Atsushi le había hablado del amor, la clase de cariño que una familia bondadosa podía ofrecer a huérfanos tan desdichados como ellos dos.
Pero en el fondo, Dazai supo desde un principio que mentía.
No importaba cuántos años más grande fuera Atsushi que él, Dazai logró vislumbrar la sombra de la desdicha asomarse detrás de cada palabra llena de esperanza que el niño pronunció para él.
"La vida está llena de momentos hermosos"
"En cada uno de nosotros se esconde bondad"
"Tienes el derecho de estar vivo"
"No pienses que nada en la vida vale realmente la pena"
"Dazai, algún día saldremos de aquí. Y, entonces, podremos encontrar una familia que nos ame"
"Realmente puedes hacer felices a los demás, Dazai-kun"
Mas en la noche, Dazai podía jurarle al Dios más despiadado que escuchaba el alma de Atsushi consumiéndose en la desesperación y sufrimiento que todas aquellas mentiras traían consigo. Y él se odiaba mucho, porque entre líneas, podía oír su propio corazón suplicando morir y abandonar a ese amigo tan preciado. De fondo, como murmullos aterradores en medio de la neblina onírica, Dazai Osamu percibía la indiferencia ante el sufrimiento de Atsushi. Y, por Dios... ¡Él nunca quiso eso!
Y realmente...
¿Él podía decir que sufría?
¿Acaso había forma de comparar su dolor con el de Atsushi?
Porque, si de algo estaba seguro, era que Atsushi Nakajima debía ser quién más derecho tenía de suplicar la muerte. Para eso estaba ahí esa noche, en el área médica del orfanato; en realidad, el único sitio que valía la pena rescatar de ese espantoso infierno lleno de humanos detestables que bien podría comparar con la peor escoria del mundo.
Y Dazai había elegido precisamente la noche para escabullirse al lado de su amigo luego de enterarse el desafortunado castigo que había vuelto recibir por parte de quien sabe quién. Daba igual, a Dazai tampoco le importó cualquier explicación cohibida que los otros huérfanos le dieron sobre como Atsushi había recibido la reprimenda a cambio de todos ellos. Sólo pudo escapar de su colapso momentáneo después de verlo dormir, con el suero goteando en la jeringilla y directo a sus venas.
Dazai suspiró profundo antes de decidir cualquier cosa, sí, lo pensó profundamente, sintiendo el dolor en su pecho ensancharse y llenarle el cuerpo entero, como veneno pudriendo el tejido sano de su corazón y ennegreciendolo. La masa negra se mueve, palpita con cada leve suspiro que Atsushi da todavía dormido, mostrando una terrible expresión de sufrimiento entre sueños, hasta que finalmente, en medio de tanto silencio, un poco grato jadeo se desprende de sus labios y Atsushi se levanta, exaltado y temblando de miedo.
Cualquier cosa que haya estado soñando, Dazai está seguro que se trata de lo que le sucedió por la tarde. Su mano escondida detrás de su espalda comienza a sangrar por la firme sujeción que ha ejercido al filo del cuchillo, robado de la cocina minutos antes.
No hay un saludo como tal. Una vez Atsushi se ha percatado de su presencia su expresión transmuta de forma horrenda y macabra en un intento de sonrisa. Y, aunque no le dice nada, Dazai puede escuchar él "Estoy bien" del niño. En cambio, Atsushi todavía intenta aparentar quietud por él, para que esté más tranquilo, porque sabe que ha venido a verlo debido a su preocupación.
—Deberías ir a dormir, yo estaré bien. Sólo necesito descansar un poco más.
Y mientras Atsushi arrastra las palabras, Dazai ve sus manos, ambas vendadas casi por completo, temblando, no disimuladamente, aunque nota que Atsushi trata de hacerlo así. No. Sus brazos repiquetean como si estuviesen envueltos en hielo seco y se estuvieran congelando al mismo tiempo que se queman. Horrible espectáculo de confort se presenta frente a él. Y entonces Dazai se acerca, toma el rostro de Atsushi en su mano libre y le sonríe como él otro siempre lo ha hecho.
—Tú siempre me dices que algún día todo esto terminará —murmura, con miel en su lengua intentando no alarmar a Atsushi de sus intenciones, pero el otro se congela con las palabras, como si le estuviese confesando que ya no cree en nada de lo que él mismo ha repetido durante años. Dazai piensa que es curioso lo mayormente que se siente ahora mismo en comparación de Atsushi, que tiembla como un niño pequeño buscando ser protegido. Y eso es lo único que Dazai no puede darle porque, le guste o no, solo tiene 11 años, y un mocoso de su edad no puede hacer nada frente a los demonios que dirigen ese sitio.
Es decir, Atsushi teniendo 16 años tampoco puede hacer nada, así que ¿Qué le espera a alguien como Dazai?
—Y... Así será, yo...
—Pero no es así. Si no hacemos algo, ellos terminarán con nosotros, no nosotros con todo esto.
Sus palabras son dagas, se clavan fuerte en el pecho de Atsushi, pues Dazai alcanza a notar sus ojos cristalizandose y adquiriendo el brillo de las lágrimas. No brotan, más le cierran la garganta a su amigo, que ya no le dice nada, sólo baja la cabeza, mortificado por la verdad detrás de todo eso.
Dazai vuelve a hablar, cansado de seguir esperando, afligido por su propia necesidad de buscar la muerte, la que puede encontrar después de llevar a Atsushi a un lugar mejor. Y así, no habría forma de que ninguno de los dos estuviese sólo, fuese el lugar a dónde fuesen a parar.
—Una vez dijiste que iríamos a dónde hubiese una familia que nos amara de verdad. Y podemos hacerlo, irnos de una vez por todas. Vamos juntos Atsushi-san.
....
Dazai no apuñaló ni una ni dos veces, lo hizo aproximadamente seis, las que consideró necesarias para que Atsushi muriera de verdad, que no existieran posibilidades de salvarlo. El esfuerzo le entumió los brazos, y las manos se quedaron temblandole segundos interminables hasta que sintió como quería llorar. Quería gritar hasta que la garganta se le desgarrase, pero el sabía, aún no había terminado. Faltaba él mismo, debía morir también y acompañar a Atsushi en un lugar dónde de verdad fuesen felices.
La verdad es que no lo había pensado mucho. Dazai ciertamente odiaba el dolor pero ¿Qué otra opción tenía? No podía elegir una forma más tranquila de morir luego de haberle entregado sufrimiento a Atsushi en sus últimos minutos de vida, sería como traicionarle.
Así que con prisa tomó la almohada empapada de sangre debajo de Atsushi y la mordió tan fuerte como pudo. Acercó el cuchillo a su estómago y apretó los ojos desesperadamente, esperando no sentir tanto como sabía que lo haría. Pero entonces, algo sucedió, un instante que Dazai se pregunta el porqué dudó cuándo escuchó la puerta de la enfermería abrirse escandalosamente.
De no haber dudado, de no haber abierto los ojos y quedarse congelado de la sorpresa, Dazai pudo haber muerto. Pero no fue así, unos hombres llegaron y le arrebataron el cuchillo de las manos, tan fuerte que le cortaron las palmas en el proceso y lo sujetaron con tal firmeza que Dazai creyó que le romperían los huesos en tantos pedazos que luego sería imposible juntarlos en su sitio. Él gritó, se quejó con fuerza, al principio por el dolor, luego decepcionado de si mismo y sintiéndose odiado por la muerte y Dios mismo.
Lo golpearon en el rostro, eso dolió mucho.
—No sabía que estabas tan mal de la cabeza, bastago. Y pensar que era el único amigo que tenías.
La realidad lo golpea. Mató a Atsushi y por lo que entiende, no podrá seguirlo durante mucho tiempo. Y quizá descubrió algo más, algo de todo lo que Atsushi tuvo que pasar para que él no sufriera tanto.
Algo por lo que Atsushi, quería ser capaz de soportar para asegurarle la felicidad a él.
Y ya no lo tiene.
Del autor
Otra vez es de madrugada y le escribí una mini historia al fanart que ven arriba.
Nada está corregido así que pido disculpas si existe algún error narrativo y ortográfico/gramático. Seguramente después me de a la tarea de corregirlo, pero mientras se queda así jaja~
Adjunto el perfil de Twitter del artista, aunque a estas alturas creo que la mayoría de los Dazatsu shippers ya l@ conocen:
https://twitter.com/MongzuBSD?s=08
Por último, ya saben que siempre deseo que lo escribo los entretenga, por lo menos, un poco.
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Sen no Katachi 「Dazatsu」
Fanfic«La forma del amor después de la tragedia» Pedazos extraviados.