Capítulo 11. Titanio.

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Soy tan grisáceo y cristalino como el titanio, soy un metal imponente en transición que con su gran dureza resiste a la corrosión del mar y el azufre de un volcán, fuerte y firme como el acero construiría una titánica nave espacial para ir a las Pléyades de ida y de regreso. No podría vivir en un planeta que con su aire me oxida junto a mis aleaciones, soy termodinámicamente reactivo y me ardería antes de llegar a mi punto de fusión. Me regenero con el Sol y me destruyo en las estrellas más frías para atacar como meteoro, en mis peores reacciones podría catalizarme entre electrones y protones que componen mi estructura. Atrás quedaron los planetas comprimidos por titanio en sus magnetizadas cortezas nucleares, atrás permanecerán esas atmósferas consumidas en vapores tóxicos y radiactivos, en cada camino perdido entre laberintos moleculares se irradia una luz boreal incandescente, iluminando senderos densos y vacíos que se extienden en la incuria de una tumba perdida en las praderas del olvido. El titanio arde y representa molecularmente el renacimiento que he vivido, me convierte en su aleación y con su dureza supera mis destrezas con franqueza.

 El titanio arde y representa molecularmente el renacimiento que he vivido, me convierte en su aleación y con su dureza supera mis destrezas con franqueza

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𝗨𝗡 𝗩𝗜𝗔𝗝𝗘 𝗦𝗜𝗡 𝗥𝗘𝗧𝗢𝗥𝗡𝗢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora