Capítulo 17

77 11 2
                                    

Afrodita empezó a entrar en pánico cuando se dio cuenta de lo que había pasado. Quería salir de ahí, tenía que salir de ahí. 

Los sentimientos de su doble eran muy contrarios a los que ella tenía y quería alejarse de ellos, pero en especial porque a esa Afrodita no le importaba nada y su estómago cayó yo cuando las siguientes palabras salieron de su boca.

—¿Qué hace el feo aquí? —la burla en la pregunta era evidente y cuando Ares se acercó a ella riéndose y tomándola por la cintura para pegarla a su cuerpo fue una sensación horrible.

Recuerda donde estás susurró una voz en su mente y Afrodita no sabía porque le decía eso. Ella jamás había estado en un lugar así, es debía ser un mal cuento.

Recuerda o los siguientes recuerdos solo serán una tortura. La advertencia era clara y por como iban las cosas no quería que pasara eso.

Vamos Afrodita, recuerda ¿A que te recuerda esto? Se preguntó y la respuesta llegó inmediatamente a su mente frustrándola ¡A nada! ¡No le recordaba nada!

Hefesto la miró con odio reprimido, pero también con algo más ahí que la pelirroja había visto en otras personas cuando la miraban. Lujuria.

—Afrodita, cállate o haz algo mejor y lárgate —le dijo "Athenea" sin molestarse en mirarla.

Ella no me quiere. O al menos no a mi doble pensó la pelirroja.

—Hefesto, hermano. Saca a Hera de esa prisión —dijo la diosa de la sabiduría y aunque fue una petición no sonó como tal. 

¿Por que eran tan malditamente orgullosos? Un por favor no los iba a matar.

—No.

—¿Qué haz dicho? —"Zeus" lo cuestionó justo cuando un trueno retumbaba en el cielo asustando a su conciencia, pero no a la de su doble.

—Dije que no la sacaré —le respondió "Hefesto" al hombre.

Los gritos y reclamos por parte de los que estaban presentes empezaron y cada acusación que se lanzaban era peor que la anterior, pero lo que más la atormentaba era como su doble solo se sentaba a observar la pelea recordando a un mortal con el que había estado y que desde ese momento jamás pensaría en otra mujer que no fuera ella.

—¿Qué quieres a cambio de liberarme?  

La pregunta fue dicha con seriedad y sin llegar al tono que utilizaban lo demás, pero que logró acallar todos los gritos de la sala.

—Somos dioses Hefesto, sabes que podemos darte lo que sea con tal de que me liberes —continuo hablando "Hera" y a Afrodita se le revolvió todo con esas palabras— ¿Qué es lo que quieres?

Mirando a su alrededor se sintió estúpida de no haberse dado cuenta antes de lo que pasaba. Ese momento y ese lugar marcaban un hito en la mitología griega.

Ese era el día en el cual Hera y Zeus ofrecieron como pago a la diosa del amor a Hefesto para que la reina fuera libre.

No, esto no puede ser verdad.

Ella jamás sería vista como un objeto así se dijo, pero las palabras del dios de la forja y el fuego derrumbaron sus esperanzas.

—La quiero a ella —dijo señalandola, o señalando a su doble, con burla— Quiero que ella sea mi esposa.

—No creo que...

—Esta bien —aceptó Zeus cortando a Athenea y todos los demás dioses lo miraron como si le hubiera crecido una segunda cabeza— Soy el protector de Afrodita en el Olimpo y yo te la entregaré como esposa si liberas a Hera. Lo juro por la estigia.

Afrodita [Olímpicos mortales #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora