EDITANDO Harry Potter Smuts (TRADUCIDO)

Una agarrada de pelo (Charlie)

Título original: CHARLIE WEASLEY, Charlie Weasley X Reader

Entré a la reserva, mirando a mi alrededor y observando lo que me rodeaba. Había estado muriendo por ir a Rumania desde que supe de la colección de dragones que vivían allí. Me registré en la reserva y encontré mi camino a mi cabaña, que estaría compartiendo con otro trabajador. Puse mi equipaje en mi hombro y llamé a la puerta de la cabina. Pasos pesados ​​se acercaron a la puerta. Después de que se abrió, miré hacia arriba y vi a una pelirroja. Tenía el ceño fruncido mientras me miraba.

"Oye", dijo y salió, cerrando la puerta detrás de él.

"Hola, soy _____, tu nueva compañero de camarote".

"Oh, ¿es hoy miércoles? Bueno, entra", dijo y abrió la puerta, haciéndome pasar.

Miré a mi alrededor cuando el hombre se acercó a mí.

"Soy Charlie. Es una cabaña pequeña. Cocina, baño, salón, mi habitación y tu habitación".

Asentí con la cabeza y dejé caer mi bolso en el suelo para mirar un diagrama de un dragón. Arqueó las cejas y agarró la bolsa, llevándola a mi habitación.

"Lo siento," murmuré, tocando el diagrama suavemente.

"Estás bien", dijo y volvió a mi lado. "¿Alguna vez has estado en una reserva antes?"

"No, pero me encantan los dragones. Siempre he querido trabajar aquí", admití y aparté mis ojos del diagrama para encontrarme con los suyos.

"Bueno, creo que te gustará estar aquí. Hay muchos dragones. Te entrenaré para que no mueras cerca de ellos."

"Gracias", dije más como una pregunta que como otra cosa, "¿Cuándo podré verlos?"

"Puedes verlos cuando estoy seguro de que no te matarán".

***

Aprendí rápidamente que Charlie no era una persona mañanera. Lo mejor era dejarlo hacer lo suyo por la mañana y eso fue todo. Yo, personalmente, no necesitaba nada que me quitara la oportunidad de trabajar con dragones.

"Muévete, _____," gruñó Charlie y yo obedecí, apartándome de su camino mientras me cepillaba los dientes. Agarró una toalla y se quitó la camisa, abriendo la ducha detrás de mí.

Rápidamente escupí mi pasta de dientes y me fui, cerrando la puerta detrás de mí mientras Charlie se quitaba los pantalones. Sabía que mis mejillas ardían de un rojo brillante. No tenía vergüenza.

Me recogí el pelo y puse tostadas con mermelada de fresa sobre la mesa. Así le gustaba a Charlie su tostada. Me llevé el mío a mi habitación para terminar de prepararme. Mientras desayunaba, escuché a Charlie salir de la ducha y caminar hacia la mesa para tomar su desayuno, que le dejaba todas las mañanas.