Lidiando con un hombre loco

339 38 9
                                    

I

La primera vez que Atsushi se enteró respecto a lo buen bailarín que Dazai era, su cerebro aventuró las mil y una formas de escapar de tal incómoda situación, tanto así que le era imposible no presenciar lo catastrófico que sería si el detective lo invitase a unirsele.

Sin embargo, aprovechando que en aquella lejana noche se había dado el caso en que ellos se hallaban solos, el joven tigre no encontró manera de negarsele, y aunque buscó en sus pensamientos la escusa adecuada, las ganas le faltaron para pronunciarla firmemente.

Cierto fue que quizá el ambiente ameritó el no querer abandonar al detective en el salón vacío de la agencia, simplemente porque lucía deprimido. Y porque las canciones que  escuchaba su superior parecían (a sus ojos) entristecerlo a un más.

Lo que sí no admitiría era la confianza que Dazai le daba, la que necesitaba para despreocuparse por no saber llevar el ritmo de la música. Una seguridad que le permitia tejer vergonzosas situaciones de él enseñándole a bailar.

—¿Puedes creerlo Atsushi-kun? No hay mujer con la que baile, ¡y que luego me halague por ello! —remarcó dramáticamente —, que acepte encarar a la muerte junto a mi.

El golpe en seco que resultó de cuán desprevenido se encontraba hizo a Atsushi reformular sus ideas aquella noche, después de todo, era normal que ese hombre se deprimiese por temas similares a ese.
«Dazai-san...amaba mucho a las mujeres ¿verdad?»
Pero proponerles un suicidio doble...

—...es demasiado —Atsushi pensó unos segundos, sonriendo medio aturdido por la reciente aceptación a la que había llegado: Dazai siempre era así y eso nunca cambiaría —imprudente, Dazai-san. ¿No debería ser...más suave al hablar sobre ese tema 《especialmente sobre eso》con una chica?

El sueño de esa madrugada lo despegó Dazai de golpe cuando le agradeció con una palmada en la espalda su "maravilloso" consejo y luego salió dando brincos de alegría, aunque desconocía si se trataban de una nueva idea para suicidarse (ojalá no) o para invitar a salir a otra muchacha guapa.

Nakajima había terminado dormido sobre el escritorio luego de que, percatándose de la hora que era decidiera quedarse ordenando documentos en vez de regresar a su departamento sólo para descansar dos horas ahí.

Recuerda también a Kunikida felicitándolo y su discurso sobre la puntualidad mientras intentaba no caerse de sueño.















━────── •●• ──────━

II

La segunda vez que el nuevo miembro de la agencia sintió un ligero (casi imperceptible) dolor en el pecho, aunque él había concluido que la primera vez se debía a la ansiedad de practicar algo que no sabía hacer, fue el día en que Dazai llegó sugiriendo una visita a las termales.

Atsushi nunca había ido a un lugar parecido, tal vez no existía forma en que imaginara como serían esos sitios; pero de algo estaba seguro: no quería ir.

Y luego de que el detective intentara bromear sobre lo divertido que resultó la vez que entró a uno mixto (aunque todos pensaron que era mentira) y que Tanizaki se apresurara a explicarle de que se trataba, él había decidido no arriesgarse a que el resto de la agencia viera sus cicatrices, por más grosero que fuera rechazar la 'cordial' invitación de Dazai.

Pero desde luego, eso mismo le hizo preguntarse porque el hombre nunca se quitaba las vendas que le cubrían casi todo el cuerpo. Le consoló pensar que, tal vez, su superior ocultaba algo parecido a lo suyo y pensó que, si este aceptaba mostrarle lo que existía detrás de los vendajes en su cuello, si que iría con sus compañeros.

Sen no Katachi 「Dazatsu」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora