14. Nostálgica

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Con mi cabeza apoyada en el hombro de Dani y su mejilla sobre la mía, ambos nos quedamos absortos en el claro atardecer que se ve a el fondo. Como si el sol se escondiera bajo las viejas casas del pueblo.

—¿Sobre qué querrías cantar en el concurso? —pregunta cuando ya lo único que se ve es el color anaranjado en las pocas nubes que hay en el cielo. No nos movemos.

Suspiro —No se, —me paso una mano por la cara— tiene que ser algo que hayamos vivido los dos.

Nos quedamos en silencio de nuevo hasta que Dani vuelve a hablar: —¿Te hable sobre el divorcio de mis padres?

—Mis padres nunca se divorciaron —frunzo el ceño.

—No me refiero a eso —dice—. Me refiero a que la mayoría del tiempo extraño como eran las cosas antes.

—¿Antes de que tu padre se fuera?

—Mhm —continua—. Supongo que tu también extrañas como eran las cosas antes.

No contesto. No puedo. Joder.

Pienso en ello, y sí. Desearía que las cosas volvieran a ser como antes. Antes de que mi familia se fuera a la mierda.

Una única lagrima se desliza por mi mejilla hasta caer en el hombro del chico que tengo a mi lado, y es cuando él me pasa un brazo por los hombros. Y después de unos segundos, yo también lo abrazo. Como nunca lo había hecho antes. Dani me rodea con sus fuertes brazos la cintura y yo me muevo hasta quedar encima suyo. Aún sin separarnos. Pero no puedo pensar en eso al cien por cien.

Pienso en ella. En mi hermana. Mi gemela.

Esa loca fue la ultima con la que me di un abrazo, uno verdadero al menos, ya que a los hipócritas del funeral solo les interesaba conocer la razón por la que murieron. Con ella fue con la última con la que me sinceré del todo, la última que me ha visto llorar, romperme. En su momento fue por culpa de algunos idiotas de mi clase. Ese problema ya parece tener años de antigüedad con todo lo que ha pasado en los últimos meses.

Así que es raro dejar caer mis lagrimas delante de alguien que entro en mi vida de una forma tan repentina.

Según me voy tranquilizando voy cayendo más en la cuenta de la posición en la que estamos. Y en que sorprendentemente no me siento incomoda. Cuando el nota que ya he dejado de llorar me aparta un poco y posa sus manos en mis, ahora mojadas por las lagrimas, mejillas para limpiarlas.

Yo me muerdo el labio y aparto la vista para otro lado. Joder que vergüenza.

—Si no quieres cantar sobre eso esta bien, lo sabes, ¿no?

—No, esta bien, estoy bien —me enderezo aún con mis piernas alrededor de la cintura de Dani, paso mis manos por mis ojos y sonrío, como si lo que acaba de pasar no hubiera ocurrido—. Solo me he puesto nostálgica, me parece bien.

Se queda mirándome y con mis ojos conectados a los suyos y contesta con un simple: —Bien.

Seguimos mirándonos y de un momento a otro el ambiente cambia de uno triste a algo mas... ¿intenso? Nuestros ojos siguen enlazados y como si fuera un tipo de auto reflejo bajo mi mirada a sus labios y seguido él se muerde el labio inferior como hace siempre.

Pero ya no es como siempre.

Yo también muerdo el mío y cuando vuelvo a levantar mi mirada, en la suya parece haber una pregunta que nunca pensé que formularía. Ni mucho menos que mi respuesta fuera a ser sí.

Dani me acerca más a él, si es que es posible, hasta que nuestras narices se rozan y puedo sentir perfectamente su respiración. Cierro los ojos y lo único que escucho es a él. Baja sus manos a mi cintura y yo enredo las mías alrededor de su cuello.

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