3. La casa del vecino

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Llego a clase la primera, la gente se suele quedar en el patio más tiempo hasta que ya les llaman la atención, pero a mi me gusta aprovechar este tiempo de paz. Es de los pocos momentos que estoy sola en todo el día.

Estoy un rato pensando que haré esta tarde mientras van llegando el resto de mis compañeros. Me levanto para ir al baño y me encuentro ahí a algunas chicas de la otra clase poniéndose mascara de pestañas -¿mas?- y paso por detrás de ellas sin que me vean. Entro en el segundo baño a la derecha, siempre el mismo, el resto lo utilizan las otras chicas para fumar, llorar, llamar a sus novios, o estar con ellos.

Salgo y mientras me lavo las manos veo que el grupo de antes sigue ahí, pero ahora me están mirando de reojo. Hago como si no les viera, no es nada nuevo lo que hacen.

Vuelvo a clase y veo a Dani y dos chicos mas -Carlos y Noa- con los que jugaba antes a baloncesto, en nuestra mesa. Me siento en mi sitio intentando no llamar la atención, aunque ni uno ni otro me dirige una sola mirada, y me pongo los auriculares que he dejado antes de comer en mi mesa. Drive By de Train inunda mis oídos mientras veo como termina de entrar la gente a clase.

Carlos, Noa y Dani siguen ahí, hablando y riéndose de vez en cuando y me fijo en como la gente se divierte, seguramente hablando de alguna fiesta a la que han ido o van a ir. En momentos así me gustaría que mi mejor amiga Claudia y yo fueramos al mismo instituto pero ella va a el colegio publico del centro. Me suele llamar para ir a alguna fiesta con ella y sus amigos, pero casi siempre consigo librarme de esas cosas. No me gusta eso de tener que hacer de niñera mientras ella se lo pasa bien emborrachándose y fumando con la gente de su escuela.

Veo por el rabillo del ojo a el profesor de historia entrando y a mis compañeros sentándose cada uno en su sitio.

—Buenas tardes chicos —empieza el profesor la clase—, ya sé que no os interesa empezar temario nuevo el primer día de clase, así que para esta semana quiero que hagáis un resumen de todo lo que disteis el año pasado, con vuestra opinión sobre ello.

De momento no parece muy difícil.

—Será un trabajo en parejas —Mierda. No me gustan los trabajo en grupo porque la mayor parte del tiempo me quedo sola y me acaban poniendo en un grupo aleatorio. Veo como las cabezas de algunos se giran hablando con la mirada a sus respectivos amigos, para hacer el proyecto juntos seguramente.— Pero antes de que os adelantéis, vuestra pareja será la persona con la que estéis sentados...

Con que fácil ehh...

Veo a Dani mirándome el perfil, pero yo sigo mirando hacia adelante como si no hubiera dicho nada del otro mundo aunque por dentro me este muriendo de vergüenza, replanteándome como me he comportado con el.

Se que no he sido muy amable y que lo he juzgado muy pronto, pero no me fio de la gente en general, sobre todo de los que son muy simpáticos sin conocerte, me da la sensación de que esconden algo. Llamarme insegura o pesimista, pero no me han dado razones para confiar en ellos todavía.

El profesor al parecer ha terminado de explicar y la gente ya ha empezado a hablar sobre el trabajo. Miro a Dani para ver si hay algún signo de molestia o disgusto en su cara pero solo veo la amabilidad de antes y su característica sonrisa. ¿Debería hablar yo primero? No se me da bien entablar conversaciones mucho menos empezarlas.

—Bueno... emm... —¡¿que le digo?! Creo que voy a entra en pánico.

—¿Eso es todo lo que vas a decir? —se empieza a reír. ¿Se esta riendo de mi? Le miro extrañada—Antes me has dejado prácticamente hablando solo —aclara.

¿Debería disculparme?

Es lo que haría alguien coherente.

—Pues... lo siento supongo —le digo algo dudosa— por irme.

—¿Y lo que has dicho? —Se gira para mirarme de frente con una ceja enarcada.

—¡No he dicho nada malo! —me giro yo también frunciéndole el ceño.

—¿Aparte de hablarme con sarcasmo desde que nos conocemos? Muy amable no has sido la verdad... —¿pero este chico de que va?

—Mejor hacemos el trabajo cuanto antes y así ya no tienes que volver a soportar mi sarcasmo, ¿te parece? —le miro, esta vez subiendo yo una ceja.

— Bien —levanta los brazos en señal de rendición—, no pretendía alterarte, lo siento, mejor si nos centramos en esto... —murmura esto último agachando la mirada y suena la campana anunciando el final de la clase. Solo queda una.

Cuando se levanta, le cojo de la mano antes de que se vaya, no se si molesta o arrepentida.

—Espera, espera, ¿pretendes que me sienta mal? —vale, estoy siendo demasiado desagradable. El abre los ojos como platos y empieza a negar con la cabeza.

—¿Que? No, no, solo me disculpaba, no tenia derecho a exigirte ser buena conmigo si no me conoces —dice, y parece sincero.

—Vale, bueno... ¿y si quedamos esta tarde a hacer el proyecto? —mejor si cambio de tema, ¿no?

Justo cuando va a responder veo que Noa le esta haciendo señas para que se acerque y el se va con ellos sin decir nada mas.

...

Siempre, al salir de clase, lo primero que hago es ponerme los auriculares y salir del colegio lo antes que pueda. No me gusta tener que ver y escuchar a los diferentes grupos de amigos haciendo ruido y pasándoselo bien. Es irritante.

Voy a mitad de camino escuchando Routine de Sam MacPherson, cuando veo a Dani separándose de el grupo de chicos y chicas de mi curso. Acercándose. A mí.

Mierda.

Je, je.

Cuando ya esta llegando a mi altura, me quito un auricular y paro la música. El viene con esa sonrisa suya y la mochila negra colgada de un brazo, como la mayoría.

—Hola.

—Hola — le respondo con media sonrisa. A ver si puedo arreglar el desastroso comienzo—. ¿Quieres algo? — le pregunto cuando veo que el se me queda mirando.

—Ah sí, sí —se ríe—. Me preguntaba si te apetece quedar esta tarde para empezar con lo de historia.

—Ehh... ¿vale? —eso a sonado mas a pregunta que repuesta. ¿Que me pasa? Me aclaro la garganta —. Vale, me parece bien.

Seguimos caminando juntos, yo a mi casa y él... él no se.

—Vale, bueno, ¿podríamos ir a tu casa? A la mía no podemos ir —estoy asintiendo cuando me doy cuenta de lo que ha dicho.

¡¿A mi casa?!

No, a la del vecino.

Cállate.

—¿A mi casa? —eso ha salido con una voz mas chillona de lo que pretendía— No podemos ir a mi casa tampoco. —Mierda me he puesto un poco a la defensiva y el parece haberse dado cuenta por que me enarca una ceja, extrañado seguramente.

—Pues... podemos ir a alguna cafetería o a... ¿la campa? —supongo que se refiere a la que esta detrás de el ayuntamiento.

—Cafetería mejor, ¿a las seis? —él asiente, y como veo que sigue ahí, sin decir nada más, me coloco el auricular de nuevo y le doy al play para seguir escuchando música, dando por finalizada la conversación.

***

:)

Quizá No Tan Distintos ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora