7. supermercado

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Y OCURRIÓ UNA SEGUNDA VEZ

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Y OCURRIÓ UNA SEGUNDA VEZ. Si, efectivamente Drew logró convencerme de subir a su motocicleta una segunda vez. Al parecer el haberme subido ya una vez me da la experiencia suficiente como para sobrevivir a una segunda y, posiblemente, tercera.

─si caigo y salgo herida tendrás unos enormes gastos en el seguro médico─ grité para que me escuche, debido a que llevaba puesto el casco y el ruido de los coches a nuestro alrededor nos ensordecían.

─y qué si caes y mueres?─ preguntó, sonriendo divertido. Mi mano, que estaba sujetándose de su cintura, le dió un manotazo en el abdomen y él rió.

─tus palabras me tranquilizan muchísimo, Drew─ hablé irónica.

─lo lamento, ojitos, no era mi intención asustarte─

Me sostuve más fuerte de su abdomen, esta vez enrollando mis brazos a su alrededor, cuando aceleró un poco de manera brusca y un nuevo manotazo cayó en su abdomen.

─¡Drew!─

Pero solo obtuve una nueva carcajada de su parte.

Verán, al acceder a preparar un omelette para Drew me llevó a abrir mi refrigerador en busca de los ingredientes. Y adivinen qué? Si, no había nada. Entonces Drew se ofreció a utilizar sus ingredientes, pero ¡sopresa! tampoco había alguna presencia en su refrigerador.

Y ahora nos hallábamos de camino al supermercado, en busca de provisiones. No sabía en qué momento me había vuelto lo suficientemente olvidadiza como para no recordar comprar comida hasta el punto de sólo tener un pedazo de queso con hongo en mi refri.

─no puedo entender como ni siquiera teníamos algunos huevos en la nevera─ se quejó, caminando entre las góndolas.

─la vida del alcohólico supongo─ me encogí de hombros, tomando una caja de cereales y metiéndola dentro de mi carrito.

─ah sí?─ sonrió burlón, sin ofenderse por mi comentario ─esa sería mi excusa de por qué mi nevera está vacía, pero qué hay de ti? que yo sepa no eres alcohólica─

─soy una ermitaña con pánico a la presión social, lo que es peor─

─si sufrieras de esa presión social de la que hablas nunca habrías podido hablar conmigo de una manera tan fluida cuando nos conocimos─ contraatacó, empujando el carrito con todo su cuerpo mientras apoyaba los antebrazos sobre la barandilla.

─tienes razón. Ciertamente no sé qué cambió contigo─ me detuve un momento mirándolo sobre mi hombro. Él sonreía de lado, mirándome.

─es que soy genial─ se mofó.

─eres un irresponsable─

─y eso de qué va?─

─de que recuerdo haberte visto tomando una pastilla con más alcohol en tu sistema que glóbulos rojos─ dije, rememorando la noche en la que se quedó dormido sobre la barra luego de tomar una pastilla completamente ebrio.

─oh, si...son betabloqueadores─ le restó importancia, como si no importara. Abrí los ojos con sorpresa, por lo que sabía los betabloqueadores eran fuertes sedantes ─...es por mi ansiedad, pero ya lo tengo controlado─

─dime que la ansiedad no te llevó a beber y fumar esa noche─ por alguna razón deseaba que la respuesta sea negativa. Me detuve frente a él, mirándolo a los ojos. Él arqueó una ceja, manteniendo su sonrisa de lado.

─te preocupas por mi, ojitos?─ inquirió, acercándose aún más a mi.

─no es eso, es empatía─ y ahí iban las mismas palabras otra vez ─el alcohol no te llevará a nada más que desgracia, Drew─

─y tú cómo sabes de eso?─ ya no había diversión en su voz, su tono se había apagado hasta ser serio.

Tragué saliva mientras recordaba las veces que, cuando era pequeña, papá llegaba luego de largas noches con sus amigos, completamente ebrio y listo para comenzar una nueva discusión con mamá.

Ella culpaba a sus amigos de ser mala influencia para él, un hombre de familia y casado, y quizá por eso desarrollé algún tipo de rechazo a eso de entablar amistades. Pera logró cambiar en cuanto encontró su hobbie en la pesca y todo se solucionó.

Aún no comprendo como su matrimonio sigue a flote hasta el día de hoy luego de tan fatídica etapa.

─ese no es el punto, Drew, el punto es que...¿Drew?─ lo llamé, al notar que ya no me prestaba atención y que miraba un punto fijo detrás de mi. Me di la vuelta para ver de qué se trataba aquello que había llamado su atención, pero me sorprendí muchísimo al no ver a nadie o nada fuera de lo común. Volví mis ojos a Drew con el ceño fruncido ─¿Drew? Estás bien?─

El continuaba mirando detrás de mí, sin prestarme atención. Como si todo hubiera desaparecido a su alrededor excepto aquello quebmiraba y él.

Lo empujé suavemente por el hombro, consiguiendo al fin que regresé de su trance. Parpadeó un par de veces con fuerza, mientras miraba alrededor aturdido. Que rayos le pasaba?

─Drew, que ocurre?─ mi voz pareció ser una luz que lo guió fuera de ese estado tan desorientado y perdido. Fijó sus ojos en mi como dos clavos adheriendose a una pared.

─si...yo solo creí...─

─qué creíste?─ insistí al notar que se había detenido.

─creí ver a alguien─ finalizó la frase, pasándose la mano por el rostro con frustración. Luego se devolvió a mi, parecía tener un debate interno entre mostrarse alterado o triste por lo que acababa de pasar ─olvídalo, si? Ya tenemos los ingredientes y no puedo esperar a probar tu famoso omelette, ojitos─ me sonrió, pero el acto se notó forzado y no llegó a sus ojos.

Lo que sea que creyó ver lo había afectado mucho.

Decidí no insistir más en el tema para no agobiado, sin embargo no pude evitar notar que su actitud, antes alegre y burlona, se había vuelto más decaída y melancólica. Me preguntaba qué tanto drama había en la vida de este chico.

Y esa actitud continuó mientras pagábamos en la caja, en la motocicleta y en el elevador, todo en silencio o con mis intentos de conversación que el no parecía con las fuerzas de continuar. De repente me sentí junto a otro Drew, uno muy alejado del risueño y divertido Drew que yo conocía, y a pesar de que me cohibia su cambio no podía llegar a decir que me desagradaba.

Al llegar frente a la puerta de mi apartamento, mientras colocaba las llaves sobre la cerradura, su mano tomó mi muñeca con suavidad para frenar mis movimientos.

─oye Lucy, qué tal si dejamos el omelette para otro día? Es que no me siento muy bien...─

Una mueca apenada llenó sus facciones y supe que realmente se sentía mal por lo antes ocurrido. Quizá algún mal recuerdo que lo había dejado con un sabor agridulce en la boca, quien sabe? Lo único que tenia claro es que aunque Drew fuera bastante abierto con su historia y sus emociones, lo cierto es que era imposible de leer con solo mirarlo.

─que tienes?─ tal vez mi tono sonó más preocupado del que debió. Su boca se curvo un poco hacia arriba.

─nada malo, tranquila. Quizá es la resaca que aún no se me pasa completamente─

─o alguna mala reacción del cuerpo por tomar pastillas estando ebrio─ señalé, golpeando su pecho con mi dedo índice de forma acusatoria. Esta vez sonrío genuinamente.

─lo dudo, pero fingiré que tienes razón para que puedas dormir esta noche─ comenzó a caminar hacia atrás, pero manteniendo su mirada en mi ─adiós, ojitos─

─adiós Drew─

❝𝗡𝗘𝗜𝗚𝗛𝗕𝗢𝗨𝗥❞  DREW STARKEY ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora