7. ¿Al casi beso?

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Después de la ultima pregunta de Dani, no hemos vuelto a hablar. Pero no era un silencio incomodo, simplemente uno en el que cada uno piensa en sus cosas, sin necesidad de sacar conversación.

Es agradable, saber que hay alguien con quien no necesitas mantener la conversación todo el tiempo. En estos momentos estoy incluso más centrada en la respiración de Dani que en el cielo que ha empezado a nublarse.

Llevamos ya un tiempo así cuando veo un enorme rayo caer a lo lejos. Segundos más tarde se escucha un trueno. Viene tormenta. Joder. Estaba tan desconcentrada que no me di cuenta de que ya estaba todo el cielo cubierto de nubes.

Me levanto a la vez que Dani justo cuando empieza a llover como si no hubiera un mañana. Solo nos hace falta una mirada antes de empezar a correr en dirección al pueblo.

Dani se esta riendo a carcajadas delante mío mientras abre los brazos como un idiota.

—¡¿Pero que coño haces?! —le grito cuando se para en medio de una calle desierta.

Se me acerca con una gran sonrisa en la cara y me susurra al oido: —Siempre he querido hacer una cosa.

Me coge de la mano y conmigo agarrada se tumba en medio de una carretera cortada, en la misma posición que cuando mirábamos las estrellas, pero ahora tomados de la mano y mirando los rayos caer a lo lejos.

Este chico se cree que vive en un libro.

Y, de repente, parece que todo fuera a cámara lenta: Dani levanta su otra mano para posarla sobre mi barbilla y girarme para mirarle a él.

Pero yo solo puedo ver esos ojos tan grises como la tormenta que nos esta cayendo encima, ese pelo negro que ahora esta pegado a los lados se su cara, y esas pequeñas pecas, que a esta distancia, con su nariz casi rozando la mía, podría contarlas todas.

Dani Revira

No se porque hice eso, lo que sí sé es que no me arrepiento.

Ahora podía ver detalladamente esos ojazos verdes que me habían impactado desde el primer momento que la miré. Esos ojos que parecían esconder un mundo que esta chica parecía guardar bajo llave. Una personalidad (seguramente increíble) escondida tras un libro distinto cada día.

No se en que momento me fijé en ella, en esos labios entre abiertos que acaparan ahora toda mi atención, como tampoco sé porqué, así de la nada, se empieza a reír como nunca la había visto hacerlo.

Nora, que me llamó la atención con su actitud sarcástica ese primer día, sonreía como si hiciera mucho tiempo que no lo hacia.

Lo que desencadena que yo sonría también y acabemos como dos desquiciados agarrados de la mano, tirados en la calle en medio de una maldita tormenta.

Si es que solo a ti se te ocurre...

Al de unos minutos me levanto, haciendo que Nora lo haga conmigo. Después de mirarnos durante una rato me dice:

—Igual mejor buscamos un sitio para resguardarnos, ¿no? —pregunta, arqueando una ceja. Lo hace muy a menudo, seguramente inconscientemente.

—Si, claro —me llevo una mano a la cabeza volviendo ya a la realidad, realidad en la que estoy empapado, con una chica que me gusta, en medio de una estúpida tormenta.

Es bastante bajita así que levanta la cabeza para mirarme. Segundos después ya me ha soltado la mano y camina hacia el centro. Veo su pelo rizado alejarse y es cuando me doy cuenta de que tengo que avanzar o se irá sin mi.

Corro hacia ella y le pregunto: —Ey, una cosa, ¿a donde piensas ir? Si quieres te acompaño a tu casa para que no vuelvas sola —y para que podamos pasar más rato juntos.

—No hace falta pero gracias —tenemos que gritar para que se nos escuche porque cada vez llueve más.

—Insisto, ademas creo que me pilla de camino a la mía —mentira.

No se ni donde vive.

—Bueno, vale, gracias.

Después de un cruzar una larga calle decido preguntarle algo en lo que había estado pensando si conseguía disculparme:

—Emm... —me tengo que aclarar la garganta— Estaba pensando que, ya que lo hemos arreglado, igual... no se eh, como tu quieras, pero igual...

—¿Puedes soltarlo ya? No creo que sea para tanto —Ella va demasiado distraída mirando la carretera como para estar 100% atenta a lo que le digo.

—Sí, perdón, me preguntaba si te apetece quedar este fin de semana para hacer algo.

Si gira hacia mí como si hubiera escuchado un disparo.

Ahora sí tienes toda su atención.

—¿Contigo? —asiento— ¿Para qué?

—Para conocernos mejor, obviamente.

Se lo piensa durante unos segundos: —Eh, bueno, sí, claro, por que no.

—Guay.

¿Debería decir algo más?

—Pero no tengo tu numero, y se te da por volver a darme plantón me gustaría que me avisaras —finalmente habla ella.

—No voy a darte plantón, no lo haría.

—Ya lo hiciste.

—Eso ya lo hemos hablado, no cuenta.

—Contara las veces que a mi me de la gana.

—¿Sabes? No entiendo como siendo tan pequeña albergas tanto rencor —bromeo.

— Y tu siendo tan grande tan poca inteligencia.

Me llevo una mano al pecho —Auch.

Y se ríe, me encanta cuando se ríe.

Empieza a ir mas despacio cuando llegamos al edificio mas alto del pequeño pueblo. Su edificio. Ya no llueve tanto y puedo verla mucho mejor cuando se pone delante mío, con el pelo hecho un desastre, pero esta guapísima igual.

—Bueno, pues... gracias por acompañarme, y ya me hablaras para quedar.

Antes de que se gire, la llamo. Todavía no tengo su numero.

—Igual me deberías dar tu numero antes, ¿no?

— Hostias es verdad.

Saco mi teléfono, entro en contactos y se lo doy para que se añada. Espero detallándola mientras lo hace.

Me lo devuelve apagado y antes de que le diga nada, sale corriendo hacia la entrada del edificio. Enciendo el movil y veo como se ha agregado:

Nonie ;)

Me rio en voz baja antes de abrir google maps y buscar el camino hacia mi casa.

***

:)

Quizá No Tan Distintos ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora