𝗨𝗡 𝗩𝗜𝗔𝗝𝗘 𝗦𝗜𝗡 𝗥𝗘𝗧𝗢𝗥𝗡𝗢

Capítulo 06. Gravedad asesina.

Érase una vez una pequeña ave que salió de su cascarón con un aspecto muy diferente al de su familia, tenía el plumaje azul mientras que el de los demás era negro y gris, a toda la manada no le agradaba su presencia y se valían de ataques y peleas violentas en donde lo hacían sangrar por gusto. En los primeros días de bebé permanecía muy bien abrigado en el nido, bajo las grandes alas de su querida mamá, quien lo cuidaba de su papá para que no se lo comiera con el resto de la manada. Sólo era un indefenso polluelo que no sabía defenderse de lo que les hacían cuando estaba sin su mamá, el castigo diario lo hacía sentirse bastante excluido, aislado e invisible, porque sólo existía cuando era masacrado. Cuando miraba a todos volar sin miedo a caer, se escabullía en el temor para no perderse en las alturas. Él tenía miedo de volar y le daba pánico caer por primera vez, sabía que, si lo hacía, cada uno de sus huesos se rompería a pedazos y se reirían suyo desde arriba. Él le temía a la vida y odiaba que lo sorprendiera con inesperados eventos que le quitaran los ánimos de volar, quizá y solo era un niño con miedo de salir por la vida a conocer las experiencias que esperaban por él, resentía sus emociones y las desechaba con las malas compañías.

Él desperdiciaba el tiempo de su grisácea existencia siendo alguien que no quería para satisfacer a los demás y siguió encerrado en su nido, aunque su madre había muerto y toda la manada se había ido lejos de él, prefirió ser un cobarde por el resto de su vida. Nunca conoció el mundo que lo ceñía y se quedó en su árbol hasta que los humanos lo cortaron, y murió congelado por el brusco temor de nunca arriesgarse. Su existencia fue creada por los cielos más huracanados y borrascosos de la naturaleza, en las nubladas lejanías donde los mares se agitaban con truenos y estrellas caídas. Sólo el miedo fue capaz de destruir, triturar y demoler algo que sólo Dios había formado. El temor es la abominación más sucia de las oscuras soledades del alma, del miedo no queda más que la sombra de lo que nunca podremos ser.