Capítulo 15. La tierra prometida.

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Ha pasado bastante tiempo después de mi destierro y creo que puedo respirar aire limpio que llegan a mis pulmones, no puedo creer que ahora me levanto desde el vacío que en un día me tropecé y terminé una eternidad atascado, puedo caminar después de tanto tiempo y correr sin ser capturado por las trampas, entonces aquí es donde digo que soy el gran superviviente del infierno que viví a sangre fría, siento como si viera el agua del mar regresando a su lugar con tanta serenidad, puedo sentir en mi piel el calor del Sol. Ya mis ojos pueden ver el gran resplandor del cielo azul que Dios ha podido reflejar en mi alma, como una gran ola que cae de peso entre las orillas de la playa y puedo ser libre y feliz con lo que siempre quise tener, con ese anhelo de cada respiración sedienta, ahora más que nunca vuelo como una hoja que se desprende de los árboles en la primavera, es tan frágil como las de otoño que me liberan del peso del verano y el invierno. No sé si estoy viviendo un sueño despierto en el paraíso donde realmente nunca imaginé estar, un gran huracán de emociones se retuerce en mi estómago provocando sonrisas expresadas de este gran fenómeno mágico, haciendo efecto en mí corazón, causando estragos que me hacen crecer y levantarme del suelo. Mí ser estalla como un gran volcán dormido, mi vida es tan sólida como las rocas y tan radiante como las verdes praderas que se llenan de árboles y flores, abrazando mi cuerpo con hojas y pétalos hasta no poder respirar de la alegría. Mi sangre fluye como un río que recorre la tierra prometida, mi mente se eleva como un águila por los cielos, y mis pies están pisando la tierra de éste gran paraíso donde la realidad es soñada entre tumultos de nubes rosas y fuertes ventarrones, empujándome al futuro para recorrer este gran mundo sin que la gravedad me quite el poder de volar a velocidades donde el tiempo atrape el movimiento.

𝗨𝗡 𝗩𝗜𝗔𝗝𝗘 𝗦𝗜𝗡 𝗥𝗘𝗧𝗢𝗥𝗡𝗢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora