Ojalá vivir anestesiada, no sentir dolor, ni decepción.
No conocer lo que se siente al no poder opinar,
el no saber que tú no importas, que no influyes en nada.
No necesitar algo para sentirte completa,
poder encajar en todos los lugares.
No tener la necesidad de huir de tu propia vida y, sobre todo, no tener que fingir para así poder seguir adelante.
ESTÁS LEYENDO
Versos rotos de una adolescente.
Short StoryLos pensamientos de un alma adolescente, rota y perdida.