Postres de Reflexión

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La primaria de Royal Woods, la puerta de la oficina del director se abre, dos chicos salen por la misma con seriedad en sus rostros, uno tiene un ojo hinchado y morado, y el otro con una nariz roja de averse limpiado la sangre; ambos caminan por el pasillo en dirección al salón del clases, ninguno quería hablar, quizás por no querer decir algo a un enemigo o por no tener nada de que hablar, hasta que el presumido rompe el hielo.

—oye Lincoln—

—¿uh?— le sorprende que se dirija a él con su nombre, y también que está muy tranquilo —¿qué?—

—fue un buen golpe— dijo con satisfacción al señalar su propia nariz.

—...— el peliblanco está confundido —¿qué quieres decir? ¿te estás burlando?—

—claro que no, te respeto Loud, sabes defender a tu chica—

—¿mi que...?— se ruboriza ante la afirmación.

—si, me retracto de lo que dije antes, al parecer si tienes valor, así que me retiro, te dejaré tranquilo con tu chica—

—¿enserio nos dejaras en paz?—

—por supuesto, pero eso sí, no bajes la guardia, que no soy el único que está detrás de Cookie—

—ya veo, gracias— el peliblanco no se siente bien con la idea de que hay más pretendientes que solo Chandler —pero ¿por qué me ayudas?—

—porque no eres tan perdedor como creí, podría decir que te tengo envidia, siempre me siento aburrido en la escuela, y nadie me espera en casa casi siempre; por eso me gusta provocar a los demás, los que me siguen son unos perros, en cambio tú tienes muchas cosas que yo no, y al final quién me diría que ese escuálido de cabello blanco me haría sangrar—

—no tenía idea de que pensaras en esas cosas, yo creí que tenías todo y por eso serías feliz—

—pues hoy me hiciste el día, Loud; y por cierto, lo que dije de tus hermanas, me retracto, no lo pienso realmente ¿qué dices, todo bien?— estira el puño hacia el peliblanco.

—todo bien— acepta el choque de puños y así todo termina... ¿o no?

—pero voy a fingir que somos enemigos, tengo una reputación que mantener—

—me parece bien—

Ambos llegan al salón de clase, al entrar son recibidos por las miradas de todos los presentes, aunque la maestra Di Martino se siente culpable, quizás hubiera podido evitar esto y reducir los roces entre ellos, al final hace que los dos se sienten y así regresar al estudio por donde se quedaron hasta que terminó la última hora de clase.

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La campana suena, los alumnos y alumnas ya quieren irse a casa con entusiasmo, sin embargo, el chico de cabello blanco aún está sentado en su lugar, está nervioso ya que el director llamo a sus padres, si lo castigan es probable que no le permitan ir a la fiesta del sábado, y es lo que menos quiere ahora; la pequeña cocinera se acerca y le habla algo nerviosa.

—Lincoln— ella lo saca de sus pensamientos.

—oh... si Cookie—

—bueno, yo quería... digo... este... auch— al no poder decir ni una oración, Jordan le pega un codazo para que hable fluido —lo que quiero decir es que, gracias por quitarme a Chandler de encima, y lo siento que te hayan golpeado—

—emmm... de nada, Cookie— no puede verla a los ojos, se siente mal consigo mismo —aunque no me arrepiento de haberte ayudado, me siento mal por haber usado la violencia, perdón si te asusté—

!Ya no mas galletas! (Cookiecoln)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora