Apatía.

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Tal vez no sentir no sea tan malo.
Daño a todos los que me quieren y quiero a todos lo que me dañan.
No sentir nada, en cierto modo, acelera el proceso.
No necesito pensar, por fin consigo callar a los demonios de mi interior.
La oscuridad se vuelve cálida, el frío ya no abrasa mis entrañas.
El vacío deja de quemarme, las cicatrices comienzan a calmarse.
Todo este dolor, aquel que soy incapaz de nombrar, cesa por un instante.
Sentimientos a flor de piel, ¿vulnerabilidad?
Todo aquello que no quiero ser, que no quiero mostrar y que no debo aceptar, desaparece.

Versos rotos de una adolescente. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora