「 𝗮 𝗗𝗿𝗲𝘄 𝗦𝘁𝗮𝗿𝗸𝗲𝘆 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 」
Un nuevo sujeto llega al edificio
alguien tan lindo como molesto
¿qué cambios hará el nuevo vecino
en la vida de Lucy?
❥ 𝗦𝗶𝗻 𝗲𝗱𝗶𝘁𝗮𝗿
❥ 𝗣𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗮 𝗹𝗮 𝗰𝗼𝗽𝗶𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗵𝗶𝘀𝘁...
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Disfrutaba de unas deliciosas tostadas con manteca mientras soltaba ligeras carcajadas por lo que ocurría en el reality frente a mi. La mañana era tranquila y serena y me sorprendí a mí misma levantándome temprano luego de la movida noche.
Me preguntaba cómo amaneció Drew después de la tremenda borrachera de la que se colgó la noche anterior. No iba a exigir un agradecimiento, pero sin dudas me merecía un gracias, porque estaba segura que nadie habría tenido el lindo detalle de llevarlo a la cama teniendo en cuenta de que había riesgo de hernia, pero yo sí.
Al menos que me invite un café, no?
Y, como si la vida hubiese escuchado mis pensamientos, la puerta sonó en tres toques suaves y desde el primer momento supe de quien se trataba.
Me acerqué a pasos rápidos a la puerta y la abrí, hallando a quien esperaba ver, con unas gafas de sol puestas y el cabello desordenado. Llevaba una camisa celeste con los primeros botones abiertos y unos pantalones negros.
Bueno, no se ve nada mal teniendo en cuenta que la resaca debe estar partiendole la cabeza.
─diría que es una sorpresa tenerte aquí, pero estaría mintiendo─ sonreí burlona en el momento que mi, adrede, tono chillón lo obligó a fruncir los labios ─como te sientes, alcohólico? Te duele la cabeza?─
─me dolió más cuando me caí de la cuna al nacer─ imitó mis palabras del día en que nos conocimos, luego de que tropecé vergonzosamente con sus cajas. Eliminé la sonrisa de mi rostro.
─comenzabas a caerme bien, Drew─
─es una pena, porque entonces tendré que compartir esto─ levantó una bolsa de cartón en su mano, la cual no había notado antes ─con la señora Stuart─ fue su turno de sonreír burlón, y nuevamente quise borrarle la sonrisita de un golpe.
─que tienes ahí?─ pregunté curiosa.
─tendrás que invitarme a pasar para averiguarlo─
─y qué si hay algo que no me gusta?─
─no lo sabrás hasta probarlo─
Rendida solté un fuerte suspiro y me eché a un lado, acción que él tomó como una bienvenida a mi hogar. Pasó a mi apartamento con una sonrisa victoriosa, y supongo que clavó su mirada, escondida tras los lentes de sol, en mi pared terriblemente pintada.
─vaya, si que eres mala...─
─no te pedí que me lo recuerdes, ahora dame eso─ le arrebate la bolsa de las manos con poca delicadeza, porque aunque ya hubiese tomado un desayuno digno, mi estómago siempre estaba abierto a nuevas propuestas.
─veo que alguien está ansiosa─
─qué pasó con tus amigos?─
─los corrí por la mañana. Se fueron a su hotel, supongo─ le restó importancia.
