Gratitud

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—Eres egoísta

No conseguir librarme de tal acusación trae consigo más consecuencias de las que había previsto, una de ellas es el recordatorio, en imagen y sensación, de su rostro cabizbajo rozando la decepción y un deje de reclamo furioso que escondió bastante bien en una voz pasible, agotada pero firme en su declaración, sin intenciones de retractarse.

Negué en el silencio de su prorroga, incluso después de adjudicarme ese rasgo, se permitió aguardar por mi respuesta, una que jamás llegó pues fuí consciente –aunque nunca lo admitiría– de la razón que poseían esas dos palabras. Dazai bajó la mirada y acarició la madera rojiza de la mesa, sonreía y eso me molestaba, ser capaz de ver a travéz de esas facciones atestadas de reproche y enojo hacia mi.

Continuó.

—No importa lo que haga o diga, tu siempre has hecho lo que crees conveniente —viéndome, sentía que sus ojos veían otra parte, —. Lo mejor para acallar un pasado —y suspiró, dejando la conversación a la nada pero al final decidió terminar. —...que desde hace mucho deberías haber superado, pero solo te autocompadeces. Y si mi amor nunca te sirvió de nada, no vale la pena seguirlo ofreciendo.

Parado, frente al umbral de la puerta, me pareció ver que su sombra, reflejada en el piso, desaparecía. Al encarar su mirada, me dí cuenta que no estaba presente, no su alma, su cuerpo en cambio, permaneció firme, reafirmando la decisión que tomaría. Abandonarme, harto de mi, resuelto a explorar una compañía que no fuera la mía.

Acepté callado, con el corazón temblando y en incredulidad, borrando la sensación de llanto doloso. Dazai no aguardó más tiempo, abrió la puerta y se fue. En los segundos siguientes a su partida me obligué a llorarle a lágrimas secas, pues aún con mi pecho estrujandose y maltratando mi respiración, e incluso con mis manos temblando dentro de la oscuridad, la necesidad de sufrirle abiertamente no aparecía.

No lamenté su despedida, más que eso, me abrumó la soledad, que sabía, vendría después de ello. Él era lo único que tenía, con Dazai fuera de mi vida, me contemplaba solo, sin un objetivo claro dentro de la existencia.

Al darle justificación a los sentimientos de temor y dolencia, confirmo aún más que sus palabras son ciertas. Soy egoista, pues más que amarlo, lo necesito.

Recientes han sido los días en que no duermo y cuándo lo hago el descanso jamás lo contempla mi mente, tampoco me preocupo en alimentarme o en salir de la cama para asearme, no puedo, no sin él.

Y soy egoísta, lo sé, porque me alegra en sobremanera escuchar por fuera en la puerta que su compañero a muerto, me alivia verle de nuevo y no me molesta sentir sus lágrimas empapando mi hombro, ni su cuerpo temblando mientras me abraza. Me siento agradecido con el destino, quién merece mi gratitud eterna al haberme concedido la oportunidad de no quedarme solo.

Le agradezco a quién fuera el asesino de Chuuya Nakahara.

Agradezco ya no solo recibir su lástima, sino, ser yo quién lo consuele de hoy en adelante.






...

Bien aquí ando de nuevo, sin saber que es lo que escribo exactamente.

Terminaron juntos al final. Que bonito ¿no?

Ah ¿no?...

Espero que le haya gustado a alguién, tan siquiera un poquito. Y si fue así, me alegra. Les deseo un buen inicio de semana.

Sen no Katachi 「Dazatsu」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora