25 - "𝓔𝓵 𝓯𝓲𝓷𝓪𝓵 𝓭𝓮 𝓾𝓷 𝓪𝓶𝓸𝓻"

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Todos los recuerdos llegaban de golpe: el día en el que Yun se le declaro, su primera noche juntos, el nacimiento de sus gemelos; todo golpeaba su mente.

Su mano se entrelazaba con fuerza a la de su omega, este la apretaba cuando tenía una contracción; las pequeñas lagrimas que salían de los ojos de Yun, se clavaban como agujas en su corazón.

La doctora entro y reviso al pelirrojo, faltaba poco para que pudieran iniciar el proceso. Armando mantenía su vista fija en la nada, junto con todos los recuerdos llego el momento en el que se encontraba en la misma posición hace un año.

El miedo, el dolor, cada una de esas sensaciones volvían.

-Plomete algo... -susurro Yun

-Que? -acaricio la mano del chico con suavidad

-Si me pasa algo, cuidala a lo' niño, a los cuatro -el ojiverde ya sabía que Armando había recordado que Isabella no era su hija

-No pasara nada, estarás bien, estaremos bien

-Eso no lo sabe' -cerro los ojos al sentir una contracción- Te amo, melon

Los doctores entraron al cuarto, prepararon al omega y de nuevo...los gritos empezaron.

El dolor recorría cada centímetro del cuerpo de Yun, el miedo poseía a Armando; ambos querían que su niña naciera sana y el chino estaba seguro de querer arriesgar su vida con tal de lograrlo.

Pasaron catorce horas desde el momento en el que habían pisado el hospital y el llanto de un bebé se oía en una habitación, pero alguien más lloraba, en uno de los pasillos del tercer piso un alfa castaño ocultaba su rostro entre manos.

Armando no sabía nada de su esposo, desde el momento en el que su pequeña estuvo en sus brazos, Yun estuvo pocos segundos consciente antes de cerrar los ojos; una maquina empezó a pitar en la habitación y una enfermera lo saco del lugar.

El hombre veía como las enfermeras y doctores entraban y salían de la habitación, algunos manchados de sangre, otros con una mueca de tristeza. Tenía miedo, mucho. No podría quedarse sin su esposo, no podía dejar ir al amor de su vida...

La oscuridad trago a Yun, dejándolo ver durante unos segundos como su alfa cargaba a su hijita, su cuerpo cayó en una superficie dura, todo a su alrededor era humo. No tenía idea alguna de donde estaba.

Dicen que cuando vas a morir pasa la vida frente a tus ojos, ves todo lo que hiciste, a las personas que perdiste, tus malas decisiones.

Yun estaba viendo su vida, y el chico sabía que significaba eso.

Vio a sus padres, su primera mascota, la noche en la que tuvieron que salir del país por que los buscaba una mafia, su vida como refugiado, el empleo de basurero que lo mantuvo durante años, y...el día en el que Armando se cruzó en su camino.

Esa mañana soleada en la que caminaba por la ciudad, cubierto de sangre después de una pelea con unos ladrones; su cuerpo había caído en mitad de la calle. Despertó y lo primero que vio fueron unos brillantes ojos grises, los más hermosos que había visto. Se enamoró al instante.

Desde ese momento no se volvió a sentir solo, había encontrado una familia, había encontrado el amor...

Vio a sus hijos, la muerte de Jacob, el regreso de John, sus locuras con Tonet; todos los recuerdos que su corazón guardaba, salían a la luz. Algunos haciéndolo sonreír, otros rompiendo su cordura en pedazos.

Una luz ilumino el lugar, dio la vuelta viendo una puerta a pocos metro de él, a comparación del lugar donde estaba parado del otro lado todo era de color blanco, había luz.

Del otro lado, estaba la vida después de la muerte.

Pero Yun no se quería ir, aun no...

Cayo de rodillas al suelo al sentir un dolor muy fuerte en el pecho, la sangre empapaba sus manos, se resbalaba por sus dedos hasta llegar al piso, donde desaparecía.

Estaba muriendo y no lo podía evitar.

Otra puerta se abrió, detrás de ella podía reconocer los pasillos del hospital, camino hasta ella parándose en centímetros.

Armando estaba ahí, llorando mientras acunaba a Isabella entre sus brazos.

Juanjo y Tonet estaban con los gemelos.

Los integrantes de The Union también.

Los esposo Trucazo.

Incluso Miller.

Todos lo esperaban, tenía que ir con ellos. No podía dejarlos.

-Estas segulo de eso? -el omega se dio la vuelta viéndose a él mismo

Su yo del pasado tenía una mirada desafiante, su cuerpo estaba bien formado, era totalmente diferente a él.

-De que hablas? -pregunto

-Quieles volvel a esa vida? Sel el padle de unos muglosos niños? Un esposo pelfecto pala él? -el chico señalo con desprecio la puerta que llevaba al hospital

-No la cambialia pol nada del mundo -contesto con seguridad

-Ya veo, no' aluino la vida...

-Que? -estaba atonito, acaso hablaba de...

-Disfluta tu vida pueh, sigue siendo el niño bueno de Nadando, su maldito silviente. Cuando te alepienta', ya sabeh cual e' la solución -su otro yo sonrió con amargura

Una fuerza lo empujo y desaparecio...

"Despertó!"

Los doctores se acercaron a la cama de Kalahari, el chico estaba desconcertado, no tenía idea alguna de que pasaba o cuánto tiempo había transcurrido desde su charla con el otro Yun.

-Donde está mi esposo? -pregunto a una de las enfermeras

-El hombre de pelo castaño? Me parece que está dormido afuera, quiere que lo despierte? -el pelirrojo negó, quien sabe desde cuando Armando no dormía.

-Yun? -el mencionado volteo su cabeza hacia la puerta, viendo a su chico. Grúas corrió hasta su omega y lo envolvió con fuerza entre sus brazos.

-No vuelvas a hacer eso, por favor -sollozo el mayor- No me dejes de nuevo

-Jamah lo hale, jamas

Días después el asiático fue dado de alta, en su casa toda su familia lo recibió. Sus cuatro hijos estaban con él, su marido lo abrazaba por la espalda, sus amigos reían. Todo era perfecto.

Tal vez no era la vida que había deseado tener, pero no podría imaginar una en la que Armando no lo besara, sus hijos no le pidieran abrazos, Juanjo no lo llamara "mamá", una en la que todo eso fuera diferente.

Así era feliz. Solo así.

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Luego publicaré el epílogo y contestaré varias cosas de la historia.

Please Not Again (Yunando Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora