Me Quedo Contigo (F4 y Tu)

•Capítulo 12: Secuestro•

Pasados dos días. Ahora tú y Jan Di se encontraban subiendo las escaleras que llevaban al colegio de manera cautelosa, sin embargo unos hombres vestidos de negro estaban presentes vigilando.

—Ay, debí traer a mis guardaespaldas. —te quejaste

—¿Tienes guardaespaldas? —Jan Di te vio asombrada

—¿Tú no? —Jan Di te vio con cara de póker—Ou... Es verdad, perdón. —reíste nerviosa

—¿Y si llamas a uno de tus sirvientes para que nos ayude?

—Ah, ¡es verdad!

—¡Sssh! No hagas ruido. —te calló imitando una lechuza

—Lo siento. —sacaste tu celular y marcaste al número de tu casa

Un, dos, tres tonos, pero nada.

—¿Qué pasa? ¿Ya te contestó?

—Eh, intentaré llamando al celular de Molly.

—Bien, sólo apúrate. Ya se están acercando.

La llamaste, pero aún así te mandaba al buzón.

—Ou... Me acabo de acordar que Molly se fue de compras y no regresa hasta el medio día.

—¡Pero tampoco podemos escondernos aquí hasta el medio día!

—¡Sssh! —esta vez tú la silenciaste— Mira, podemos escapar escondiéndonos detrás de los arbustos.

—Está bien, buena idea. —ambas salieron de su escondite, viendo de reojo a los hombres de negro. Caminaron en puntillas hasta lograr esconderse

—¡Miren! ¡Ahí están! —las señaló uno

—¡Ah! ¡¿Es que tiene visión de águila o qué, señor?! —le preguntaste mientras salías corriendo junto a tu prima

—¡A este paso nos van a alcanzar! —exclamó ella

—¡No quiero ser secuestrada otra vez! —dijiste totalmente asustada— Lleguemos a un acuerdo y solucionemos esto como personas civilizadas, ¡por favor señores!

A pesar de que ambas sabían combate cuerpo a cuerpo, eran más de siete hombres entrenados que las rodeaban.

—¡Tú ve por esa esquina, así las atraparemos!

—¡Pero no me ignoren! —lloriqueaste, arrepintiéndote de no haber aceptado un guardaespalda

—¡Ah, déjenme! —pataleó Jan Di al ser atrapada

—¡Jan Di! —volteaste a verla, dejando de correr por inercia

—¡Sálvate tú! ¡No vengas, Tn! —te advirtió en tono desesperado— ¡Y dile a mi hermano que en realidad sí me comí sus dulces!

—¡Oigan! ¡Suéltenla! —una idea pasó por tu cabeza para hacer que la suelten— ¡Si no lo hacen, llamaré a la policía!

Los hombres se detuvieron y negaron rápidamente con la cabeza.

—Díganme, ¿por qué quieren llevarnos? —les preguntaste una vez tenías el control de la situación

—Es secreto.

—¿Es en serio? ¿Qué chica se dejaría secuestrar por desconocidos?

—El joven nos mandó a que trajéramos a las primas Geum.

—¿Joven? —preguntaron ustedes al unísono

—¿Habla de un miembro de los F4? —cuestionaste sospechando

—Así es.

—Igual no tienen pruebas... —un auto de último modelo apareció en la entrada— Ah, ahora sí les creo. Vámonos entonces.