un gusto para nosotros, pues esas maravillosas playas hacían que los escasos descansos fueran espectaculares. En los ratos de reposo me encantaba mirar a la inmensidad de las aguas e imaginar qué habría más allá de donde alcanzaba mi vista, aunque mi pensamiento de exploración duraba poco, pues no podía concentrarme en la lejanía estando en un verdadero paraíso.

Si bien es cierto que teníamos nuestros ratos de disfrute, también pasábamos por un entrenamiento brutal, las peleas en las orillas eran muy fuertes, caer en la arena era algo muy poco agradable, los pequeños granos eran como finas agujas y el calor del sol aportaba también su cuota de sufrimiento. En el agua no era distinto, usábamos trajes de combate que al entrar en contacto con el agua se volvía más pesados y la presión también limitaba nuestros movimientos, los sistemas de respiración, por su parte, era un agregado para complicar nuestra odisea, pues tenían poca capacidad, por lo que intentar salir a superficie así fuere unos segundos era de importancia vital.

Nuestra permanencia en las islas duró hasta que el señor López dio por terminadas sus investigaciones, nos dijo que por cuestiones de tiempo revisaríamos el material que él había elaborado en el camino, aunque mi sospecha era que quería desviar nuestra atención hasta lograr que olvidáramos por completo nuestra participación intelectual en la investigación. Me parecía una verdadera injusticia que se nos hiciera trabajar en base a un informe subjetivo hecho por Pablo, por lo cual puse mi reclamo, para mi sorpresa, la observación que di fue lo que hizo que se nos diera la opción de participar en la redacción e investigación.  El único obligado a participar en la investigación de manera directa era López, los demás eran agregados a los que se le dio la opción de elegir si participaban o no en el trabajo científico.

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