Al final siempre es lo mismo.
Llevamos toda la vida sintiéndonos ahogados y cuando aparece el momento indicado, cuando por fin podemos respirar sin tener miedo a que se acabe nuestro oxígeno, llega de nuevo esa última bocanada.
Esa bocanada que nos alerta de que puede que vuelva a ser el inicio de una nueva fase, un nuevo vaso medio vacío en el cuál nos ahogamos continuamente.
¿Y sabéis qué?
Tal vez, y sólo tal vez, esta sensación puede que sea la única a la que llame 'hogar', porque nacer ahogado y con esa falta de oxígeno en el pecho, que crea cada vez más y más vacíos, es lo único que he tenido en toda mi vida que me ha durado, es lo único que no me abandona y supongo que eso, no es efímero.
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Versos rotos de una adolescente.
Short StoryLos pensamientos de un alma adolescente, rota y perdida.