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- ¡Despierta hija, levántate! - Escuché el llamado de mi mamá, no sabía a cuál de sus dos hijas se refería, pero supuse que era a mí y salté de mi cama, debo admitir que, aunque siento que dormir es una pérdida de tiempo, antes lo consideraba una maravilla, algo irónico ya que dormía a lo más 4 horas, esto porque dejaba las tareas a último minuto, estudiaba el día de la prueba solo un par de horas antes o simplemente me distraía con mi celular, aún así me iba bien. - ¡Voy! – Grité para luego ver rápidamente el reloj, eran las 6:30, me di una ducha rápida y me puse unos jeans, polerón y zapatillas, no quería resfriarme por lo que me sequé el pelo con el secador, seis y tanto de la mañana y yo haciendo ruido, pero eso no me preocupaba ya que la casa era tan grande que desde mi baño nadie me escucharía.

Salí de mi habitación y me dirigí a la de mi mamá, cuando entré la vi sentada en su cama, usando su computador, me acerqué y esperé hasta que me mirara para hablarle, no quería interrumpirla. - Buenos días mamá, ya me voy, ¿te traigo algo de comer? - pregunté. - Hola hija, no, tranquila, solo quería que despertaras ya que debes ir a buscar tus resultados hoy. – me recordó ella, - Bien, nos vemos en la cena de papá. – ese día tendríamos una cena para celebrar un nuevo socio, de hecho, iríamos a cenar a su casa, la casa de mi mejor amigo. - Perfecto, te veo allá, cuídate hija. – se despidió, le sonreí y salí de casa, me subí al auto para llegar a la academia, tenía chofer privado para ir a la academia y a la universidad, había decidido estudiar administración y negocios para algún día hacerme cargo de la empresa de papá, más bien, él lo decidió así, algo que aborrecía, pero de todas formas no servía de nada quejarse ya que tampoco tenía otra carrera en mente.

Asistía a la academia de vuelo una vez por semana, a las 7:00 am llegaba allá, volaba pequeños aviones, hacia maniobras, me divertía, cuando estaba ahí arriba de todo, no pensaba, mi mente descansaba unos segundos antes de volver literalmente, a la tierra, eso me gustaba, pero no lo suficiente, ese día debía recibir mi puntaje, dentro de la academia hubo una pequeña competencia, bueno no era una competencia, pero yo la tomé como una, era para ver si habíamos mejorado respecto al mes anterior y ver que nos faltaba manejar mejor.

Llegué a la academia y saludé al entrenador, me dio mis resultados y me superé respecto al mes anterior, de todas formas, todos se superaron a ellos mismos, algo bueno para la academia y un motivo de celebración para nosotros. Luego de eso estaba camino a la salida, entonces a lo lejos lo vi y me di cuenta de que él también me vio, inmediatamente ambos estábamos corriendo a abrazarnos.

Leo y yo nos conocimos en la academia hace 2 años, nuestras familias hacen negocios desde entonces y hoy celebrarán uno, el padre de Leo será socio de mi padre. Leo es mi mejor amigo, mi apoyo en todo, mi mejor y único aliado, nos decíamos todo sin decir nada, nos mirábamos y sabíamos que pasaba, nos entendíamos a la perfección.
Hacíamos maniobras en el aire juntos para sorprender al entrenador, teníamos distintos gustos respecto a muchas cosas, pero pensábamos igual, en Halloween escapábamos de nuestras casas y pedíamos dulces juntos, esto porque nuestros padres siempre estaban muy ocupados para salir con nosotros, por lo que nos lo prohibían para que no fuéramos solos.

La noche anterior él había llegado de su intercambio a Rusia, fue el mes más largo de mi vida hasta ese momento. - ¡¡Te extrañe mucho!! – dijo mientras me abrazaba, - ¡Oh por Dios, estás más alto! – bromee, - ¡Si claro!, Solo fue un mes Anne. – se quejó - No me dijiste que vendrías por tus resultados, quería usarlos como excusa para verte antes de la cena. – quería verlo lo antes posible, teníamos que ponernos al día. - Quería hacer lo mismo con los tuyos. – creo que ya dije que pensamos igual. - No me digas, ahora vámonos, el chofer está por ahí.

Lo apreté contra mí, había extrañado mucho su exagerado perfume, siempre se ponía demasiado, tanto que me daba arcadas, pero un mes sin olerlo fue suficiente para valorar su loca manía, nuestro abrazo duró unos 7 segundos, a ninguno le gustaban las muestras de afecto, pero esta era una excepción, luego nos separamos, nos dirigimos al auto y subimos a la parte de atrás.

A través de sombras grises Donde viven las historias. Descúbrelo ahora