Iba corriendo por los pasillos del hospital. Rezaba por no caerme o tropezarme con alguien. La gente miraba estupefacta, algunos decían "¿a dónde va esa loca?" o cosas como "miren, una psicópata que se ha escapado, llamad a los doctores", otros se susurraban entre ellos cosas desagradables y la otra parte de personas me observaban con la boca abierta. Soy un escándalo para el hospital. No podía permitirme el lujo de pensar en lo que estaba pasando en estos momentos.
Corría como si el fin del mundo me estuviese persiguiendo por los pasillos y no me dejara escapar, que afortunadamente no era el caso. O eso creo.
Salí del hospital tras jadeos y movimientos de mi pecho hacia arriba y abajo. Tomé aire rapidamente y me dispuse a seguir con lo que estaba haciendo. Me paré en un banco al recodar que no sabía dónde estaba, hasta que la melodía de mi teléfono rompió el silencio que había generado. Era un número desconocido pero antendí a la llamada.
- ¿Si?
- Edith soy Maggie
- Ah hola Maggie, ahora mismo iba a llamar a tu padre, no sé donde está tu casa porque Niall me en..
- Prima lo se todo, dime dónde estás - con que adivina eh.
- Pues ahora mismo estoy sentada en un banco de una calle muy larga, enfrente de un supermercado y una pasteleria de cupcakes - hablando de cupcakes, me está dando hambre - un momento voy a comprar algo que tengo hambre - menos mal que cogí mi bolso antes de salir corriendo.
- Vale, pero no tardes que ya vamos en camino a recogerte
-Vale, adiós.
Me levanté del banco observando a mi alrededor. Los pocos rayos de sol que se dejaban ver de entre las nubes calentaban mis manos. En Los Angeles hacía más calor en verano. Aquí por lo que me han contado es todo nubes y lluvia, y si hay suerte puede hacer un día soleado. Tengo que dejar de pensar en mi pasado. He venido aquí y voy a hacer una vida nueva, con gente nueva y personalidad nueva. Me adentré en la pequeña pero acogedora pastelería y una campanita sonó al entrar. Una chica salío corriendo de la parte privada del local y se puso ane el mostrador.
- Hola, ¿desea algo?
- Sí, venía a buscar unos cupcakes ¿de qué los tienen?
- Hay muchas variedades - me da una amplia carta con muchos tipos deliciosos.
- Quiero uno de bizcocho de chocolate relleno de nueces y cacahuetes con frosting de una crema suave de almendra y un cappucino de chocolate tambien.
- Claro, enseguida se lo traigo - la chica se metió en la parte dónde estaba anteriormente y me entregó el café en la mano y el cupcake en un pequeñ cajita - has tenido suerte, la tanda de tu cupcake estaba recién echa - rie un poco -y son siete libras - le entrego un billete.
- Gracias.
- Gracias a usted por venir, hasta otro día - me alejé del mostrador y al pasar por la puerta la campanita volvió a sonar.
Salí de la tienda tomándome el capuccino y me volví a sentar en el banco de antes. Abrí la cajita del cupcake y un delicioso olor invadió mis fosas nasales. Lo cogí y con cuidado le quité el papel para poder comermelo. En el primer bocado, una satisfacción recorrió cada centímetro de mi boca, el conjunto de sabores era increible. Me lo acabé muy rápido ya que estaba muy bueno. Seguí tomendo mi café cuando una bocina de un coche llamó mi atención. La cabeza de mi prima pequeña se asomaba por la ventana. Corrí hacia el coche y me metí dentro.
- Hola Edith - dijo mi tío cortante.
- Hola tito, hola Maggie - esta última me hizo un gesto de saludo con la mano.
