Capítulo 21

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El ruido de unas cortinas abriendose interrumpió mi sueño.

- ¡Buenos días dormilona! - unas grandes manos removieron el trozo de tela que me resguardaba del frío.

Abrí un ojo.

Todo se veía nítido, manchas de colores llenaban la habitación a sus anchas. Ni siquiera podía reconcer a la persona que se encontraba delante de mí.

Abrí otro ojo.

Las cosas se veían con un poco más de claridad, pero no como yo desearía que se viesen.

- No veo bien - le dije a quien fuera que estuviese en mi habitación.

- Puede que sea porque te pasaste toda la noche llorando sin parar - dijo una voz rasposa y grave.

Harry.

- ¿Qué estás haciendo aquí, idiota? - hice el esfuerzo de levantar mi espalda del colchón, pero estaba demasiado cansada como para hacerlo.

- ¿No lo ves, o acaso estás ciega? - me preguntó irónico.

- No.

El chico salió corriendo. ¿Pero qué clase de persona normal hacía eso?

Me levanté con mucho cuidado y me encaminé al cuarto de baño lentamente.

Miré mi reflejo en el gran espejo de la pared. Tenía los párpados negros y los ojos rojos, las lágrimas que se tiñeron del color de mi maquillaje seguían pegadas en mis mejillas, como si fuesen las secuelas de un desastre provocado por acuarelas.

Recordé los sucesos de la noche anterior. Primero llegué a Londres, y allí me contaron que yo tenía un don que provenía del gran desarrollo cerebral de mi abuelo. Después empecé a escuchar voces y a ver siluetas de personas que aparecían y desaparecían, entonces fue cuando Niall me habló de Philip. Al principió no me lo creí, pero después de un tiempo si lo hice, luego vine a Los Angeles con Harry y de repente me cuenta otra historia diferente que me dejó bastante confundida.

Prefería no creer a ninguno, pero las sombras que veía se debían a algo.

Mi cabeza era un laberinto sin salida en aquel momento, no sabía qué dirección tomar y tampoco sabía en que creer.

Estaba preparada para correr, para escaparme de todas las mentiras que me habían contado, y por un momento, creí saber lo que hacía.

Huí.

Huí de todas esas personas que en unos días habían conseguido confundirme por primera vez en mi vida, aquellas que tomaron mi mente como si fuese un juguete y enredaron los sucesos haciendo que quisiese desaparecer.

¿Por qué no dejarlo todo atrás? A estas alturas no sabía en quien confiar, hasta que una pequeña luz me sacó de todos mis problemas. Iba a confiar en mí, la que nunca me había fallado y siempre estaba de acuerdo con las decisiones que tomaba.

2 meses después.

- ¡Sal de la ducha ya, que se va a acabar el agua caliente!

- ¡Ya voy Edith, déjame arreglarme en paz! - me contestó de vuelta mi amiga.

Tras haber esperado unos minutos, que para mí se convirtieron eternos, Madelyn salió del baño envuelta en una toalla rosa.

La miré con cara de asco, no quería llegar tarde a mi segundo día de clases.

- No me mires así, al menos yo tengo un chico al que seducir - dijo intentando sentirse superior.

- No me hagas reir, él ni siquiera sabe tu nombre.

- Eso no importa, voy a conseguir que se fije en mí y...- hizo una pausa y me apuntó con el cepillo - voy a buscarte al chico ideal, ya verás.

- No quiero ningún chico, estoy cansada de decírtelo.

Me giré dispuesta a dar esa conversación por terminada cuando mi amiga saltó arriba mío.

- Vamos mujer, si no pruebas a ningún chico nunca encontrarás al que verdaderamente te pertenece, déjame ayudarte.

-La última vez que lo intentaste, el chico que según tu instinto era mejor para mí, acabó atado a una silla.

- Bueno, tu sabes que esa no era mi intención..parecía un buen chico.

Alzé una ceja.

- Tu lo ataste a la silla.

- ¿Y qué? ¿Realmente piensas que el chico perfecto te va a caer del cielo? No, tienes que buscar y cuando lo encuentres lo sabrás - tomó una pausa - mira querida, los habrá buenos, malos, rebeldes, gilipollas o encantadores, pero hay que saber tener paciencia - me ayudó a levantarme del suelo - sino estarás sola y te arrepentirás de no haberme echado cuenta.

Cogí mi ropa, que se me había caído al suelo cuando Madelyn me empujó, y caminé hasta el baño cerrando la puerta tras mis espaldas.

Amo el pequeño rato que estoy en la ducha. Tengo tiempo para reflexionar, acompañado del relajante sonido de las gotas de agua chocando con mi piel y la luz apagada.

Sí, hace poco había cogido la costumbre de ducharme con la luz apagada, me servía para concentrarme en mis pensamientos y tener mayor sensación de relax.

Cuando salí del baño cogí mi mochila y fui hacia el salón, donde estaría Madelyn esperándome.

- ¿Vamonos? - preguntó ella dando un salto del sofá preparada para irse.

- Vamonos.

._._._.

Los pasillos estaban repletos de personas. Todas ellas llevaban libros en las manos o mochilas en la espalda.

El inicio de curso llegaba con esperanzas de aprobar las asignaturas suspendidas y ganas de conocer a gente nueva.

Pasé a mi primera clase, física. Entré en el aula y me dirigí al final de la clase, donde creía pasar desapercibida.

El día pasó rápido, conocí a mucha gente pero no de mi agrado, por ahora prefería a Madelyn.

A la gente le causaba interés que yo fuese de otro país, aunque allí habitaban muchos estadounidenses.

Era una ciudad preciosa, tenía un encanto que llamaba especialmente a la gente de fuera, como lo había hecho conmigo. Era la magia de la poderosa Amsterdam.

PARADISE (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora